El stock de deuda externa superó los 300 mil millones de dólares en un contexto de déficit de cuenta corriente y escasez de dólares que el gobierno de Javier Milei busca sortear con los ingresos por la quita temporal de retenciones y el apoyo financiero de Estados Unidos.
En medio de idas y vueltas del gobierno de Javier Milei respecto a las retenciones al sector agrícola y la reimposición de controles cambiarios, el stock de deuda externa argentina alcanzó los u$s305.043 millones durante el segundo trimestre de 2025, marcando el nivel más alto en dos décadas.
El dato, difundido por el INDEC, representa un incremento de u$s23.783 millones respecto al trimestre anterior, equivalente a un alza del 8,5% y constituye el mayor registro nominal desde que el organismo comenzó a publicar estas estadísticas en 2006.
Endeudamiento y deterioro de la cuenta corriente
El principal responsable de este crecimiento fue el endeudamiento del gobierno general, que experimentó un aumento de u$s18.480 millones, impulsado fundamentalmente por un desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI) por u$s12.398 millones.
Actualmente, la deuda con organismos internacionales totaliza u$s92.964 millones, de los cuales aproximadamente el 60% corresponde al FMI y el 30% restante se distribuye entre el BID, el BIRF y el CAF.
No es la primera vez que la deuda externa aumenta durante la gestión de Luis Caputo. El actual Ministro de Economía ya había sido artífice de un significativo incremento de la deuda durante su paso por el gobierno de Mauricio Macri.
Otros sectores también contribuyeron al aumento del pasivo externo: el Banco Central registró un incremento de u$s2.380 millones debido a la ampliación de la operación REPO acordada con siete bancos internacionales.
Por su parte, las sociedades no financieras, hogares e instituciones sin fines de lucro elevaron su deuda en u$s2.435 millones, mientras que el sistema bancario sumó u$s559 millones. Únicamente las otras sociedades financieras redujeron su exposición externa en u$s71 millones.
El informe del INDEC detalla que más del 70% de la deuda externa está denominada en moneda extranjera y presenta vencimientos a largo plazo. Además, el ratio deuda externa/exportaciones anuales superó el 300%.
Paralelamente al incremento del endeudamiento, la cuenta corriente cerró con un déficit de u$s3.016 millones durante el segundo trimestre, revirtiendo por completo el superávit de u$s3.732 millones registrado en el mismo período de 2024. Este resultado adverso del balance de pagos refleja una mayor salida de divisas por diversos conceptos.
La balanza comercial de bienes, que había arrojado un superávit de aproximadamente u$s7.100 millones en el segundo trimestre del año anterior, redujo drásticamente su resultado positivo a apenas u$s2.600 millones en igual período de 2025. Simultáneamente, la balanza de servicios amplió su déficit desde más de u$s1.100 millones a casi u$s2.500 millones.
Economistas como Carlos Melconian, Luis Secco y Hernán Lacunza habían anticipado este desbalance, atribuyéndolo al incremento en el nivel de importaciones, gastos en turismo y transferencias al exterior de empresas.
De hecho, Melconian expresó: “En solo tres meses nos hemos patinado toda la Ganancia de Vaca Muerta“, señalando que entre abril y julio salieron aproximadamente u$s12.000 millones en turismo y compras al exterior.
Lacunza, por su parte, advirtió sobre la fragilidad del esquema: “Evitó la crisis y concede tiempo. Pero una corrida de 0,15% del PBI interpela la solidez del régimen cambiario. No se puede vivir siempre con tanques de oxígenos prestados. Sacar la cabeza de abajo del agua: acumular reservas”.
La referencia apunta al anuncio del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, sobre un eventual préstamo para Milei (que hasta ahora quedó únicamente en el anuncio) y la desprolija quita de retenciones de 48 horas implementada por el gobierno.

Bessent confirmó que el salvataje financiero a Javier Milei es para “ayudarlo a llegar a las elecciones”
Brecha cambiaria y escepticismo en el mercado
Los ADRs y bonos soberanos registraron caídas por tercera jornada consecutiva, mientras que el riesgo país volvió a superar los 1.100 puntos básicos, alcanzando 1.124 puntos. Entre los ADRs más afectados, Central Puerto lideró las bajas con un retroceso del 4,6%, seguida por YPF (-2,7%), Edenor (-2,6%), Pampa Energía (-2,4%) y Transportadora de Gas del Sur (-1,5%).
En el mercado de bonos soberanos en dólares, las pérdidas alcanzaron hasta el 3,4% en el Global 2035, seguido por el Bonar 2038 (-3,1%), el Bonar 2041 (-2,9%) y el Bonar 2030 (-2,7%). A contramano de esta tendencia, únicamente el Global 2046 ganó 3,4%.
El dólar mayorista repuntó $34 hasta ubicarse en $1.351/$1.360, tras haber caído casi $150 la semana anterior. El Contado con Liquidación rozó los $1.500 y la brecha cambiaria cerró en 10%, retornando a dos dígitos. El dólar oficial en el Banco Nación aumentó $30 y cerró en $1.380 para la venta, mientras que el dólar MEP se elevó $23 hasta los $1.455.
Los contratos de futuros experimentaron un recalentamiento generalizado, con el contrato a octubre operando con una TNA cercana al 70%, ubicándose en $1.431, mientras que para fin de año el precio se elevó a $1.559.
Las reservas brutas del Banco Central cayeron u$s116 millones, pese a que el Tesoro acumuló u$s500 millones mediante operaciones en bloque. Esta disminución obedeció a pagos de deuda a organismos internacionales por u$s334 millones, incluyendo obligaciones con el Club de París (u$s116 millones), el BID (u$s65 millones) y el CAF (u$s97 millones).
Fuentes del mercado destacaron que la incertidumbre electoral pesó en la caída de los títulos argentinos y que existe pesimismo sobre los activos locales. La Universidad Torcuato Di Tella dio a conocer un desplome de 8,2% en su Indicador de Confianza en el Gobierno respecto a agosto, acumulando una caída del 10% contra el año anterior.
El viernes anterior a estos movimientos de mercado, el Banco Central de la República Argentina dispuso volver a aplicar la restricción cruzada para personas físicas: quienes accedan al mercado oficial no podrán operar en el CCL ni en el MEP durante los 90 días posteriores.
Esta medida se suma a limitaciones que ya estaban vigentes para compañías y que días atrás se habían reinstaurado para ejecutivos y socios de entidades financieras. Con esta restricción, a todas luces contraria a la narrativa libertaria, Santiago Bausili (titular del Banco Central) pretende desalentar maniobras especulativas.
Hasta la implementación de esta restricción, los individuos podían aprovechar la diferencia de cotizaciones mediante un circuito de arbitraje: compraban al tipo de cambio oficial, vendían a través de un bono en el segmento financiero y con los pesos obtenidos regresaban al mercado oficial, permitiéndoles reducir la distancia entre ambas cotizaciones.

Milei volvió a poner las retenciones luego de que el campo liquidara 7 mil millones de dólares en 3 días
El esquema cambiario: Expectativas a futuro
Federico Machado, economista del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN), explicó que la restricción cruzada “impide el arbitraje entre ambos mercados (comprar el oficial a menor precio y vender el paralelo a mayor precio) con lo cual genera que exista brecha, sobre todo por la sobredemanda que tiene el MEP, dadas las empresas que no pueden acceder al oficial”.
Según Machado, las consecuencias incluyen una mayor expectativa de devaluación a futuro, ya que los agentes ajustan sus expectativas al precio más elevado, distorsiones en el comercio exterior con adelantamiento de importaciones y postergación de exportaciones, y una caída de la demanda de dinero debido a que el peso pierde calidad como moneda.
El analista financiero Christian Buteler coincidió en que la nueva traba probablemente haga crecer la disparidad entre los distintos segmentos del dólar. Enumeró múltiples efectos adversos:
“Primero, daña la credibilidad del esquema cambiario. Además genera expectativas de devaluación futura. En el comercio exterior, el importador intenta adelantar todas las importaciones previendo que en algún momento esa brecha se va a cortar con una devaluación y el exportador hace lo contrario: demora lo máximo posible la liquidación para ver si puede encontrar un mejor valor para sus dólares”.
Buteler añadió: “Con brecha no hemos podido crecer en reservas ni mucho menos. También frena inversiones porque todo aquel que quiere invertir debería entrar por el oficial. Pero si sale, sabe que debe hacerlo a través de los financieros y la diferencia de cotización genera una pérdida“.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de Equilibra, advirtió que la brecha “complica a la economía” ya que “distorsiona incentivos (todos quieren arbitrar/lucrar con la brecha, más no invertir en economía real), complica la acumulación de reservas y, con cepo o brecha, es muy difícil crecer”.
Un informe de Max Capital anticipó que la reinstauración parcial del cepo cambiario plantea una disyuntiva para la administración: “Deberá reinstaurar otras restricciones o bien avanzar hacia una flotación plena, levantando las limitaciones pendientes. Las restricciones cambiarias no vienen a medias. Eventualmente terminan por aplicarse por completo o se eliminan del todo”.
El reporte señaló que la nueva regulación permite al Gobierno comprar dólares a menor precio, pero con el costo evidente de una brecha más amplia. Además, planteó que los individuos buscarían arbitrar comprando bienes al tipo de cambio oficial, lo que presionaría sobre las importaciones y obligaría a restringirlas de alguna manera.
