Javier Milei encabezó el cierre de campaña de La Libertad Avanza en Rosario, desde donde calificó al Congreso como una “máquina de impedir” y pidió a su electorado que “no aflojen, vamos por el buen camino“. Pero ¿cómo llega la economía argentina a las elecciones de medio término?
El Presidente Javier Milei encabezó el cierre de campaña de La Libertad Avanza en Rosario, Provincia de Santa Fe, acompañado por los candidatos de distintas provincias y varios de sus ministros, en la previa de las elecciones nacionales del 26 de octubre.
La actividad tuvo lugar en el Parque España, a la vera del Río Paraná, en el mismo escenario en el que cerró sus campañas de 2021 y 2023, aunque en un contexto completamente diferente. Tras dos años de gobierno, poco queda de su gabinete original, situación que se profundizará tras las salidas de Patricia Bullrich (Seguridad) y Luis Petri (Defensa), ambos candidatos.
En Santa Fe, la tropa libertaria se ilusiona con un buen resultado. Ahí Agustín Pellegrini (cabeza de lista de La Libertad Avanza) no solo deberá competir con Caren Tepp y Agustín Rossi (candidatos de Fuerza Patria), sino también contra la vicegobernadora Gisela Scaglia, candidata de Provincias Unidas respaldada por el gobernador Maximiliano Pullaro.
Durante su discurso, Milei destacó la cantidad de reformas que concretó en lo que va de su mandato e incluso llegó a decir que “somos el mejor gobierno de la historia“, aunque -contradictoriamente- luego apuntó contra el Congreso de la Nación por votar en contra de sus proyectos y ser “una máquina de impedir“.
Más allá de esto, el triunfalismo del libertario a la hora de presentar sus logros de gobierno no parece tener correlato con la realidad: El oficialismo llega a estas elecciones con una aceleración de la inflación, una economía que no repunta, una recesión en puerta y una corrida cambiaria que lo obligó a buscar un salvataje del gobierno de los Estados Unidos.
“Tenemos la posibilidad de cambiarle la cara al Congreso”
Al comienzo de su alocución, el mandatario recordó que “en 2023 todos los argentinos dijeron basta” y luego se jactó de gobernar “de espaldas al Congreso“. Puntualmente, aseguró que al asumir “dije que iba a enfrentar a los problemas de raíz, y por eso lo hice de espaldas al Congreso, porque había que dar un cambio de 180 grados y lo hicimos“.
Sus dichos tienen lugar luego de que decidiera “suspender” las leyes de Emergencia en Discapacidad, Financiamiento Universitario y Emergencia en Pediatría, tres normativas que habían sido sancionadas en el Congreso, que también resistió su veto. Se trata de una acción sin precedentes en un gobierno electo democráticamente.
Con esta elección, el presidente busca mejorar sus números legislativos, es por eso que aseguró que “tenemos la posibilidad de cambiarle la cara al Congreso y avanzar con las reformas que la Argentina necesita“.
“No comentan el mismo error que nosotros, no desperdicien esta oportunidad. Les pido que salgan y sigan militando como en 2023, cuando convencieron a sus amigos y familiares de hacer lo imposible”, comentó, “si hay algo caracteriza a este Gobierno es haber hecho posible lo que todos decían que era imposible“.
En lo que se ha convertido en su slogan de campaña, arengó a los presentes: “No aflojen, vamos por el buen camino. Esta vez va a tener sentido”. Se trata de un cambio de estrategia con respecto a los comicios del 7 de septiembre, cuando había apelado a banalizar el impacto de la dictadura militar con el lema “Kirchnerismo nunca más”.
Además de Karina Milei, secretaria general del a Presidencia y figura presente en cada actividad del Presidente, estuvieron presentes Diego Santilli (candidato en la Provincia de Buenos Aires) y funcionarios como el vocero Manuel Adorni y los ministros Federico Sturzenegger, Patricia Bullrich y Luis Petri.
“Mientras que en otros países pasar 3 o 4 reformas estructurales puede demandar un año, nuestro Ministro de Desregulación metió 10.000 reformas estructurales en 20 meses”, se jactó el presidente, que luego aseguró: “Por eso no tengan dudas, somos el mejor gobierno de la historia”.
Lo llamativo es que en el mismo discurso, cuestionó al Congreso por resistir proyectos de ley del oficialismo o rechazar vetos presidenciales. “Cuando la máquina venía a todo vapor pusieron en marcha la máquina de impedir“, dijo, “a pesar de eso, y de un Congreso destituyente, hoy llegamos a las elecciones de pie y a partir del domingo va a cambiar en serio la Argentina”.
La calificación del Congreso como “destituyente” va en línea con las constantes acusaciones de “golpista” a la oposición cada vez que vota en contra de los intereses de Milei. Sea como fuere, luego comentó:
“Necesitamos tener un Congreso más sólido para poder continuar en el camino del equilibrio fiscal, para continuar con la estabilidad financiera, en la lucha contra la inflación y terminar de una vez por todas con el narcotráfico y el delito en Argentina”.
En una promesa que viene repitiendo desde hace ya varios meses, aseguró que “para mitad del año que viene la inflación va a ser un mal recuerdo de la Argentina”. “El Estado es el que se resiste”, dijo, paradójicamente, “pero de nuestro lado están los argentinos de bien y les vamos a ganar en las urnas”.

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Inflación: Expectativa vs. realidad
Contrario a las promesas del presidente sobre la desaceleración de los precios, los datos recientes muestran una tendencia de aceleración en la inflación. En octubre, el sector de alimentos y bebidas acumula un incremento del 3% mensual, según datos de consultoras privadas, con tres semanas consecutivas registrando alzas cercanas al 1% semanal.
La cuarta semana de octubre marcó una nueva suba semanal del 1% en alimentos y bebidas, impulsada principalmente por aumentos significativos en productos lácteos y huevos (3,7%), bebidas e infusiones (3,2%) y frutas (1,4%). Estos incrementos explican casi el 40% de la inflación mensual en este sector, mientras que panificados aporta otro 25%.
Las proyecciones para el mes completo ubican la inflación general en torno al 2,5%, lo que marcaría una nueva aceleración respecto a septiembre. Hace apenas unos meses, en abril, el presidente aseguraba que “a partir de mitad de año, seguramente la inflación busque perforar el 1%”.
Por el momento, ocurrió lo contrario. En septiembre, la inflación llegó al 2,1% mensual, su valor más alto desde abril cuando había marcado 2,8%. Este resultado representa el cuarto mes consecutivo de subas, echando por tierra las promesas del oficialismo sobre la tendencia descendente del índice.
Para colmo, el análisis desagregado revela que el impacto fue mayor en rubros esenciales para los hogares. La división Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles aumentó 3,1%, impulsada por incrementos en alquileres y tarifas de servicios públicos. Educación también registró 3,1% y Transporte 3%, superando ampliamente la media nacional.
Con estos números, la inflación acumulada en los primeros nueve meses del año alcanzó el 22% y la variación interanual se ubicó en 31,8%, cortando una racha de cuatro meses consecutivos con variaciones por debajo del umbral del 2%.
Más preocupante aún resulta la evolución de los precios mayoristas. El Índice de Precios Internos al por Mayor registró un aumento del 3,7% en septiembre, marcando una aceleración de 0,6 puntos respecto a agosto y representando el incremento mensual más alto en el último año y medio.
La causa principal de esta aceleración fue el componente de productos importados, que registró un aumento mensual del 9%, casi el triple de la suba de los productos nacionales (3,3%), reflejando directamente el impacto del tipo de cambio oficial en el costo de los bienes transables.
Crisis cambiaria y tensión en los mercados
En paralelo, el sistema financiero argentino atraviesa una fase de tensión extrema en el frente cambiario. El dólar oficial superó la barrera de los $1.500, ante la expectativa de una devaluación poselectoral, que ni siquiera las repetidas intervenciones del Tesoro estadounidense pudieron acallar.
Para contener esta dinámica, el Banco Central debió recurrir a la venta masiva de reservas líquidas, debilitando significativamente su posición. El Acuerdo de Estabilización Cambiaria (swap) por U$S 20.000 millones con Estados Unidos proporcionó un respiro temporal.
Sin embargo, su efecto fue opacado por la intensa demanda de dólares y la previsión generalizada de un cambio en el régimen cambiario. En los últimos días, se volvieron habituales las declaraciones de Scott Bessent y el equipo económico argentino antes de la apertura de cada rueda de prensa, en un intento por adelantar anuncios y dar buenas noticias.
Sin embargo, el traslado a precios se mantiene relativamente acotado por ahora, explicado principalmente por la persistencia de una demanda interna débil y la fuerte caída del consumo, que limita la capacidad de las empresas para trasladar los aumentos de costos a los precios finales.
En el mercado de bonos, el Riesgo País se mantiene en un rango elevado, superior a 1.000 puntos, señal inequívoca de la desconfianza de los inversores sobre la sostenibilidad del esquema económico actual. El sistema bancario concentra depósitos en dólares como resguardo frente a la incertidumbre política.
La incógnita es qué costo tendrá la asistencia de Estados Unidos y parte del sector financiero. En los últimos días trascendieron las discusiones de Caputo y los representantes de Donald Trump sobre el interés norteamericano por tener un lugar privilegiado en la industria del uranio argentino.
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Producción estancada y comercio exterior
Además, el Estimador Mensual de la Actividad Económica registró un crecimiento del 2,4% en agosto respecto al mismo mes de 2024, pero este dato resulta engañoso al analizar su composición.
El rubro que más creció fue el de intermediación financiera, con un 26,5% interanual, en línea con el impulso del carry trade. Este sector, junto con la recaudación de impuestos, tuvieron una incidencia de 0,9 y 1,5 puntos porcentuales respectivamente, explicando por sí solos toda la variación positiva del indicador mensual.
Sin embargo, un análisis más detallado revela que el peligro de recesión sigue latente. La actividad cayó en cinco de los ocho meses del año y descendió por un trimestre entero entre mayo y julio. El Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central pronostica una caída del PBI del 0,6% para el tercer trimestre.
El sector industrial mostró en agosto una caída del 4,4% en la producción respecto a igual mes de 2024, consolidando una tendencia negativa en el segundo semestre. El retroceso se explica por la baja de 15 de las 16 divisiones que componen el índice, con las caídas más profundas en productos textiles, prendas de vestir, cuero, calzado y productos de metal.
La Utilización de la Capacidad Instalada en la industria alcanzó el 59,4% en agosto, el peor registro para ese mes desde 2020, cuando se encontraba en 58,4% en pleno aislamiento por la pandemia.
A diferencia de aquel momento, el bajo uso actual se debe a factores puramente económicos, con sectores como la metalmecánica y textiles operando con niveles de capacidad ociosa casi idénticos a los momentos más críticos del confinamiento.
En el comercio exterior, el superávit comercial alcanzó apenas U$S 921 millones en septiembre, y el saldo acumulado de los nueve meses del año fue de U$S 6.039 millones, 9.027 millones menos que el mismo período de 2024. Las exportaciones crecen a un ritmo menor (7,5%) contra las importaciones, que lo hacen al 30,6% en el acumulado interanual.
Las importaciones de septiembre sumaron U$S 7.207 millones, cifra máxima de la era Milei. Esta aceleración indica que los actores económicos descuentan un abandono del actual esquema cambiario, generando una compra anticipada de bienes del exterior ante la expectativa de un aumento del tipo de cambio.

Consumo deprimido y endeudamiento familiar
El consumo interno no ve señales de repunte. Septiembre cerró con un retroceso en las ventas minoristas PYME, reflejando una marcada fragilidad condicionada por la pérdida de poder adquisitivo y el endurecimiento monetario, con crédito escaso y caro.
Según datos del INDEC correspondientes a julio, las ventas en supermercados cayeron 2,1% respecto a junio en la medición mensual desestacionalizada, mientras que los autoservicios mayoristas registraron una baja del 0,8%. Esta desaceleración evidencia que la leve recuperación observada en el primer trimestre del año no logra consolidarse.
El informe sobre consumo masivo de septiembre ubicó la actividad comercial en su nivel más bajo del año, con una caída interanual del 4,4% y un retroceso del 3,7% respecto al mes anterior.
En paralelo, según el Observatorio Paritario del Centro de Economía Política Argentina, los aumentos salariales acumulados hasta el tercer trimestre del año se ubicaron 3,2% por debajo de la inflación. El gobierno paralizó las negociaciones paritarias a lo largo de 2025 para enfriar la economía, determinando una caída del poder de compra.
Considerando los acuerdos paritarios cerrados hasta diciembre, la proyección señala que los salarios estarán 5,3% por debajo de la inflación estimada, consolidando una tendencia decreciente.
Asimismo, el endeudamiento de las familias muestra un deterioro que supera los niveles críticos alcanzados durante la pandemia. El ratio de irregularidad en créditos personales escaló hasta el 8,1% en agosto, superando significativamente el máximo del 7,2% registrado en agosto de 2021.
La morosidad en tarjetas de crédito alcanzó el 6%, notablemente superior al pico de 4,6% observado en julio de 2021. El saldo conjunto de préstamos personales y tarjetas de crédito cayó 2% real intermensual en octubre, impulsado principalmente por el segmento de tarjetas de crédito, cuyo stock se contrajo 3,6% real en el mes.
En comparación con el máximo registrado en agosto, el financiamiento al consumo acumula una reducción del 3% real, sugiriendo una tendencia hacia una menor financiación de los hogares, sea por menor demanda de estos o por mayores requisitos de acceso impuestos por las entidades financieras.

