Las corrientes conservadoras se han empecinado en enclaustrar la cultura en conservatorios, museos y teatros, menospreciando la cultura popular y el arte callejero. No es el caso del intendente bahiense de Juntos por el Cambio, Héctor Gay, que combate a la cultura sin miramientos ideológicos.
La demostración es que dentro de pocos días se cumplirá el primer aniversario de la clausura del Teatro Municipal de Bahía Blanca, uno de los más prestigiosos del país.
Aún así, uno de los sectores de la cultura local donde más se ha sentido el recorte presupuestario y la desidia del gobierno comunal son las murgas barriales, por su carácter eminentemente popular y crítico de los gobiernos.
Héctor Gay y el Carnaval, asuntos separados
Luego de la recuperación de los carnavales como feriado nacional en 2010, Bahía Blanca celebró su Gran Corso Céntrico durante 7 años consecutivos.
Con la llegada de Héctor Gay y el entonces titular del Instituto Cultural, Ricardo Margo, se comenzó a desandar ese camino, volviendo a una situación de invisibilización del tradicional festejo carnavalero en la que las barriadas salen a la calle a critica al poder establecido y a los gobiernos de turno.
El último corso céntrico fue en 2017 y se celebró un sólo día. A raíz de un enfrentamiento entre un grupo de jóvenes, la policía se amotinó negándose a cumplir con el operativo de seguridad. Ni Héctor Gay ni el entonces Secretario de Seguridad, Emiliano Álvarez Porte (hoy degradado a Subsecretario), intentaron o lograron que la policía cumpla con su tarea natural de velar por la seguridad de las y los ciudadanos.
El año siguiente, en 2018, el Municipio de Bahía Blanca canceló el Gran Corso Céntrico aduciendo falta de preseupuesto y desde entonces sólo financia parcialmente la realización del circuito barrial de corsos.
Cabe señalar que se organizan espectáculos carnavaleros de gran colorido, como son los Corsos Cerrícolas y los carnavales de Ingeniero White y Cabildo, aunque en los espectáculos suele primar el festejo y no tanto el carácter crítico de la política de las murgas.
Justamente, es ese carácter contestatario el que molestó a Ricardo Margo, ex titular del Instituto Cultural que será tristemente recordado por haberle pagado 50 mil pesos para la estadía en un hotel de Arjona y sus músicos, que se presentaban en un espectáculo privado. Según Margo, las murgas “dicen ser contestatarias, pero si están tan en contra del Estado pedirle dinero al Estado es morderse la cola”.
Como dato de color, Margo también será recordado por haber organizado un desopilante festejo del Día de la Primavera 2018: la celebración se realizó un día de semana, en invierno, en pleno centro y dentro del hoy clausurado Teatro Municipal. El evento tuvo una concurrencia virtualmente nula.
En esa ocasión, el Municipio invirtió casi 400 mil pesos en escenario, que bien podría estar a disposición de artistas, bandas y demás hacedores culturales locales.
El gasto del salario de Gay es superior al del circuito barrial de corsos
Desde que el Municipio eliminó el Gran Corso Céntrico, ha financiado parcialmente el circuito barrial de corsos. Año a año, la comuna otorga un subsidio a la Asociación de Murgas Bahienses. El importe se actualiza -teóricamente- por el Índice de Precios al Consumidor, para no perder ante la inflación.
Con el monto del subsidio, las murgas agrupadas en la Asociación reparten los recursos y organizan los eventos. Por su parte, el Municipio pone el sello de cultura en las gráficas de difusión, pero no está formalmente a cargo de la organización.
Este año, la Asociación de Murgas Bahienses debía recibir poco más de 600 mil pesos para 22 noches de corsos, aunque finalmente el monto subsidiado fue 580 mil pesos.
La comuna bahiense se maneja absoluta austeridad a la hora de financiar un festejo popular y de fuerte raigambre en los barrios bahienses, aún a pesar de que el dinero sale de fondos afectados, concretamente de la ordenanza de Fondo de Eventos Permanentes.
Sin embargo, la austeridad no se aplica exorbitante salario que cobra el intendente Héctor Gay, el más alto de los 135 jefes comunales de la Provincia de Buenos Aires.
Así, el Municipio gastó 658.058 pesos en el sueldo en bruto de Héctor Gay, sin contar la suculenta bonificación por antigüedad, que supuso una erogación adicional de casi 80 mil pesos.
En números redondos y a trazos gruesos, un mes de sueldo del intendente de Bahía Blanca es más de 100 mil pesos más costoso que la organización del circuito de corsos barriales, con sus 22 noches de alegría y festejo popular.
Sin embargo, además de ser “contestatarios”, las y los murgueros saben mucho de organización popular; todos los años ensayan, confeccionan sus trajes y levitas y organizan los corsos a pulmón. En consecuencia, el retaceo de fondos no frena el carnaval en los barrios.
Las consecuencia del ajuste y la desidia de Héctor Gay
Como si el intento de relegar a las murgas a los barrios de la periferia y el sostenido ajuste en cultura fuera poco, la desidia de la gestión Gay para con la cultura popular tiene otras consecuencias.
En la previa de los feriados de Carnaval, ocurrió un hecho que afortunadamente no pasó a mayores, pero que supuso un mal trago para los organizadores de uno de los corsos barriales, así para la Murga Cucharón, que se encontraba en plena función.
Alrededor de las 21 horas del sábado, sobre el final del ingreso de la murga de Barrio San Roque, las y los murgueros subieron al escenario y este sospresivamente se vino abajo. Sobre el escenario había personas adultas, pero también jóvenes y niños pequeños que se llevaron un gran susto, pero de milagro no hubo ningún herido.
Concretamente, lo que sucedió fue que uno de los tres caños que soportaban los tablones del escenario se partió al medio, producto de encontrarse oxidado. Un segundo caño se torció notablemente. En consecuencia, los tablones montados sobre los caños se vinieron abajo, junto con las y los murgueros que se encontraban arriba.
Inmediatamente se frenó la música y quienes estaban festejando y bailando, algo para lo que se habían preparado todo el año, se tuvieron que acercar a verificar que no haya heridos. Luego se procedió a desmontar lo que había quedado del escenario y unos veinte minutos más tarde, el corso pudo seguir y la murguita realizar su función.
Sería constructivo que este accidente sirva para hacer reflexionar al intendente Héctor Gay así como a la titular del Instituto Cultural, Morena Rossello, sobre la necesidad de garantizar los fondos y el equipamiento necesario para que las funciones puedan desarrollarse con las medidas de seguridad pertinentes.
Además, el lamentable suceso pone en cuestión esta metodología insigna de la gestión cultural de Gay, consistente en tercerizar la organización de un evento que tiene su complejidad real, que representa la identidad cultural de los barrios y que el Municipio debería organizar.
¿Qué hubiera pasado si había un herido? El Municipio no puede desentenderse aduciendo no ser parte de la organización y aunque así lo pretendiera, sólo evidenciaría aún más el nivel de desinterés con el que se maneja para con la cultura en general y las expresiones populares en particular.