A nivel nacional, porteño y bonaerense, la interna del PRO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta escaló a tal punto que el partido amarillo aún no definió cuántos apoderados electorales a nivel federal tendrá, podría perder intendencias bonaerenses e incluso se podría fracturar JxC en CABA. Se viven momentos decisivos a horas del cierre de alianzas.
Guerra total en PBA
En una cruzada por su ego, Bullrich está dispuesta a todo con tal de ser la “única” elegida en el PRO, incluso si eso significa romper relaciones con los propios. Es que la precandidata presidencial se niega rotundamente a las fórmulas “V” en la Provincia, una maniobra que podría asegurar la victoria de su partido en los 22 distritos donde ya gobiernan.
No son pocos los intendentes amarillos que pusieron el grito en el cielo y acusan a la ministra de Seguridad de amenazarlos para que cierren filas con ella.
A diferencia de lo que sucedió en la Ciudad de Buenos Aires, donde el PRO acordó presentar un único candidato a la Jefatura de Gobierno, en la Provincia de Buenos Aires Patricia Bullrich presiona para que el PRO vaya dividido y cada candidato a intendente tenga su propio cuerpo a Gobernador y a Presidenta. Y por supuesto, que el elegido para el Sillón de Dardo Rocha sea Néstor Grindetti, y que la elegida para la Rosada sea ella.
El “Plan V” (un único candidato local para dos candidatos a nivel nacional y provincial) es la fórmula que defendieron Larreta y Diego Santilli (el delfín larretista por la gobernación) en los distritos de la Provincia donde ya gobierna el PRO, para asegurar la continuidad del partido al frente de las intendencias.
Pero la ex ministra de Seguridad se niega rotundamente a compartir boleta. La candidata escaló en encuesta y cree que con su solo nombre convierte en ganador a todo aquel que integre su boleta.
En algunos distritos gobernados por el PRO lanzó candidatos propios, en otros presionó a intendentes que tenían acuerdos con Larreta a cambiar de bando. Varios jefes comunales que prefieren hacer equilibrio siguen soportando la presión, aunque la tangente se les angosta con cada hora que pasa.
Los puentes de contacto entre “palomas” y “halcones” están completamente destruidos, y por estas horas las negociaciones están trabadas.
Mientras corren los minutos hacia el cierre de alianzas electorales, en PBA parte del debate gira en torno al piso que se exigirá para armar las listas. Los intendentes habían exigido un piso sea “alto” para armar las listas. Pidieron lo mismo o más que en 2021. Es decir, pretenden que si hay más de una lista de JxC en cada distrito, el piso mínimo para ingresar en el reparto de concejales sea entre 25% y 30% de los votos de la interna. Semejante nivel prevé que tras las PASO será improbable -cuando no imposible- que el bando perdedor se integre a la lista ganadora.
Tal es el nivel de tensión que la Mesa Bonaerense del PRO se iba a reunir este lunes, pero cuando algunos intendentes preguntaron en el grupo de Whatsapp sólo se les respondió con silencio, por lo que el encuentro debió ser suspendido.
Máxima tensión en CABA
Del otro lado de la General Paz, la situación no está más calmada. Si bien el PRO logró construir allí una de las poquísimas candidaturas “de consenso” en torno a Jorge Macri, las tensiones amenazan con fracturar Juntos por el Cambio.
Más allá del puesto por Jefe de Gobierno porteño, el bullrichismo también puja por presentar su propia lista a Legisladores porteños, en contraposición a lo que buscan desde el larretismo y los demás sectores de la alianza.
En esa línea, Jorge Macri exige aumentar los pisos para integrar las listas. Hasta el 2021, ese umbral era de 15%. Es decir, para ingresar en el reparto de lugares para la lista de legisladores definitiva, luego de las PASO, cada partido debe alcanzar el 15% de los sufragios.
Los espacios que no llegaran a ese piso, se quedan afuera de la boleta. Sin embargo, durante una reunión con representantes de JxC, el ala de Jorge Macri exigió que el piso se aumente y ronde entre el 20% y el 30% para desalentar las candidaturas de espacios menores.
El radicalismo puso el grito en el cielo y aseguran que no aceptarán tal propuesta. En concreto, la iniciativa busca desalentar la candidatura de Ricardo López Murphy, quien fue recientemente eyectado del partido Republicanos Unidos y sostendrá su candidatura porteña con el Partido Demócrata Progresista, de Oscar Moscariello, y con Unir, de Alberto Assef.
Sucede que desde el entorno de Mauricio Macri y su primo Jorge no ocultan su fastidio para exigirle a Bullrich que baje la candidatura de López Murphy. La precandidata presidencial es la mayor impulsora del su ex colega como ministro de la Alianza porque Jorge Macri no la apoyó públicamente en su intentona presidencial. Nuevamente, Bullrich hace fala de su tradición vengativa.
En tanto, el candidato radical Martín Lousteau se mantiene férreo y presiona para que el piso electoral sea de 15%. Incluso, amenazan con romper JxC en la Ciudad si ese umbral está por encima de 20%.
Alerta total a nivel nacional
Mientras se acerca el vencimiento para la presentación de alianzas, Bullrich le envió a su tropa halcón un mensaje para estar “con la guardia alta” ante la posibilidad de que Larreta continúe con la presión para sumar a Juan Schiaretti.
Para la presidenciable halcón cualquier posibilidad de ruptura sería culpa del alcalde porteño y por eso su manual de resistencia se construye desde lo narrativo, al reprochar que Schiaretti “desperfila” a JxC y lo hace “perder su identidad”.
Una consecuencia de la estrategia de “guardia alta” de Bullrich en su interna contra Larreta derivó en una insólita parálisis en la previa del 24 de Junio: el PRO no definió si tendrá un solo apoderado o tres, siendo uno neutral o uno por cada bando.
Larreta, por su parte, buscará construir la narrativa a favor de la ampliación de JxC, apelando a los antecedentes de las recientes elecciones en Jujuy, Corrientes y San Luis, donde la coalición a nivel provincial cerró acuerdos con el peronismo amarillo.
Mientras tanto, Schiaretti no duerme y armó su propia estructura nacional para no perder protagonismo: con los sellos de la Democracia Cristiana, el Partido Autonomista Nacional y el Partido Socialista, el schiarettismo formó el frente Hacemos por Nuestro País.
La movida va a tono con la narrativa del gobernador de “no sumarse” a Juntos, sino formar un “frente de frentes” con lógica “anti-grieta”. La movida sólo motiva aún más los temores de Bullrich de que esta novela aún no ha terminado.
En tanto, Diego Santilli busca clausurar los pases de los intendentes bonaerenses.
El foco está puesto sobre todo en los que están en el interior de la provincia a quienes busca convencer de que la supuesta “ola bullrichista” no es más que una sensación mediática del momento, que no coincide con lo que indican las encuestas que realmente valen.
Junín, Pergamino y Bahía Blanca son los tres casos con los que Larreta y Santilli usan para demostrar que, en los distritos por fuera del conurbano, Bullrich no está mejor posicionada.
Los radicales, actores de reparto
Nuevamente, la UCR quedó entrampada dentro de la interna del PRO. Pese a sus intentos de mostrarse como “alternativa de poder” y de querer tomar la delantera dentro de la alianza, todo parece indicar que deberán volver a conformarse con lugares de relleno.
El líder del partido a nivel nacional, Gerardo Morales, ya abre el paraguas para bajar su precandidatura nacional y ser el compañero de fórmula de Larreta. Su rival interno, Alfredo Cornejo -el fallido compañero de Bullrich y referente del “Grupo Malbec”- quedó notablemente debilitado tras la amarga victoria en Mendoza.
Y en territorio bonaerense la situación no está mejor. El titular del Comité provincial del partido, Maximiliano Abad, suena como eventual compañero de fórmula tanto de Bullrich o de Grindetti, aunque desde el entorno del boina blanca desmienten estas versiones y las catalogan de “operación política“.
Sin embargo, desde el larretismo compraron esta versión y dan por cerradas las negociaciones con este sector radical, mientras profundizan sus acuerdos con el bando de Morales, con Gustavo Posse, Emiliano Yacobitti y Pablo Domenechini a la cabeza de las charlas.
Abad intentó moverse con “autonomía” y mostrarse cerca de la Coalición Cívica -y Elisa Carrió– que pidieron un candidato de consenso en PBA, y que tal debía ser Santilli. Además, este espacio del radicalismo es discursivamente más cercano al “centro” que quiere representar Larreta, pero en la rosca política podría terminar engrampado al bullrichismo.