Comenzó la etapa de declaraciones testimoniales en el mega juicio por delitos de Lesa Humanidad que se realiza en Bahía Blanca contra 38 imputados, aunque lamentablemente, sólo pudieron declarar la mitad de los testigos que habían sido previstos.
Un inicio con irregularidades
El Tribunal a cargo de los jueces Ernesto Pedro Sebastián, Sebastián Luis Foglia y Marcos Javier Aguerrido decidió tomar declaración solamente a tres de los seis testigos citados. A las otras tres víctimas se les avisó que no declararían en el mismo momento que debían testificar, por falta de tiempo, según el criterio del Tribunal.
Ante esta situación, la Fiscalía pidió que se agreguen mas audiencias o que se extienda el horario de toma de declaraciones para poder concluir con las testimoniales de los testigos citados. En la etapa preliminar, se había acordado entre las partes al menos 6 testigos por jornada.
Suspender la declaración de una víctima en el mismo momento, conlleva a una revictimización que vulnera sus derechos y va en contra de lo estipulado por la Ley de víctimas.
Desde la querella de H.I.J.O.S., como también la de Nación y Provincia, desde un inicio se pidió al Tribunal más audiencias, para asegurar un mínimo de celeridad ante un juicio tan voluminoso.
El recorte de testimonios a la mitad incurre sin dudas en la duplicación del tiempo estimado de duración del juicio, lo que contraria las acordadas emitidas por el Poder Judicial, que él mismo poder del estado incumple.
En esta primera audiencia testimonial, se corroboraron todas las dificultades que las querellas habían planteado que sucederían, por la experiencia de haber sido parte de los siete juicios anteriores.
El compromiso con los que no están
El primer testigo fue Carlos Rodolfo Entraigas y declaró por algo más de dos horas. Entraigas residía en la ciudad de Viedma, y estudiaba la carrera de ciencias económicas.
El 27 de marzo de 1976, fue secuestrado, por entre 8 y 10 personas armadas y vestidas de civil que manifestaron pertenecer a la Policía Federal Argentina.
De allí lo condujeron a la Delegación Viedma de aquella fuerza, donde fue interrogado y torturado por personal policial y militar, con golpizas y aplicación de “submarino”. Las torturas padecidas provocaron la rotura del parietal derecho y lesiones en piernas y brazos.
“Los que me torturaron no eran buenos en su oficio, no me mataron, ni reconocí que ellos eran los buenos y yo el malo” dijo refiriéndose a los padecimientos recibidos. También dejó en claro que las mujeres sufrían la peor parte de las torturas:
“La tortura era peor en el caso de las mujeres: a la tortura normal y corriente que nos hacían a los hombres, a las chicas le agregaban la parte sexual. Hubo violaciones”.
Al día siguiente, fue trasladado en una avioneta a Bahía Blanca junto a otros dos secuestrados, y conducido al Comando Vto. Cuerpo del Ejército, en donde nuevamente fue sometido a cautiverio y torturas, en un pabellón destinado al alojamiento de conscriptos. El 9 de abril, lo trasladaron a la cárcel UP N° 4, a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Siete meses después es trasladado a la UP9 de La Plata.
Mientras padeció la cárcel, contó que también allí adentro había infiltrados y no todxs eran victimas de la misma persecución. Estando recluido en el Vto Cuerpo, le tocó compartir espacio con un sujeto de apellido Sañudo, reconocido en la ciudad por ser miembro de la Patota de la Triple A, y que no llegó a juicio por haber fallecido antes de su realización.
Entraigas, además recordó a algunos de los compañeros detenidos con los que compartió cárcel, como Arroyuelo, los hermanos Bustos, Duck. Un abogado del Alto Valle, Valemberg, entre otros.
En 1978, tras salir de la cárcel, logra exiliarse en España. Entraigas expresó que aunque le gustaría estar en otro lado, su declaración era un deber: “No nos olvidemos que hay personas que hoy no pueden estar acá”.

Terrorismo de Estado al servicio de los patrones y empresarios
El segundo testimonio fue el de Julio Berardi, quien era productor de ajos en el partido de Villarino y trabajaba en los galpones de empaque.
En 1976, era Secretario General de la Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE) y delegado de la subdelegación de la CGT de esa localidad. Fue detenido el mismo 24 de marzo por la policía de la Provincia y por la noche trasladado a Bahía Blanca.
Pasó por las dependencias del Ejercito de Saavedra y Luiggi, la Comisaría 4ta y luego la sede de la Policía Federal en calle Rondeau al 100, en la cual sufrió aberrantes torturas.
Lo liberan luego de interminables padecimientos y a los pocos días lo vuelven a secuestrar en Médanos trayéndolo nuevamente a Bahía Blanca, manteniéndolo en cautiverio en el Comando radioeléctrico, la Comisaria 2da y en el Batallón de Comunicaciones 181, donde permaneció secuestrado junto a otros dirigentes sindicales.
Luego de pasar por la cárcel de Villa Floresta fue liberado en septiembre de 1976. En su paso por los diferentes centros pudo dar cuenta de otras victimas como Benamo, los hermanos Giorno, Traversa, los hermanos Bustos, Carracedo, entre otros.
El testigo narró la persecución gremial que sufrió y no solamente de parte de los militares, sino de sectores empresariales, que lo amenazaban: “Si protestás, voy al Comando y te denuncio” declaró. En 1977 el subcomisario Palmieri le hizo firmar la renuncia al gremio, cosa que hizo, porque “me iban a matar”.
"Ahora estamos nosotros. Ahora van a ver lo que les va a pasar"
Para finalizar y en tercer lugar, declaró Rafael Silva quien era primer vocal del gremio de FATRE, secuestrado junto a su compañero Berardi el mismo 24 de marzo, día del golpe cívico-militar.
Como dirigentes gremiales recorrían los galpones de empaques en Médanos, Mayor Buratovich, Villalonga, etc. atendiendo los reclamos de delegados y trabajadores rurales. Ese mismo 24 de marzo, al acercarse a unos galpones de empaque de cebolla, el encargado los recibió diciéndoles “ahora estamos nosotros. Ahora van a ver lo que les va a pasar. Los voy a hacer meter presos”.
A los 5 minutos llego la policía y los detienen.
Lo traen a Bahía Blanca en su propio auto, con una persona apuntándole todo el camino desde el asiento de al lado y el otro con otra arma desde atrás. Otros compañeros de su sindicato fueron trasladados en dos camiones del Ejército, cargada de gente secuestrada.
Silva dio detalles precisos de las torturas a las que fueron sometidos, que incluyeron golpes, patadas... les caminaban encima y hasta los orinaron. Fueron encerrados en un calabozo que asegura que era en la Policía Federal de calle Rondeau.
El superviviente del terrorismo de Estado contó que cada madrugada,
“Nos sacaban de a uno a un segundo piso, ponían música fuerte y nos ponían la picana en los testículos, nos levantaban las uñas, nos hacían mojar los pies con agua y ponían electricidad… y después sacaban al otro compañero y así todos…Era un calvario.”
También cuenta que una noche los llevan a la ruta, camino a la Carrindanga y los obligan y arrodillarse y abrazarse “aquí los vamos a matar” les dijeron, y realizan un simulacro de fusilamiento.
Después de eso estuvo 6 meses sin salir ni a la puerta de la casa. “Me costó mucho encaminar mi vida” relato. Además, dio cuenta también de los gritos de las mujeres que se hallaban detenidas en ese lugar y eran torturadas.
"Volvió a tener actividad en el sindicato?" le preguntó la fiscalía sobre el final, a lo que respondió "No, nunca más. Ni pienso tener".
De este modo, Entraigas y Silva, ambos trabajadores y sindicalistas, dieron cuenta de las complicidades civiles empresariales, y cómo estos sectores se valieron del Terrorismo de Estado para acallar reclamos obreros y beneficiarse económicamente por medio del terror, la tortura y la muerte.
¿Cuándo siguen las audiencias?
La próxima audiencia será el día 21 de abril, con la declaración de manera virtual de una de las victimas que no pudo declarar el pasado jueves, y continuará ese mismo día con la declaración del imputado, Claudio Kussman, quien se halla acusado de secuestros, torturas y homicidio con alevosía.
Los juicios son Orales y Públicos y puede presenciarse en la sede del TOF en calles Chiclana y Lavalle, como también de manera virtual, por el canal de YouTube de la Subsecretaria de DDHH de la Provincia de Buenos Aires, y a través de El Ágora Digital.