El peronismo desde la perspectiva antiperonista o qué aporta Pichetto a Macri

Después de la elección de Pichetto como compañero de fórmula muchos se hicieron la pregunta de qué le aporta Pichetto a Macri si la respuesta no es votos y eso es lo que le falta al presidente para poder ser releecto. La respuesta se puede ver por las primeras e histriónicas acciones del senador experonista.

Pichetto se mueve con la gestualidad del peronismo, es enérgico, articulado en su discurso y contundente, en breve es un hombre de política y de acción. Sin embargo, el peronismo no es más que una cáscara vacía sino que tiene una identidad que se forjó al fuego del calor popular del 17 de octubre de 1945, día que todo peronista siente y celebra cada año.

El “Día de la Lealtad” se conmemora cada año como el recuerdo de un Pueblo que se movilizó y se convocó en defensa de Juan Domingo Perón, perseguido político por el sistema por su pretendido “populismo” al garantizar derechos de los trabajadores a tono con los que a través de las luchas obreras se conquistaron en los países “más civilizados”.

Pichetto dijo que no cree en la Lealtad como un valor a tener en cuenta en la política y es cierto que hay sectores del kirchnerismo, principalmente no encuadrados en organizaciones y partidos políticos, que hacen de la denuncia de la traición una bandera casi como excusa para no querer entender la realpolitik que se teje por detrás de la escena política.

No obstante, la Lealtad es un valor fundamental y constitutivo del peronismo, lo que no quita que el peronismo también sea ponderado por su comprensión de la realpolitik.  La correlación de las fuerzas políticas muchas veces no son visibles al ojo inexperto del ciudadano, que sólo ve su desarrollo como subproducto. Su justo entendimiento requiere justamente un análisis que demanda una formación ciudadana y política y que hoy, con el avance vertiginoso de la tecnopolítica, es cada vez mayor y se vuelve de necesidad constante.

Como valor, la Lealtad en política, no tiene que ver con un verticalismo extremo ni un dogmatismo ciego, sino con una relación de reciprocidad entre un dirigente político y la ciudadanía a través de la confianza construida y legitimidad día a día con acciones políticas concretas, que interpreten las necesidades de cada sector y la satisfaga de la mejor manera posible, siempre priorizando al conjunto de la sociedad.

Es por esa relación de ida y vuelta que el pueblo salió a la calle a bancar a Perón en el 45 y a Cristina Fernández de Kirchner en 2016, la primera vez que fue llamada a declarar ante Bonadío y los medios se encargaban de instalar que podría quedar detenida.

Que Marcos Peña y Durán Barba hayan resistido la “peronización” de Cambiemos pero ahora tengan que “tragarse el sapo” no significa que Cambiemos se haya vuelto “más peronista”. Simplemente es una muestra de que la línea del purismo fracasó y que el peronismo es necesario como elemento de comunicación del oficialismo porque es transversal a todos los partidos políticos y no sería muy arriesgado postular que constituye un elemento troncal de la argentinidad.

El peronismo de Pichetto es poco más que una pose que viene a complementar el pretendido purismo honestismo de raigambre antiperonista encarnado en Mauricio Macri, cuya legitimidad política ante su electorado duro emana del hecho de que como es rico “no piensa en robar” y al que “su padre le enseño el valor del esfuerzo”.

Pichetto por el contrario, le brinda a Macri “gobernabilidad” por ser un hombre de acción, un “rosquero” que sabe como se maneja la política “porque es peronista” y porque “en política al honesto no le dejan hacer nada”. Pichetto es el paradigma del peronismo, visto desde la perspectiva del antiperonismo y es además, un “Defensor del Cambio” impulsado por la marca Cambiemos.

 

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