Sabrina Garbiero: “El de la desaparición es uno de los peores estados… para un chico es demoledor”

tribunal megacausa zona 5

El pasado jueves 15 de diciembre se realizó la cuadragésimo primera audiencia en el juicio por Delitos de Lesa Humanidad que se realiza en Bahía Blanca conocido como Megacausa Zona 5.

En la anteúltima audiencia del año 2022, pudo escucharse el relato de cinco testigos en relación a los casos de las víctimas de esta causa: Roberto Garbiero, Carlos Domínguez, Juan Carlos Pradanos, y Carlos Oliva.

El juicio cuenta con 37 imputados de las fuerzas Armadas y de Seguridad, acusados de secuestros, torturas, violaciones, asesinatos, desapariciones y robo de bebes durante la última dictadura genocida, en perjuicio de 333 víctimas. Entre tanto, el Tribunal Oral está compuesto por los jueces Ernesto Sebastián, Marcos Aguerrido y Sebastián Foglia.

“Nos robaron todo. Hasta habían matado al perro”

El primer testimonio fue el de Sabrina Garbiero, hija de Roberto Juan Garbiero “Jimmy”, quien fue secuestrado en la mañana del 19 de agosto de 1976, cuando salía de su domicilio a trabajar, y aún continúa desaparecido.

Garbiero vivía en la calle 19 de mayo al 500 de Bahía Blanca, junto a su compañera Lidia, y sus dos pequeños hijos, Sabrina y Juan Martín. Trabajaba como viajante y era empleado no docente del Departamento de Física de la Universidad Nacional del Sur. Militaba inicialmente en la Juventud Peronista y luego en Montoneros.

Al ser preguntada por el día de secuestro de su papá, Sabrina expresó que:

“Ese día no lo vivenciamos. Vivenciamos los pre y los post, de esa situación. Supimos que esa mañana salía de mi casa y fue interceptado por gente que después los vecinos identificaron con características propias, como falcon verdes, vestimentas de grupos militares, habían cortado ambas esquinas, tanto 12 de octubre como Alem y que se lo habían llevado con violencia. Mi mama los pudo escuchar porque estuvieron merodeando toda la casa”.

La esposa de Garbiero rápidamente intenta radicar la denuncia en dependencias policiales situadas en la Av. Alem (Comando radioeléctrico) y no se la toman:

“Mi mamá con mis abuelos salen a recorrer, hacen un raid para ver donde podía estar. De ahí en adelante recorrieron muchos organismos y no hubo respuesta”.

La mujer con sus dos pequeños hijos se fueron de la casa y cuando vuelven al día siguiente, la misma había sido saqueada:

“Al otro día vuelve y estaba absolutamente todo revuelto, nos habían robado todo, y habían dejado carteles en las paredes muy intimidatorios, hasta habían matado al perro. Saquearon todo e incluso hicieron pozos en el patio buscando vaya a saber que, no sé.”

Sabrina relata que, en paralelo a este ataque a su casa familiar, también fue allanado de manera similar un campo de familiares de su madre, en la localidad de Dorrego a 90 km de Bahía Blanca aproximadamente buscando y pidiendo por su padre.

Refiere que actuaron de manera similar, se expresaban igual y dejaron carteles con amenazas parecidos en las paredes.

“El de la desaparición es uno de los peores estados”

La búsqueda de la familia, en diversos y numerosos organismos y espacios donde podían denunciar y buscar a Garbiero, fueron infructuosas. Desde ese momento la familia se mudó de Bahía Blanca a Monte Hermoso.

“Bahía Blanca para mi mamá significaba dolor y miedo. Interpreto también que por un resguardo hacia nosotros” explicó contando el motivo por el cual se fueron.

Para finalizar Sabrina expresó que:

“Después de tantos años, es difícil reconstruir una historia, pretendo sumar a esto que tanta gente padeció, y saber la verdad, que pasó más allá de todo. El de la desaparición es uno de los peores estados, uno no tiene dimensión de donde, de porque, más allá de lo que uno sabe con el tiempo. Y marcar que siendo chico es muy difícil construir y sobrellevar esto… Por un lado, desear que esté vivo, y por otro lado, sabiendo lo que se hizo con todas las víctimas, desear que haya llegado el fin lo más rápido posible. Para un adulto es difícil, pero para un chico es demoledor. El no tener un cuerpo hace que uno busque, porque la esperanza nunca se va…”

“Mi papa era una persona muy activa, muy inteligente, sabia muchísimo, y tenia un compromiso con lo social muy fuerte, con un liderazgo muy importante”.

Ambos hermanos dieron su muestra de sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para buscar el cuerpo de su padre, pero al día de hoy Roberto Juan Garbiero continúa desaparecido.

“Después de eso, nada volvió a ser igual”

Los dos testimonios siguientes, fueron en relación al secuestro de la víctima Carlos Gustavo Domínguez, acontecido en el mes de abril de 1978 en Viedma.

Declararon la hermana de la víctima, Eliana Domínguez, quien en ese momento tenía 14 años y un amigo, Carlos Perren.

Carlos Domínguez se encontraba transitoriamente en el domicilio de su amigo, Carlos Gentile, en la ciudad de Viedma. La víctima fue secuestrado y llevado, junto a Gentile, a un centro clandestino de detención y tortura del Comando Vto. Cuerpo de Ejército.

Su hermana relata que Carlos iba a pasar los veranos con sus amigos a Viedma, y ese verano mientras “estaba parando en una chacra que era de uno de los amigos, Carlos Gentile, y ahí fue secuestrado”.

“Lo llevaron en una camioneta, que dio muchas vueltas y le refirieron que estaba en Bahía Blanca.”

“Después empezaron las torturas… que hicieron que nunca más pudiera dormir con la luz apagada, que nunca más pudiera dormir tranquilo, era despertarse siempre con gritos… y era muy chico. Terrible.” Carlos Gentile también se encontraba allí, junto a él y pudo decirle que era un Centro Clandestino y que se llamaba La Escuelita.

Luego de torturarlo, y de varios de simulacros de fusilamientos, lo llevaron semidesnudo cerca de Patagones, para dejarlo en ese lugar. Desde allí camino hasta la casa de Pelusa Arias, una familia amiga, que lo ayudaron a volver a Buenos Aires.

Una vez con su familia, la hermana refiere que:

“Nunca jamás pensamos en vivir ese infierno. Llegó aterrado, perseguido, paranoico, no quería salir a la calle. Mi papá después lo llevó al médico, pero en ese entonces no había a quien recurrir. Esto se llevó como un secreto intrafamiliar”

Consultada ante el tipo de torturas recibidas por su hermano, la testigo expresó:

“Recibió picana eléctrica en genitales, en boca, en todo el cuerpo, mojarle el cuerpo antes, Intentar abusar de él varias veces, golpes, simulacros de fusilamiento”.

“Esto afectó a toda la familia. Hubo un antes y un después. Carlo evita hacer referencia a todo esto. Entrar en este túnel lo desestabiliza muchísimo. Un psicólogo me dijo: es un espejo que se rompió y nunca se vá a arreglar”.

Para finalizar expresó:

“Agradezco el acompañamiento que tuve. Se hace muy difícil, muy duro. Uno cuando vuelve al pasado quisiera que esto no hubiera sucedido. Estoy acá por mi hermano, sobre todo, por mis viejos, por mí, por mi hija, por mi marido que han sufrido las consecuencias… pido Justicia, la mayor de las condenas para esta gente.”

“Ser la voz de él”

En el mismo sentido declaró el tercer testigo, Carlos Perren, amigo de Domínguez, quien relató la persecución que se sufría en Viedma por entonces, siendo el mismo secuestrado junto a 10 jóvenes más, un año antes que Domínguez.

“Él llego en marzo del 78, era mejor no venir a Viedma, la policía federal y provincial nos perseguían por todos lados, nos querían sacar, que no viviéramos más en el lugar, increíble”.

Perren, como amigo de la víctima, corroboró los dichos de la hermana de Domínguez, en cuanto a los padecimientos sufridos por su amigo.

“Lo afectó emocionalmente, le cuesta hablar, y aquí estoy yo intentando ser la voz de él.”

“Creí que me lo iban a devolver, maltrecho, pero vivo”.

Posteriormente, en cuarto lugar, declaró Mercedes Oroquieta, compañera de Juan Carlos Pradanos, secuestrado en marzo de 1976, asesinado y enterrado como NN junto a Daniel Riganti en un cementerio de la localidad de La Adela.

Su cuerpo fue recuperado un año después, tal como el Ejercito le había advertido a su esposa. 

Pradanos y Riganti eran ingenieros y se desempeñaban como docentes de la Universidad Nacional del Sur. Además, Juan Carlos Pradanos trabajaba en el Departamento de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Sur y en la delegación de Hilario Ascasubi del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. En esta última localidad, la víctima residía junto a su compañera Mercedes Oroquieta y sus cinco hijos.

En la madrugada del 21 de marzo de 1976, Riganti fue secuestrado por un grupo de siete personas que ingresaron violentamente en el domicilio de la familia, en Mitre al 300.

En la misma madrugada, se concretó el secuestro de Juan Carlos Pradanos, en el domicilio de su madre ubicado en Darwin al 600 de Bahía Blanca, mediante un gran operativo percibido por el vecindario.

Oroquieta junto a su familia, comenzaron una búsqueda sin descanso para encontrar a su esposo y saber que había sucedido con él.

En una oportunidad se acercó hasta el barrio Palihue con sus cinco hijos, para entrevistarse con el Gral René Azpitarte, que era comandante del V Cuerpo en ese momento, en quien ella creyó que podía ayudarla a encontrar a su esposo. Relató al Tribunal ese encuentro con mucha emoción:

“Quien iba a pensar que, si te citaban para ayudar, te iban a devolver un muerto. Cuando sale, le digo: ¡que los chicos lo vean! Y le digo a los chicos: ¡Este señor va a buscar a papá! Salimos de ahí, y compre un reloj para mi esposo y masitas de confitería. Les puedo asegurar que yo salí convencida que me lo iban a devolver, maltrecho pero vivo.”

Luego de esa larga búsqueda por el paradero de su esposo, sin resultados positivos, en marzo del 77 le entregan un anónimo a la señora de Riganti con todas las precisiones “su esposo fue enterrado en La Adela con otro ingeniero” tal como lo relató su hija Ángeles en la audiencia del 3 de diciembre último.

“Lo matamos por error”

Los cuerpos de ambas víctimas habían sido encontrados por baqueanos de la zona, acribillados y torturados y fueron enterrados en el cementerio de La Adela como NN sin ningún tipo de identificación.

Luego de trasladarlos a Bahía Blanca y enterrarlo en el cementerio local, la testigo relata que recibieron un anónimo escrito a máquina y con faltas de ortografía que decía:

“Sra de Pradanos, a tu marido lo matamos por error, junto con otro inocente. Este es el precio que tenemos que pagar los que queremos a la patria…”

Para el final la Sra. Oroquieta agradeció quienes llevan a cabo este proceso de Justicia, tan importante y reparador.

“Fue un hecho traumático”

El ultimo testigo de la jornada fue Alejandro Raúl Oliva, hermano de Carlos Cristian Oliva desaparecido en abril de 1977 y asesinado.

Carlos Oliva trabajaba en Austral líneas aéreas, y estudiaba en ingeniería electricista. La familia vivía en el barrio Palihue de la ciudad de Bahía Blanca.

El testigo relató que su hermano se hallaba trabajando, salió a almorzar y no volvió nunca más.

Posteriormente en julio de 1977, el cuerpo sin vida de Carlos Cristian Oliva aparece junto a los de Teodoro Alfredo Bonfiglio y Daniel Gastaldi, en un terreno aledaño a la morgue de Avellaneda, Buenos Aires.

En el mes de agosto del mismo año, los padres de las tres víctimas fueron citados para identificar los cadáveres, que se hallaban en muy malas condiciones.

Su padre reconoció su cuerpo en Lomas de Zamora. Fue citado a la morgue y vio que tenía varios impactos de bala. Los cuerpos de las tres víctimas fueron trasladados por sus familiares recibiendo la orden de velarlo a cajón cerrado.

Su padre había escrito cartas a Videla y al Ministro del Interior; presentó Habeas Corpus y recorrió muchas dependencias, todo sin resultado.

Para finalizar su hermano expresó que “fue un hecho traumático sin dudas. Era un tipo brillante, sobresaliente …” en referencia a su hermano asesinado.

Cuadragésim primarera de la Megacausa Zona 5 (15 de diciembre de 2022)

¿Cuándo siguen las audiencias?

Las audiencias continuarán el día jueves 22 de diciembre desde las 10.15hs, en la sede del Tribunal Oral de Chiclana y Lavalle, día que se cerrará el debate por este año, siendo la última audiencia y continuando luego de la feria judicial, el 9 de febrero de 2023.

Los juicios son Orales y Públicos, y puede concurrir cualquier persona que así lo desee, con su DNI.

Además, las audiencias también se emiten de manera virtual por el canal de YouTube de la subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y por el canal del Poder Judicial.

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