En un contexto económico marcado por la tensión cambiaria y la incertidumbre, el economista y secretario de Hacienda de Monte Hermoso, Matías De Ángelis, dialogó con Juani Guarino en El Ágora 2025.
El funcionario analizó la reciente intervención del Banco Central, la pérdida de credibilidad del modelo de bandas y el “círculo vicioso” que retroalimenta la desconfianza. Con una mirada técnica y crítica, calificó el proyecto de presupuesto como una “ilusión” y, si bien marcó similitudes con la crisis de 2001, trazó un horizonte de salida para el país hacia 2030, siempre y cuando se tomen las decisiones correctas en el presente.
Un círculo vicioso: la intervención cambiaria y la pérdida de credibilidad
De Ángelis comenzó por explicar la reciente decisión del gobierno de intervenir oficialmente el mercado cambiario a través del Banco Central, algo que, según él, marca una contradicción fundamental. “Es un gobierno que se tilda de liberal pero efectivamente día tras día su pragmatismo se vuelve muy intervencionista”, señaló.
El problema, explicó, no es la intervención en sí, sino el origen de los dólares utilizados:
“No le gusta al mercado que lo está haciendo con dólares que no son propios, sino que son dólares que iban a estar a resguardo para el pago de sus propias deudas”.
Esta acción, que utiliza reservas provenientes del FMI y de los encajes bancarios, genera un “círculo vicioso”: los tenedores de bonos, al ver que se usan los dólares que debían garantizarles el cobro futuro, venden sus títulos, lo que genera más presión sobre el tipo de cambio y obliga al Central a intervenir con más fuerza. Para De Ángelis, este desenlace era previsible.
“Para los que tenemos una cierta cuestión académica de estudio y años de experiencia (…) se sabía que estos planes terminan de esta manera”, sentenció.
Un presupuesto irreal: “Una ilusión de una Argentina que no va a pasar”
El economista fue particularmente crítico con el proyecto de Presupuesto 2026 presentado por el presidente, que proyecta una inflación del 10% anual y un dólar más bajo que el actual. “No entiendo el objetivo de este presupuesto”, admitió, y descartó que se trate de una subestimación estratégica para ganar margen de maniobra, como hacían gobiernos anteriores.
Para él, las cifras reflejan una desconexión con la realidad.
“Yo creo que es una ilusión de una Argentina que ellos o alguna parte del gobierno piensan que hay (…) Traducido en el presupuesto, no es más que lo que escuchamos muchas veces por Twitter del presidente”.
Esta visión, que se manifiesta en afirmaciones como haber sacado a 12 millones de personas de la pobreza, se plasma en un presupuesto que, al no ser creíble en sus variables fundamentales, pierde todo su valor como hoja de ruta y señal para los inversores.
Ecos de 2001 y un horizonte en 2030
Consultado sobre las similitudes con la crisis de 2001, De Ángelis fue cauto pero preciso. Marcó dos grandes diferencias a favor del presente: la inexistencia de una ley de convertibilidad y un sistema bancario “mucho más saneado”.
Sin embargo, también señaló paralelismos preocupantes, como tasas de interés reales positivas no vistas desde aquella época y la preparación de una estructura para un posible canje de deuda que recuerda al “megacanje” y al “blindaje”.
A pesar del diagnóstico pesimista, se mostró convencido de que hay una salida. “Argentina siempre ha tenido salidas y la va a tener en esta, porque Argentina es un país rico y lo único que nos falta es saber aprovechar esa riqueza”.
Trazó un horizonte hacia 2030, año en que las proyecciones indican un fuerte superávit comercial gracias a la maduración de las exportaciones de gas, petróleo, minerales y litio. El gran riesgo, advirtió, es que las decisiones actuales, como un mayor endeudamiento para sostener una “estabilidad ficticia”, hipotequen ese futuro promisorio.
“La mejor ganancia es no perder”
Finalmente, De Ángelis ofreció recomendaciones para las familias que logran tener una pequeña capacidad de ahorro en este contexto complejo. Su consejo principal fue la prudencia. “La mejor ganancia es no perder”, afirmó. Recomendó enfáticamente no tomar decisiones arriesgadas ni meterse en deudas indexadas como los créditos UVA.
Para quienes buscan resguardar su dinero, sugirió volver a los refugios clásicos: “Uno es comprar moneda dura, por así se dice en la jerga, otro es el ladrillo y otro es la tierra”. Su mensaje final fue un llamado a la calma y a la espera: “Que se hagan precavidos, que esperen las elecciones, que en todo caso si tienen que tomar una decisión trascendental, se tomen tiempo y respiren y pasen la decisión para después de octubre”.
