Luis Caputo ya utilizó más de la mitad del préstamo “repo” de mil millones de dólares que había conseguido hace dos semanas para evitar que se dispare el dólar y que fracase su principal política contra la inflación, y el gasto de las intervenciones del Banco Central ya asciende a los 100 millones por día.
El Gobierno de Javier Milei utilizó alrededor de 618 millones de dólares de las reservas del Banco Central en apenas dos semanas para mantener el dólar barato, consumiendo más de la mitad del crédito “repo” por 1.000 millones que había logrado obtener a principios del mes.
A las ventas directas de la entidad se suma también la existencia del “dólar blend”, que permite a los exportadores liquidar el 20% de sus ventas en dólar CLL en lugar del oficial. Según los cálculos de analistas privados, entre ambas políticas el gobierno quema más de 100 millones diarios para evitar que los dólares financieros se disparen.
Es que el Banco Central no informa sobre sus intervenciones en el mercado de cambios. Sin embargo, cuando hace dos semanas anunció la operación de crédito “repo”, las reservas brutas rozaron los 33 mil millones de dólares, y ahora volvieron a caer hasta llegar a poco más de los 30 mil millones.
Entre tanto, el Grupo Financiero Adcap calculó las ventas en el mercado cambiario por 721 millones hasta la semana pasada, mientras que el economista Amilcar Collante aseguró que se encuentran en el orden de los 619 millones hasta el pasado jueves.
Hasta ahora, el organismo liderado por Santiago Bausili se jactaba de tener 10 ruedas seguidas con saldos positivos y compras en torno a los 100 millones diarios. Sin embargo, desde hace meses no logra acumular reservas reales, que se mantienen en los -10 mil millones (el mismo nivel que las dejó Sergio Massa).
La situación se explica en gran medida por la apuesta del Ministro de Economía, Luis Caputo, de quemar dólares interviniendo el mercado de cambios, una política que el FMI rechaza.
No solo porque las reservas no son suficientes como para mantener un tipo de cambio barato, sino que además la entidad internacional espera que el Estado argentino utilice su saldo positivo para reforzar las arcas del Banco Central y hacer frente a sus compromisos de deuda.
Si bien Kristalina Georgieva indicó que el fondo enviará a sus especialistas para negociar un nuevo programa, el gobierno de Milei viene incumpliendo las cláusulas en las que se compromete a acumular reservas.
En el mercado financiero la posibilidad de que se firme un nuevo acuerdo se percibió como una presión por parte del organismo para que el Estado devalúe un 30%, libere el cepo y deje flotar la moneda, algo que vienen pidiendo desde hace ya un tiempo.
La apuesta al dólar barato
Según Adcap, “el Central lleva vendidos U$S 721 millones en enero, un nivel de intervención algo más intenso que en diciembre cuando se vendieron unos U$S 320 en el CCL”. En paralelo, las compras del Banco Central en el mercado oficial superan los U$S 1.500 millones (en diciembre había llegadon a U$S 900 millones).
Pero este lunes la entidad apenas pudo comprar 2 millones, y el martes debió desprenderse de 35 millones, en medio de una aceleración de la presión importadora. Es que la apuesta al dólar barato derivó en el abaratamiento de los costos para vacacionar en brasil y realizar compras en Chile, al tiempo que escalan las ventas de productos importados a bajos precios.
El crecimiento de las importaciones presiona sobre las reservas y en diciembre las cantidades importadas de bienes de capital aumentaron un 87,5%, mientras que los bienes de consumo aumentaron en un 50,8%.
Desde Adcap aclararon que “mientras que el Banco Central muestre que puede seguir acumulando reservas” no habría señales de alerta a corto plazo en el mercado. Sin embargo, “si el mercado percibe que el Central está perdiendo muchas reservas para contener un CCL en el nivel actual, podemos empezar a ver algún impacto más relevante en los activos“.
Entre tanto, Collante apuntó que la intervención para mantener el dólar barato alcanzó los 325 millones de dólares en diciembre y se aceleró en enero a 619 millones. A esto se suma el “dólar blend”, que aporta cerca de 1.200 millones mensuales. En conjunto, redondean una intervención en el mercado de más de 100 millones diarios.
El costo del superávit energético
La frágil situación que enfrentan las reservas del Banco Central se produce a pesar de que en 2024 el Gobierno Nacional logró anotarse el superávit energético más alto de los últimos 18 años, acumulando 5.668 millones de dólares en el año a partir del crecimiento de las exportaciones y la reducción de las importaciones.
La balanza comercial energética registró un superávit de 852 millones de dólares, arrastrada en gran medida por la puesta en funcionamiento del ex gasoducto Néstor Kirchner (que luego el gobierno rebautizó como “Perito Moreno”) y los dólares frescos de Vaca Muerta.
La situación llevó a la secretaría de Energía, María Tettamanti, a asegurar que “el sector energético se consolida como uno de los motores de crecimiento para el país“. De fondo, esta situación está atravesada por la fuerte reducción del consumo por parte de las empresas nacionales, que atraviesan una delicada situación.
Para colmo, la situación energética al inicio de 2025 dejó al descubierto las promesas incumplidas del Gobierno Nacional. Es que a fines del año pasado Caputo celebraba un “histórico” acuerdo con Brasil para exportar gas barato desde Vaca Muerta para alimentar la industria de San Pablo y la consecuente reversión del gasoducto norte.
Sin embargo, en las últimas semanas se disparó la importación de energía de países limítrofes, y en medio de los cortes de luz en AMBA y CABA, desde el estado confirmaron que están negociando para importar fluido desde Bolivia y Chile.
La situación pone en tela de juicio el anuncio del Gobierno sobre la reversión del gasoducto norte. Meses atrás el Jefe de Gabinete Guillermo Francos anunciaba que se había concluido en tiempo record y presentó la obra como la más importante del primer año de Milei.
La apertura de la importación desde Bolivia revela que la obra no habría sido concluida, ya que revertir el flujo del gasoducto no es algo que se pueda llevar adelante en unos días. Cabe recordar que la obra tenía como objetivo enviar gas al país limítrofe, y ahora las negociaciones implican el ingreso del fluido.
En paralelo, el Gobierno de Chile reveló que está negociando con el Estado Nacional para exportar gas a través del gasoducto NorAndino. La situación es -cuanto menos- curiosa si se tiene en cuenta que Chile no produce gas.
En el país vecino se habla de enviar hasta 2,5 millones de metros cúbicos por día entre enero y septiembre, que según informó Reuters, redundaría en exportaciones totales de hasta 117 Mm3.
El problema es que el ex gasoducto Néstor Kirchner tiene un tercio de su capacidad de transporte ociosa y el gas importado desde Chile tiene un costo muy superior al que se produce en el país. Es que Chile importa gas a través de buques de GNL y luego lo regasifica y lo vende a Argentina.
La incomprensible situación tiene un antecedente en las importaciones realizadas entre 2016 y 2018. Con Juan José Aranguren como Ministro de Energía, se comenzó la triangulación de gas a altos precios desde el país limítrofe.
Esto había derivado en una demanda realizada por el entonces senador nacional Pino Solanas. En aquella oportunidad las compras implicaban un coste un 128% más caro que el gas proveniente de Bolivia.