El senador de Juntos Somos Río Negro (JSRN) Alberto Weretilneck aún no tiene decidido si vuelve a pelear por la gobernación de su provincia en 2023, pero sabe que hasta esa fecha será clave cada vez que el Gobierno necesite una ley, porque su voto y el de los dos diputados que le responderán podrían desempatar las votaciones, según cualquier proyección que se haga de las próximas elecciones legislativas.
El Gobierno se ilusiona con alcanzar el quórum propio en Diputados con actuaciones aceptables en provincias peronistas, que en los comicios de 2017 tuvieron la peor performance de su historia por la sorpresiva ola amarilla.
En el Senado la situación es inversa: como se renuevan las bancas elegidas en 8 provincias en 2015 y varias que eran opositoras se sumaron al Frente de Todos en 2019, Cristina Fernández de Kirchner sabe que los 41 votos propios que cuenta hoy no estarán en diciembre. Y son sólo 4 más que el quórum.
Weretilneck, sin proponerse, puede ayudar en las dos Cámaras. En el Senado fue un aliado del Gobierno en la mayoría de las votaciones, junto a la misionera Magdalena Solari Quintana, y si los números están justos valdrán más.
Y en caso que el Frente de Todos no llegue a los 129 diputados necesarios para el quórum propio, podrá apelar a otro rionegrino: Agustín Domingo, ex ministro de economía de Weretilneck, encabezará la lista de su partido local y los pronósticos indican que se quedará con la banca que hoy tiene Juntos por el Cambio. Hará dupla con Luis Di Giácomo, ex ministro de Gobierno del ahora senador y con mandato hasta 2019.
En realidad, el partido gobernante de Río Negro disputó la banca de la Cámara baja en 2017, quedó a unas décimas del segundo puesto en las primarias, pero el ahora senador bajó la lista para las generales y se la cedió en bandeja a la radical Laura Matzen.
El triunfo en aquella elección fue para María Emilia Soria, del PJ, quien renunció en 2019 para asumir como intendenta de General Roca y fue reemplazada por Ayelén Spósito.
Los hermanos Soria, María Emilia y el ministro de Justicia Martín, quieren esa banca para la concejal de Bariloche Ana Marks; pero se la disputan con el senador Martín Doñate, cercano a Cristina, quien propone al legislador provincial José Berros.
Se disputan el primer lugar de la nómina porque saben que el otro diputado electo será Domingo y nutrirá el liderazgo en la sombras de Weretilneck, mencionado en el Congreso como el nuevo “patriarca” provincial buscado día y noche en la Casa Rosada, como eran en otras épocas los líderes del Movimiento Popular Neuquino, recordado por aportar los votos que necesitó cada Gobierno para sancionar leyes troncales de sus gestiones.
Pero el poder de los pioneros en la rosca de partidos provinciales en los recintos se ha enflaquecido: los gobernantes neuquinos no tienen senadores propios y renuevan su única banca en la Cámara baja en noviembre, con chances de perderla.
Sus vecinos de la Patagonia, por el contrario, ganan protagonismo. Di Giácomo integra el bloque Unidad para el Desarrollo presidido por el mendocino José Luis Ramón y aliado en casi todas las leyes que necesitó el Gobierno, que buscará su reelección aliado el Gobierno.
Di Giácomo y Domingo mantendrán un bloque separado del Frente de Todos. Quieren seguir aliados a los misioneros, que arriesgan dos de sus tres diputados y son controlados por Carlos Rovira, vicegobernador de la provincia pero líder indiscutido del gobernante frente renovador para la concordia, una conjunción de radicales y peronistas que inventó en 2003 y dominó la provincia por siempre.
En Juntos Somos Río Negro la lapicera tampoco la tiene la gobernadora Arabella Carreras sino Weretilneck, porque además de un liderazgo sobre la dirigencia de su partido, puede negociar beneficios para su provincia sólo con esperar que se trate una ley indispensable y encender su teléfono. Siempre pueden necesitarlo.