Con sus últimos movimientos como virtual candidato presidencial, Mauricio Macri condiciona la interna no sólo del PRO, sino también la de su partido con la UCR. Mientras el expresidente pesa fuerte, Patricia Bullrich condensa una alianza “antilarretista” en la provincia de Buenos Aires.
Aunque oficialmente no lanzó su candidatura presencial, Macri se mueve como tal. Sus palabras y sus silencios condicionan los movimientos internos del partido amarillo, y también la actitud de los demás socios de la alianza Juntos por el Cambio.
Macri, el gran elector
En el marco interno, son tres las figuras presidenciables que se disputan la conducción del PRO: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal. Macri, sin confirmar su lanzamiento personal, busca “apadrinar” a los tres, con actitudes paternales.
“Patricia, Horacio y María Eugenia, en el orden que quieras para no marcar ningún tipo de diferencias, están muy preparados; los estoy ayudando a los tres todo lo que puedo”, declaró el ex mandatario en una entrevista con Luis Majul antes de partir a los Estados Unidos.
De Larreta dijo que “está mejor plantado frente a lo que quiere hacer, más claro y contundente”, aunque enseguida cuestionó que “cree en algo muy dialoguista”.
Sobre Bullrich, elogió que se muestre “cada vez más sólida en la forma de plantear la idea de cambio que tiene”, aunque no la dejó tan bien parada cuando destacó que está “entendiendo que tiene que ir ampliando su opinión a otros temas además de la seguridad”.
Y al referirse a Vidal fue un poco más benévolo:
“Está volviendo de esa salida traumática de la provincia, recorriendo el país, muy clara también en para qué hay que volver al país, entendiendo cómo negociar con el peronismo no republicano y ser mucho más firme que lo que fue ella con los intendentes y yo con los gobernadores”.
Esta estrategia de “ayudar” pero marcar las “deficiencias” de los tres aspirantes al Sillón de Rivadavia es leída por muchos dentro del PRO como una forma de posicionarse por encima de ellos. Sugiriendo así que, tal vez, quien reúne las mejores virtudes de todos -sin los señalados “defectos”- es el propio Mauricio Macri.

El fundador del PRO no ha perdido oportunidad para mostrar su postura de que, en un nuevo eventual gobierno de JxC, las reformas deben ser impuestas de forma acelerada y contundente. Por eso es que busca traccionar cada vez más su propia interna hacia posiciones extremas.
No por nada se ha mostrado abierto a la incorporación de los “libertarios” de Javier Milei y José Luis Espert a Juntos.
Sin embargo, desde su círculo más íntimo, afirman que el exmandatario no irá por un “segundo tiempo”: aseguran que carece de equipo, que no formuló propuestas concretas y que ni siquiera empezó a buscar el financiamiento para su eventual candidatura.
La interna en PBA
En la provincia de Buenos Aires, Macri le dio aire a la candidatura a gobernador de Cristian Ritondo, aunque también emitió señales favorables hacia las postulaciones de Néstor Grindetti, intendente de Lanús, y Joaquín de la Torre, flamante incorporación del bullrichismo, donde hasta ahora el único candidato era Javier Iguacel, intendente de Capitán Sarmiento.
La proliferación de candidatos amarillos en la PBA puede convertirse en un problema para cualquier aspirante presidencial de ese espacio: todos saben que una interna mal administrada en el mayor distrito electoral puede ser dramática para los planes presidenciales de cualquiera.
Quizás es por ello que, en los últimos tiempos, los candidatos por fuera del armado larretista vienen mostrando una afinidad creciente y compartiendo actividades en conjunto. Tal es el caso de Iguacel, De la Torre y Grindetti, quienes compartirán esta semana la presentación de equipos técnicos en común con el objetivo de presentar un proyecto unificado para el distrito bonaerense.
En los hechos, es una alianza “anti-larretista” apadrinada por Macri y Bullrich en la PBA. Por su parte, Diego Santilli (el alfil de Larreta en la provincia) mira estos movimientos sin dramatizar. Cree que todos los que tienen ganas de manejar la provincia deben recorrerla y que falta mucho para definiciones.
Por ahora la coyuntura bonaerense seguirá tal y como está planteada. No se bajará ninguno de los precandidatos en pugna y cada uno hará lo suyo hasta que se defina si se intentará suspender las PASO, aunque desde el gobierno nacional ya aclararon en repetidas ocasiones que modificar el calendario electoral no está en agenda.
En el Congreso algunos integrantes de JxC consideran que en cualquier momento, algún diputado de las provincias norteñas gobernadas por el peronismo podría presentar un proyecto para hacerlo. De suceder, ello no significa que el FdT cuente con los votos para aprobar una reforma al sistema electoral y tampoco que esté dispuesto a hacerlo.
La suspensión de las PASO es el peor escenario posible para JxC. Programando un eventual Plan B, ya comenzaron a pensar en una interna entre los afiliados de los partidos y con participación de extrapartidarios, una opción que pondría a prueba la capacidad de cada fuerza política para poner en juego su estructura.
En esa pulseada, el radicalismo cuenta con el aparato más amplio y federal con un importante historial en comicios internos, incluso en medio de la pandemia, como sucedió en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires.
Esas disparidades sólo son equilibradas por las PASO y si son suspendidas, los desequilibrios quedarán al desnudo como nunca para la alianza opositora.
Las tensiones con la UCR
La táctica del expresidente Macri posicionarse como gran elector para mantener su candidatura en suspenso es considerada un riesgo de distanciamiento para la Unión Cívica Radical, porque difícilmente acepten una nueva postulación presidencial del magnate.
Ahora el conflicto se trasladó a la Ciudad de Buenos Aires, desde que el fundador del PRO bendijo la candidatura de Jorge Macri para suceder a Rodríguez Larreta en la jefatura de Gobierno a partir de 2023.
Esa apuesta de Macri puso en pie de guerra al radicalismo de Martín Lousteau, también con la aspiración de gobernar la Ciudad. Desde ese sector de la UCR, aliado de Rodríguez Larreta, le reclamaron señales de credibilidad al alcalde porteño sobre el pacto de convivencia que firmaron ambos en la capital. Por eso se mostraron este sábado en el barrio de Almagro.

El gesto de Lousteau y Larreta busca contener la ansiedad de ambos espacios, pero también la desconfianza mutua.
Los radicales saben que tienen una compleja negociación en la CABA porque hay otros jugadores en danza, como la ministra de Educación Soledad Acuña y su par de Salud, Fernán Quirós, además del primo del expresidente y la propia Vidal, que aún no definió si irá por la Capital o la Nación.
Los macristas no pierden de vista que el sector de Lousteau lanzó esta semana el primer guiño para aprobar el Presupuesto 2023 en Diputados. Fue a través de Emiliano Yacobitti, legislador del bloque Evolución Radical y vicerector de la UBA.
El dato no pasa inadvertido en el PRO y mucho menos para Macri. Ven que existen unos puentes de negociación de la UCR con el peronismo y, en este caso, con el ministro de Economía, Sergio Massa, basados mínimamente en la convivencia democrática y la continuidad institucional.
Pero para el partido amarillo -y principalmente para Macri-, esto en verdad es signo del “dialoguismo” radical, en contraposición con la intransigencia por el “cambio” que pregona el ex mandatario.