Siguen apareciendo detalles en la investigación de la red paraestatal de inteligencia investigada por Alejo Ramos Padilla, entre ellos, que los jueces supremos Carlos Rosenkrantz y Horacio Rossati fueron espiados. Mientras tanto, en Casa Rosada suena un silencio de cementerios sobre el asunto y ya advierten que será virtualmente imposible arrebatarle la causa al juez de Dolores.
La red de espionaje paraestatal integrada por miembros y exmiembros de la AFI, jueces, fiscales y periodistas amarillos, tuvo en su origen el objetivo de lograr poner a Cristina Fernández de Kirchner tras las rejas. Sin embargo, con el paso del tiempo, el accionar de este grupo de tareas se fue desvirtuando y además comenzaron a extorsionar empresarios, investigando delitos privados (como los del ex marido de la actual esposa de Stornelli), los movimientos económicos y relaciones personales de la gobernadora María Eugenia Vidal, las opiniones de periodistas de Animales Sueltos e incluso, los movimientos de los jueces de la Suprema Corte.
Las declaraciones del ex AFI Rolando Barreiro, quien pidió acogerse a la figura del “arrepentido, dan cuenta que en marzo de 2016, el ministro de Germán Garavano se reunió con Leonardo Fariña para prometerle dinero y una casa por involucrar a la expresidenta con el empresario Lázaro Báez. En esa reunión participó la abogada de Fariña, Giselle Robles, quien luego renunció cuando los agentes comenzaron a amedrentarla para garantizar su silencio.
Barreiro explicó que la mayoría de los datos de los empresarios y de los movimientos de los jueces supremos tenían su origen en el fiscal de Mercedes, Juan Ignacio Bidone. Según Barreiro, Bidone cobraba por esos datos, lo que quedaría demostrado en los pagos de pasajes a Cancún para el fiscal y sus allegados. La compra del paquete turístico se realizó en una agencia de Canning, donde residía D’Alessio, y el pago fue realizado por una mujer de nombre “Julieta”, que sería la secretaria de D’Alessio.
En la gobernación hay un gran malestar por la información encontrada en la computadora de D’Alessio y se sabe que Vidal habló tanto con Macri como Arribas, quienes le juraron que no estaba siendo investigada. Vidal descree de estas versiones pero no realiza declaraciones públicas para evitar hundir más la alicaída imagen del Presidente.
Finalmente, las declaraciones del arrepentido espía Barreiro señalan a los periodistas Daniel Santoro, Luis Majul y Eduardo Feinmann como consumidores de los informes de la red de espionaje estatal develada por las maniobras de Marcelo D’Alessio.