Testimonios en la Megacausa Zona 5: "No lo busque más, a su esposo lo chuparon los militares"

En el Juicio conocido como Megacausa Zona 5, donde se juzgan delitos de Lesa Humanidad, se llevó adelante este jueves 2 de marzo la audiencia número 46. En esta ocasión, se escuchó la declaración de cuatro testigos, quienes dieron cuenta de víctimas desaparecidas y asesinadas en jurisdicción del V Cuerpo de Ejército.

Entre los casos abordados, se encuentran el del militante Tucumano Héctor Correa y el conscripto Teodoro Alfredo Bonfiglio quien revistaba en el Batallón Arsenales 181 de la vecina localidad de Pigüé.

También se procedió a seguir analizando los casos de Julio Infante Julio y Hugo Fuentes, ambos desaparecidos hasta la actualidad.

Las audiencias, que se realizan en la sede del Tribunal Oral Federal de Chiclana y Lavalle, se encuentran presididas por el juez Ernesto Sebastián, y secundado por los jueces Sebastián Foglia y Marcos Aguerrido.

“No lo busque más, se lo chuparon los militares”

En este caso, declaró de manera virtual desde la Provincia de Tucumán la testigo Adriana Belinda Tejerizo, quien es esposa de Héctor Reinaldo Correa (víctima de esta Megacausa).

Correa tenía 27 años, era contador público y se desempeñaba en un estudio contable en la ciudad de Comodoro Rivadavia. Vivía junto a la testigo y los dos hijos de ambos. Fue secuestrado el de agosto de 1977 mientras se dirigía a su lugar de trabajo.

Al referirse a él, la testigo comentó que “mi esposo en el segundo año de su carrera se relacionó con Bienestar Social a través de los curas del Tercer Mundo” y “concurría a las villas miseria y ayudaba a la gente junto a los sacerdotes”.

“También pertenecía al centro de Estudiantes y se afilió a la Juventud Universitaria Peronista (JUP)”, agregó sobre las actividades de su compañero.

La pareja era oriunda de Tucumán y, debido a la persecución, ambos se vieron obligados a refugiarse en un pueblo del sur de la Patagonia llamado Epuyén donde pasaron cuatro meses recluidos. Luego, fueron a vivir a Comodoro Rivadavia donde Correa consiguió trabajo como Contador.

Sobre el secuestro, Tejerizo explicó que “ese día teníamos turno con el médico con mi hijo más chico”. “Al no llegar, me asusto, empiezo a preguntar y nadie sabía nada de él“, continuó, “a la tarde me voy a la policía”. “Allí el comisario me dice ‘no lo busque más señora porque seguramente lo chuparon los militares’“, completó.

Correa fue secuestrado junto a su propio auto, que nunca más apareció. La mujer y sus dos pequeños hijos, ante el temor por lo que vivían, se fueron nuevamente a Tucumán.

“Que quede en claro que mi esposo no ha sido ningún delincuente”

Cerca de fines de septiembre, su suegro supo por contactos con la Iglesia Católica que su hijo, Héctor Correa, estaba preso en Bahía Blanca. Cuando se disponían a buscarlo, se enteraron por los diarios de un supuesto enfrentamiento donde fue asesinado.

“Leímos en el diario ‘delincuente subversivo abatido en Bahía Blanca’ así nos enteramos de su muerte. Apareció como poniendo una bomba en Bahía Blanca. Eso por supuesto que no existió. Al otro día llego un telegrama pidiendo que vayan a reconocer el cadáver”, recordó.

“Se fue mi cuñado y una hermana mía a Bahía Blanca, retiraron el cadáver y lo trajeron a Tucumán“, expresó, al tiempo que agregó: “El cuerpo tenía muchos impactos de bala y lo que yo si vi es que tenía en la frente un disparo“.

Aunque ella pudo verlo cuando lo llevaron brevemente a su casa, no se le permitió a la familia realizar un velatorio, ni publicar avisos fúnebres. Sobre su experiencia luego del hecho, recordó:

“Después de eso yo entre en un shock, una depresión tremenda, en un miedo que entren a mi casa, que me saquen a los chicos… Yo ya no pude hacer más nada, todo hacía mi suegro”.

Además, explicó que “las consecuencias para la familia fueron nefastas, entré en una depresión como por dos años” y “la familia se tuvo que hacer cargo de mis hijos porque yo no podía atenderlos“.

Para mi hijo menor ha sido bastante difícil, siempre ha tenido problemas, ha sido duro para los dos, pero el menor ha estado hasta grande en tratamiento psicológico“, agregó.

Para finalizar Adriana expresó lo doloroso que le resulta pasar por esta situación de juicio, pero, sin embargo, remarcó que:

Lo hago para que quede en claro que mi esposo no ha sido ningún delincuente, que han sido momentos de terror para nosotros, por lo que han hecho las Fuerzas Armadas. Me han entregado un cadáver acribillado entero a balazos y fue muy duro. Espero que no suceda nunca más”.

El Terror dentro de la Universidad y sus aulas

Otro de los testimonios escuchados fue el de Marta Garrido, a quien no se le tomó declaración la semana anterior por falta de tiempo, según dijeron los jueces.

Garrido era compañera de estudio de la carrera de Letras, en la Universidad Nacional del Sur, de Hugo Alfredo Fuentes en el año 1977. Quien fuera su compañero está desaparecido hasta hoy, y su caso se expuso el pasado 23 de febrero.

Fuentes era oriundo de Tandil, y se había radicado en Bahía Blanca para estudiar en la UNS. Vivía en el pensionado universitario católico de calle Zapiola al 400, cerrado por las fuerzas armadas por considerárselo un “semillero subversivo”.

La testigo dio cuenta del clima de miedo que se vivía en la época, como también de varios estudiantes que desaparecieron en ese momento y que ella conocía. “Estábamos desesperados por terminar la carrera e irnos de la universidad porque era 1977″, comentó. Además, detalló como era la vida en la UNS:

“Era muy traumático, era de miedo era entrar a la Universidad a un aula y mirar que banco estaba vacío, porque cada vez éramos menos, no se hablaba, se desconfiaba de todo el mundo”.

“Nos íbamos enterando de la desaparición de algunos por ejemplo de Cora Pioli, también cursé con ella algunas materias”, continuó, haciendo referencia a varias estudiantes desaparecidas de la casa de estudios, “a Zulma Izurieta también la conocí preparando determinados temas”.

La declarante relató que no volvió a ver a la víctima, aunque por terceros supo de versiones que decían que a Hugo Fuentes lo habían tirado al mar.

Para finalizar, ofreció el legajo universitario de Fuentes, el cual recibió de la Universidad, ya que no habían asistido familiares que lo reclamaran. Luego cerró con una bellísima poesía escrita por el mismo Hugo Fuentes dedicada al pensionado:

Poesía del Desaparecido Hugo Fuentes publicado en el libro “Voces de la Memoria” de Abuelas Relatoras Bahía Blanca
Poesía del Desaparecido Hugo Fuentes publicado en el libro “Voces de la Memoria” de Abuelas Relatoras Bahía Blanca

“Entraron tirando tiros al techo”

Por su parte el testigo Pedro Troncoso, declaró en torno al caso de Julio Antonio Infante Julio, conocido como “El Chiva”, quien fue acribillado el 18 de mayo de 1976, cerca de las 3 de la mañana, en el comercio “Bowling Center” de calle Chiclana, entre O’ Higgins y Donado, cuando un grupo de alrededor diez u once encapuchados ingresaron violentamente.

Troncoso, con apenas 16 años, trabajaba en el local de “parapalos” y fue testigo involuntario de aquella noche de horror que jamás pudo olvidar.

“De repente escucho que por la entrada venía gente gritando y tirando tiros al techo, no entendía que pasaba. Nos dicen, todos contra el piso, me pegan una patada, y quedo debajo de las maquinas“, relató.

Luego, recordó que “allí comienza un tiroteo, donde recuerdo mucho olor a pólvora y mucho humo, el humo era tanto que no dejaba ver la oficina“.

El destinatario de los disparos de esta numerosa patota era Infante Julio, a quien Troncoso no conocía demasiado, pero pudo ver como salió de su oficina herido:

Escucho un grito de dolor, se abre la puerta de la oficina y sale alguien doblado en 45 grados que hace dos o tres pasos y se cae al suelo. Alcanzo a ver su brazo derecho… como que estaba muy suelto”.

Una de las personas le hace un torniquete en el brazo, lo enganchan de las axilas y se lo llevan“, detalló, “golpean a otra persona que estaba con él ahí, se le sientan arriba, lo agarran de los pelos y lo golpean contra el suelo”. “Después de eso se van todos“, agregó.

Luego de eso, todos los empleados fueron llevados a la comisaría, donde es retirado por sus padres, quienes estaban desesperados buscándolo por toda la ciudad.

No volví más a ese lugar… Y creo que tampoco a ningún otro” expresó, dando cuenta del miedo que le produjo lo vivido.

La parodia del “secuestro por Montoneros” de un conscripto

El testigo restante, Juan Carlos López del Ponte, declaró en relación a la víctima Teodoro Alfredo Bonfiglio, quien se encontraba haciendo el Servicio Militar Obligatorio en el Batallón Arsenales 181 de la vecina localidad de Pigüé.

Bonfiglio ingresó al Batallón a principios de marzo de 1977. Luego de que el capitán Oscar Norberto Moschini, Jefe de la Compañía de Comando y Servicio de esa unidad, le otorgara una licencia, el 12 de marzo él mismo se ofreció a trasladarlo a la ciudad de Bahía Blanca en su automóvil particular.

Inmediatamente, Moschini realizó una llamada telefónica, confirmándole a alguien la realización del viaje. Mientras concretaban el traslado programado, Bonfiglio fue secuestrado a la altura del paraje “La Vitícola”, Km. 28 de la Ruta Nacional 33.

El episodio fue fraguado bajo la puesta en escena de un operativo de secuestro por parte de la organización “Montoneros”, de acuerdo a los dichos del propio Moschini -único testigo del hecho- plasmados en los expedientes de la época.

El 21 de julio de 1977, el cuerpo sin vida de Teodoro Alfredo Bonfiglio fue hallado junto al de las víctimas Daniel Gastaldi y Carlos Cristian Oliva, cerca de la morgue de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.

Los cuerpos de los tres jóvenes permanecieron durante diez días en el lugar, hasta ser trasladados a la Comisaría 3ra de Lomas de Zamora. El 30 de agosto de 1977, los padres de los tres muchachos fueron llamados a identificar los cuerpos, cuyo estado era irreconocible.

Cuadragesimosexta audiencia de la Megacausa Zona 5 (2 de marzo de 2023)

¿Cuándo siguen las audiencias?

Las Audiencias continúan el próximo jueves 9 de marzo, desde las 9 horas, en la sede del Tribunal Oral de Chiclana y Lavalle de nuestra ciudad.

Los juicios son orales y públicos y puede concurrir cualquier persona que así lo desee, con su DNI.

Las audiencias se emiten de manera virtual por el canal de YouTube de la Subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y por el canal del Poder Judicial, en cuyos canales se pueden encontrar subidas todas las audiencias realizadas durante el año 2022, así como en el micrositio de la Megacausa Zona 5 en El Ágora Digital.

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