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sábado, mayo 18, 2024

Massa "Superministro": el todo o nada del Tigre y el respaldo silencioso del kirchnerismo

Sergio Massa asumirá esta semana como "superministro" de Economía, Producción y Agricultura en medio de una crisis económica que amenaza la estabilidad del gobierno. Renunciando no sólo a la presidencia de la Cámara de Diputados, sino también a su banca, el tigrense demuestra que esta es una apuesta a todo o nada, que cuenta con el apoyo de todos los socios del Frente de Todos.

La llegada de Massa y el consenso interno

Los rumores del desembarco de Massa en el gabinete nacional venían flotando desde hace varias semanas, aunque el exintendente ponía como condición "garantías" y que todos los miembros del frente gobernante estuvieran "remando adentro del bote”. Esas fueron sus palabras textuales en un congreso del Frente Renovador realizado hace dos semanas, donde ya anticipaba un gran protagonismo para su equipo, tras la crisis desatada por la renuncia intempestiva del ex ministro de Economía, Martín Guzmán.

Con la salida del discípulo de Joseph Stiglitz, el mercado dio un duro golpe al gobierno nacional, especulando y generando una fuerte corrida cambiaria que llevó al dólar paralelo hasta los casi $350. En ese momento, y tras un fin de semana de intensas negociaciones, el presidente Alberto Fernández nombró a Silvina Batakis como el reemplazo de Guzmán. Pero tanto Massa como Cristina Fernández de Kirchner empujaban reformas aún mayores en el Ejecutivo nacional para dar una vuelta de timón a la situación económica.

Impulsaron un rediseño integral del gabinete que Fernández tardó en ejecutar hasta que a sus socios se les acabó la paciencia e impulsaron un operativo con los mandatarios de la Liga de Gobernadores e intendentes del conurbano bonaerense que culminó con la concesión de Alberto. Los principales operadores de la tarea fueron el jefe de Gabinete, Juan Manzur, que apuró el clamor de las provincias, y Máximo Kirchner, que se ocupó de los municipios, vía Martín Insaurralde.

La principal condición de Massa era el apoyo no sólo de Alberto, sino también de CFK. De momento, la Vicepresidenta no se ha expresado públicamente sobre el nuevo "superministro", pero otros actores de peso del Kirchnerismo ya le dieron el visto bueno: Máximo Kichner y Axel Kicillof.

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Massa-Kicillof: ¿aspiraciones paralelas?

El superministro y el gobernador bonaerense tienen un vínculo fortalecido. De hecho, el tigrense es uno de los principales apoyos para los deseos de reelección de Kicillof en el Sillón de Dardo Rocha. Por su parte, los objetivos electorales del gobernador no chocan con Massa, quien sigue apuntando a ser el candidato indiscutido del peronismo para la presidencia.

Massa fue el que primero y más plenamente se jugó por la reelección de Axel. Hasta lo puso en sus redes sociales”, recordaban en los pasillos de la Gobernación bonaerense, donde la designación del líder del Frente Renovador al frente del nuevo superministerio que controlará todas las áreas económicas generó un aire de optimismo y expectativa para lo que vendrá.

Kicillof y Massa tienen una relación que se afianzó desde la llegada del primero a La Plata y que en los últimos tiempos se convirtió en un vínculo “de diálogo cotidiano”.

Axel venía reclamando una coordinación de todas las áreas económicas. Este es el modelo que él planteaba. Ahora va a haber una conducción unificada y eso es muy saludable”, dicen en el entorno íntimo del gobernador.

Por estas horas, Kicillof deja trascender que la llegada de Massa al superministerio puede generar un shock positivo que ordene el frente interno. Cree que los cambios ayudarán a que se tranquilice la economía, genere mejores expectativas, tranquilice los mercados y aporte nuevas “pautas claras”.

Máximo, el PJ y la territorialidad del conurbano

Por otro lado, quien también tejió una sólida alianza con el ex intendente es el diputado nacional y presidente del Partido Justicialista bonaerense, Máximo Kirchner. En sus aspiraciones presidenciales, Massa sabe que necesita del caudal de votos que le aportan los poderosos intendentes del conurbano que se ordenan en la conducción de Kirchner.

Los números hablan por sí solos: Massa cuenta con una decena de intendencias, pero la mayoría de estas son de bajo peso electoral. Sólo dos de ellas están ubicadas en el populoso conurbano: San Fernando y Presidente Perón, en manos de Juan Andreotti y Blanca Cantero, respectivamente. El resto son del interior y juntas no llegan a sumar el 3% del electorado de la provincia.

Para cumplir su sueño presidencial, el flamante superministro necesita de los votos de las grandes comunas del conurbano, una porción importante de las cuales se alinea bajo el mando de Kirchner y su alianza con el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde.

Volviendo a los números: la conjunción de votos que otorga el poder territorial de las intendencias kirchneristas y peronistas K, más el caudal de votos en ese territorio que pertenecen a la vicepresidenta, es inigualable. Son al menos once intendencias y son, además, las más populosas. La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes, Almirante Brown y Merlo amontonan tres millones de votantes.

El entendimiento entre Massa y Kirchner comenzó a gestarse tiempo antes de la campaña electoral y la alianza se selló, en primer término, en el armado de las listas para 2019. La relación se profundizó en los años que llevan conviviendo en la Cámara de Diputados, uno como presidente, el otro como jefe de bloque hasta el portazo post acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Más allá de estos apoyos, desde el entorno del Presidente esperan que el respaldo a Massa  de parte de CFK se materialice de una forma más concreta, para que no queden dudas. ¿Irá la vicepresidenta a la jura del flamante ministro? Eso esperan en la Casa Rosada. El acto será el miércoles, antes del anuncio de las primeras medidas económicas.

Massa y el resto de los socios del FdT saben que esta es una "bala de plata". Una apuesta a todo o nada para que el gobierno pueda llegar al 2023. Una señal de esto es el compromiso total demostrado por el tigrense al renunciar no sólo a la presidencia de la Cámara de Diputados, sino incluso a su banca en la misma. Lo que significa que no podrá renunciar de su nuevo ministerio para volver a algún lugar cómodo en el Congreso. El ministerio o nada.

Varios sectores del FdT dicen que se vienen “tres o cuatro meses complicados”, en los que será difícil encontrar buenas noticias. Saben que llegarán los reclamos por izquierda aunque creen que “hay muy buenas chances de acomodar las cosas”.

In Massa we trust

Massa cuenta con el favor de amigos del mercado que no tienen otros actores del peronismo. El amplísimo espectro de relaciones llega hasta la derecha republicana estadounidense. El ejemplo vivo de eso fue la declaración de apoyo del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, un hombre de Donald Trump.

Pocas horas antes de la llegada de Massa, Claver-Carone había dicho que no avalaría el desembolso de 500 millones de dólares del BID a la Argentina, por considerarlo un país “insolvente”. Después llegó la celebración por el nombramiento del nuevo ministro. “Te pueden gustar o no, pero Sergio tiene esas relaciones y sirven”, admiten en Balcarce 50.

El nuevo ministro es un personaje conocido también para inversores, operadores de Wall Street, para el gobierno de Joe Biden y el FMI. Por eso, los interlocutores que tuvo Batakis en Washington la semana pasada no dramatizan demasiado, más allá de la desprolijidad absoluta en las formas, que el propio sector del gobierno de Alberto reconoció.

En la Casa Rosada aseguran que el mensaje que dio en Estados Unidos la ahora exministra no se modificará en sus puntos centrales. Los lineamientos serán los mismos, reducción del déficit y de la emisión y cumplimiento del acuerdo con el FMI, aunque haya sido rechazado por la vicepresidenta.

La llegada del tigrense es la mayor apuesta del FdT. Massa buscará lucirse en el Ministerio de Economía y, desde allí, construir la plataforma para la candidatura presidencial que sueña. Será, también, la última bala de plata de un Gobierno en crisis. Si Massa fracasa, se hundirán todos juntos. Si su gestión sale bien, habrá 2023. Alberto Fernández lo sabe y no lo resiste. Y en el Kirchnerismo la sensación parece ser la misma.

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