INTA y UNS hicieron un nuevo diagnóstico sobre las inundaciones en Cerri con recomendaciones para el futuro

Ingenieros y doctores de INTA y UNS publicaron la segunda parte de su informe preliminar sobre las inundaciones que afectaron Bahía Blanca y la región, centrado en el impacto de la catástrofe en la zona rural de la Ruta Nacional 35 y General Daniel Cerri.

Tras la publicación de un primer informe sobre los daños ocasionados por la inundación del 7 de marzo de 2025, un equipo de ingenieros y doctores de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bordenave y de la Universidad Nacional del Sur (UNS) presentaron la segunda parte del análisis.

En este caso, el documento se centró en las inundaciones severas en General Cerri y zonas rurales aledañas a la RN 35 generadas por precipitaciones que alcanzaron los 395 mm en pocas horas, y que superaron la capacidad de infiltración de los suelos.

El Ingeniero Agrónomo (Dr.) Carlos Torres Carbonell; la Magíster Andrea Lauric; el Ingeniero Gerónimo De Leo; el Ingeniero Juan Carlos Schefer; el Doctor Matías Duval; y el Ingeniero Federico Labarthe fueron los autores del informe, que además incluye una serie de estrategias para evitar que se repitan situaciones de estas características.

El evento y el trabajo de los especialistas

El 7 de marzo de 2025, la región experimentó un evento de lluvias extraordinarias, inicia el texto. Se registraron precipitaciones cercanas a los 400 mm en menos de ocho horas, superando ampliamente la capacidad de infiltración y drenaje del área.

Los especialistas puntualizaron que el fenómeno extremo generó anegamientos de gran magnitud, interrumpió la circulación sobre la Ruta Nacional (RN) 35 y afectó gravemente la infraestructura urbana y rural de General Cerri, causando además que el 70% de los 1500 evacuados de toda la región de Bahía Blanca fueran de esta localidad.

En este contexto, el grupo de ingenieros y doctores realizó un diagnóstico preliminar basado en un relevamiento de campo realizado el 20 de marzo de 2025 en establecimientos rurales de la cuenca del Río Sauce Chico y arroyo Saladillo de García.

Se registraron datos de pluviometría, niveles de pendiente, dirección del escurrimiento superficial, niveles de inundación y coordenadas geográficas; que se complementaron con observaciones directas de daños en infraestructuras, análisis de suelos y vegetación, y material fotográfico y videos aportados por productores rurales.

El área monitoreada abarcó las pendientes que vierten hacia la RN 33, la RN 35 y la zona periurbana de Cerri.

Hallazgos principales y dinámica de la escorrentía

En este contexto, puntualizaron que la tormenta tuvo un alcance muy extenso, con un área de mayor intensidad (>350 mm) estimada en más de 20.000 km². La superficie de aporte hacia la desembocadura de los arroyos Saladillo de García y Saladillo Chico alcanzó las 36.500 ha.

Según explicaron, la intensidad de las precipitaciones superó “ampliamente la capacidad de infiltración de los suelos, provocando una escorrentía excesiva“. Esto se agravó por la baja capacidad de retención hídrica de los suelos (texturas gruesas, someros) y el estado de los suelos desnudos producto de sequías recurrentes.

Se identificaron 6 corrientes de escorrentía principales que cruzaron la RN 35: Saladillo chico, curso del manantial salitroso del Camino de la Hormiga, alcantarilla RN35 km 20, Saladillo de García, Saladillo segundo y Río Sauce Chico.

Por otro lado, puntualizaron que las primeras 4 corrientes (Saladillo chico, Camino de la Hormiga, alcantarilla km 20, Saladillo de García) “convergieron en una gran corriente que ingresó entre la RN 35 y la zona de quintas del Sauce Chico” y posteriormente cruzó la RN 3 Sur, ingresando a General Cerri por el noreste. Esta corriente alcanzó un ancho de aproximadamente 1700 metros.

Tras realizar cálculos hidráulicos preliminares para estimar los caudales (aunque se basan en estimaciones indirectas debido a la falta de instrumental de medición previo al evento), evaluaron que a partir de 395 mm de lluvia en 36.500 ha con un escurrimiento aproximado del 75%, se estima un volumen total de escorrentía de 98.276.250 m³.

En cuanto al caudal medio, el estimado fue de 567 m³/s (basado en un tiempo de evacuación de 48 horas reportado por pobladores rurales). El caudal de punta de crecida fue de 3.675 m³/s, basado en la intensidad máxima de lluvia (290 mm en 6 horas).

El caudal de punta estimado (3.675 m³/s) “semeja al de un gran río nacional en régimen de crecida, y equivale a más del doble del flujo promedio de las cataratas [del Iguazú]”, apuntaron. Esto dimensiona la escala del fenómeno y su “potencial destructivo considerable sobre infraestructuras, suelos y viviendas”.

Los daños observados tras el evento

El relevamiento fotográfico y las observaciones de campo documentan una amplia gama de daños en la región. En primer lugar, se registraron daños en la infraestructura rural, que incluyeron alambrados, instalaciones y viviendas.

Algo similar ocurrió con la infraestructura vial. Cortes y socavamiento de la RN 35 y daños en caminos rurales, incluyendo la destrucción de la calzada y pérdida de material de afirmado, fueron algunos de los efectos. “Esta destrucción no solo compromete la movilidad diaria de los pobladores rurales”, aclararon, “sino que también impide la salida de la producción agropecuaria”.

Por otro lado, se informó sobre severos daños de erosión en establecimientos rurales, incluyendo la formación de cárcavas de gran magnitud (más de 4 metros de profundidad y 900 metros de largo en un caso, y hasta 8 km de longitud y 10-18 metros de profundidad en otros). Se estiman “pérdidas drásticas de hasta 30 cm de profundidad de suelo fértil“.

La inundación de potreros con animales de pastoreo también generó pérdidas de ganado atrapado o arrastrado por las corrientes. El impacto en la vegetación también incluyó la acumulación de material vegetal arrastrado, daños sobre la vegetación nativa, y arranque de árboles centenarios en áreas afectadas por escurrimientos concentrados.

Otro punto a destacar fue el arrastre y sedimentación de suelos sobre la RN 35 y en lotes de cultivos, cubriendo el terreno con material desplazado por el agua. A esto se sumaron los daños en las vías del ferrocarril en parajes afectados.

Puntualmente, en la zona urbana de Cerri, se observó el anegamiento de vastos sectores de la localidad con niveles de agua que alcanzaron más de 2 metros de altura en las zonas más próximas a la desembocadura del Saladillo. La RN 3 Sur “se transformó en un cauce de paso para el agua de casi 1700 metros de ancho“, indicaron.

Estrategias de mitigación recomendadas

Ante la magnitud del evento y la evidencia de creciente variabilidad climática, los especialistas propusieron estrategias de mitigación bajo un concepto de manejo integrado de cuenca. El enfoque principal es “retener la mayor cantidad de agua en el lugar donde precipita” y “reducir el volumen y la velocidad de escurrimiento superficial“.

Las recomendaciones incluyen realizar estudios hidrológicos detallados para profundizar la comprensión de la dinámica de las cuencas afectadas, así como planificar el ordenamiento y manejo del agua para favorecer la infiltración, reducir la erosión y proteger a la población e infraestructura.

Los ingenieros y doctores llamaron a fomentar la cobertura vegetal, reducir la compactación y usar labranzas conservacionistas e implementar obras de ingeniería de bajo impacto basadas en análisis topográficos (curvas de nivel).

A esto se suma la necesidad de hacer bordos transversales a la pendiente para reducir la erosión y aumentar la retención, y zanjas perpendiculares a la pendiente para interceptar, ralentizar e infiltrar el agua. Según explicaron, son de bajo costo y efectivas.

Sería necesario realizar diques de contención estratégicos en puntos clave para crear reservorios temporales que laminen el hidrograma y reduzcan los caudales pico aguas abajo, y canales de guarda con leve pendiente en zonas altas para interceptar y conducir el agua de forma controlada hacia puntos seguros.

Recomendaron crear áreas designadas para recibir excedentes hídricos, actuando como “esponjas” naturales o reservorios. A esto se suma la instalación de sensores, plataformas de datos abiertos y protocolos para predecir y comunicar riesgos.

En cuanto a la planificación territorial, recomendaron limitar loteos en zonas inundables naturales y proteger áreas periurbanas de corredores de escurrimiento. Se menciona el documento UTN (2018) que propone declarar una zona natural protegida costera.

El estudio incluye un apartado dedicado a las mejoras necesarias en la zona urbana de Cerri, que abarca desde mejoras en sistemas de drenaje, hasta rediseños en el paso de agua por la ruta de acceso a la localidad para ampliar el escurrimiento.

Incluir vertederos de alivio, compuertas aguas arriba en el Sauce Chico y considerar la regularización del Río Sauce Chico en su cuenca media, recordando el proyecto de un dique próximo a Chasicó de la década del 80, son otras de las recomendaciones.

Finalmente, consideran necesario realizar más estudios en otras cuencas afectadas, y coordinar políticas públicas a través de la integración de distintos actores (municipios, provincias, organismos, instituciones educativas, organizaciones civiles, productores) y capacitar a la comunidad en prácticas de manejo del agua.

Informe completo

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