El mesías del desastre

“Por favor no huyan de mí,
yo soy el rey de un mundo perdido,
soy el rey y te destrozaré,
todos los cómplices son de mi apetito.”

Fragmento de “Panic show” de La Renga.

“Por favor no huyan de mí,
yo soy el rey de un mundo perdido,
soy el rey y te destrozaré,
toda la casta es de mi apetito.”

Letra de “Panic show” tergiversada por Javier Milei.

El inmediato anterior es un ejercicio simple a propósito de un episodio conocido (la queja y oposición de los integrantes de La Renga a la utilización de una de sus letras por parte de un Milei por entonces en campaña) que sirve de ejemplo para entender el tipo de operación de sentido que de manera constante desarrollan el ahora presidente de la Nación y todo ese conglomerado llamado “La Libertad Avanza”.

Milei toma la letra de la canción y modifica una parte no para reforzar su sentido profundo, sino que la retuerce y la pone a jugar a favor de su retórica despojándola de ese sentido y aún a contramano de la manifiesta posición de la banda, que nada quiere saber con que el ahora presidente alimente su discurso con una expresión de su arte.

Así, el autodenominado “León” se manifiesta como “rey de un mundo perdido” que en su relato es, tal y como ha manifestado incluso en su discurso de asunción a espaldas de la Asamblea Legislativa, la Argentina del siglo XIX y principios del XX que a su particular decir fue “la primera potencia mundial (…) faro de occidente”. Ese mundo añorado se perdió por causa de “la casta” que ahora es de su “apetito”. Apetito disciplinador que devorará a aquellos culpables de la decadencia.

Este tramo de la operación lleva un adorno de fundamental importancia: el carácter mesiánico del “León”. Echando mano de artilugios discursivos de carácter religioso por un lado y el místico que por otro le otorga su capacidad de comunicarse con su fallecido perro que le da indicaciones desde el más allá liderando un coro del que forman parte economistas, también fallecidos, que desde lo profundo de la “escuela austríaca” validan y envalentonan la gesta libertaria del líder mesiánico.

Entonces, elementos: la casta es mala porque llevó al país a la decadencia transformándolo en un mundo perdido que el recuperará devorando a sus enemigos

Puesto en esos términos, la operación es de fácil lectura. Considerando que el descontento social es parte de la energía vital de esa construcción política particular, la cosa se complejiza porque entran en la ecuación otros elementos: el mencionado descontento por causa de la falta de respuestas del sistema democrático a demandas materiales y simbólicas concretas por un lado, y el triunfo cultural del neoliberalismo en la construcción de sujetos sociales tomados por un pensamiento que pondera por encima de casi cualquier otra consideración los intereses particulares de grupos dominantes específicos que son asumidos por vastos y diversos sectores sociales como propios.

Lo escrito en el párrafo precedente no implica una subestimación de la ciudadanía, sino (apenas) la puesta en palabras de una realidad palpable de la que todos, en mayor o menor medida, somos víctimas. Alguna vez, en una a esta altura célebre intervención, el “loco” Marcelo Bielsa dijo que “el procedimiento más poderoso que tiene la sociedad para educar ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación, porque son los medios de comunicación los que influyen más que la familia y la escuela, que son en verdad los elementos genuinos de formación”.

El rosarino, hoy DT de la Selección uruguaya de fútbol, añadió que “es una vergüenza que los medios eduquen a la gente porque tienen intereses específicos, diferentes a los que tiene la escuela”.

Estas declaraciones fueron formuladas por Bielsa en ocasión de una charla sobre política y educación organizada por la Federación Brasileña de Fútbol en mayo del 2007 y me permito finalizar la cita con un fragmento más de lo que desarrolló aquel día partiendo de un ejemplo (no tan) hipotético. Dijo el DT que “el mismo argumento que se utiliza para amplificar en la victoria un comportamiento es el mismo que se utiliza en la derrota para condenarlo. Si Neymar recupera la pelota, hace un gol, entonces van a decir “bárbaro, domesticó a Neymar. Hizo que sea colectivo y no individual”. Ahora, si perdemos, entonces van a decir “este burro hizo que Neymar persiga al rival y no que le pegue al arco”.” Y aquí la oración más potente de la exposición de Bielsa: los medios de comunicación se especializan en pervertir al ser humano según derrota o victoria.

Esa especialización se ve fortalecida en la actualidad por la proliferación de mensajes y discursos violentos en las redes sociales, que amplifican la voz de esa forma de dominación cultural.

El “triunfo” del individuo

No para de toser

Trabaja doce horas

Cobra dos monedas al mes pa´ mantener 4 personas

Y no hables de meritocracia / me da gracia / no me jodas

Que sin oportunidades esa mierda no funciona”

Fragmento de “Canguro”, de Wos.

Al poco tiempo de la asunción de Macri como presidente a finales del 2015, General Motors Company (GM) lanzó un spot publicitario de su producto Chevrolet Cruze que abría con el siguiente texto: imagínate vivir en una meritocracia, un mundo donde cada persona tiene lo que se merece.

Uno de los resultados de la política “meritocrática” del macrismo fue el despido de no menos de 120 mil personas del sector público, el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas con el consiguiente aumento del desempleo que pasó a los dos dígitos, y un empobrecimiento general del pueblo.

“El que llegó, llegó por su cuenta”, lanza el spot en otra de sus frases. Se olvidaba GM por esos días de la ayuda multimillonaria que en Estados Unidos le dio Obama cuando la crisis del 2008 y, peor aún, de la también multimillonaria asistencia que le otorgó el Estado Nacional durante el gobierno de Cristina Kirchner y que le permitió sostener su nivel de producción. GM no se salvó sola. La salvaron, acá y allá, dos Estados administrados por gobiernos que llevaron adelante, en un contexto de crisis económica global, políticas anticíclicas apostando por el sostenimiento de la actividad productiva y por ende de la supervivencia de las empresas y del empleo.

El gobierno de Macri tuvo como tres de sus personajes centrales a Luis “Toto” Caputo, Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, encargados los primeros dos de la destrucción de la producción en favor de la especulación financiera y el endeudamiento y de la represión salvaje la segunda. Como nada es casual, en el gobierno “libertario” se repiten los nombres y las funciones.

Puede entenderse, entonces, sin demasiado gasto de “seso” que el modelo propuesto indica que para triunfar hay que hacer mérito. Que el mérito es solitario. Que el que hace mérito no es el que produce sino el que especula. Que las consecuencias para los demás no importan porque si las padecen, es porque no hicieron mérito y merecen el fracaso. La falla en este esquema es que los seres humanos somos seres inherentemente sociales.

Necesitamos del lazo, del vínculo. Necesitamos del otro porque sí. Le guste a quien le guste, la Patria es el otro. El héroe, si de héroes se tratara, es colectivo. Es el cuerpo social representado en distintas formas de organización siendo el Estado la más importante de ellas, como síntesis de todas las demás. La ausencia del Estado, se ha visto y se ve, solo favorece el desarrollo de eso que algunos gustan en llamar “darwinismo social”, aunque personalmente prefiero llamarlo salvajada. Otro día discutimos que “tamaño” debe tener el Estado pero debemos entender que sin el, o peor aún, con el Estado puesto en función de los intereses del capital concentrado, lo que tenemos es la repetición hasta el infinito de aquello que esquemáticamente se nomina como “el pez grande se come al chico”. Y en eso estamos.

En una economía fuertemente determinada por la presencia de oligopolios y monopolios, la desregulación de la economía no arroja a las personas al “vértigo” de la libertad. Más bien las lanza, nos lanza, a las fauces del “León” porque somos todos de su apetito y aquí, claro, el “león” no es el mesiánico clonador de perros incapaz de tramitar un duelo que es apenas un emisario, sino el sistema todo, que por todo viene.

P.D.

Esta nota comencé a escribirla el sábado 16 del pasado diciembre para ser publicada el domingo 17. Ese es el día en que la historia de nuestra ciudad cambió para siempre. El dolor por las vidas perdidas, por las personas heridas, por aquellos que se quedaron sin nada es inconmensurable y eso no hay “mercado” que lo repare.

Debió el intendente Susbielles dar una suerte de ultimátum a las transnacionales que nos dejan flor de pasivo ambiental mientras se la llevan toda para que aporten a la reconstrucción de una ciudad destruida.

De ahora en más, será imprescindible (siempre lo fue) abrir los canales de participación necesarios para que la ciudadanía en su conjunto piense, debata y decida qué tipo de ciudad desea y como se desarrollará para minimizar los daños de eventos de las características observadas que por lo que se ve, no será raro se repitan en el futuro. Una ciudad más justa, con acceso a tierra y vivienda digna con infraestructura acorde debe ser el objetivo.

La sociedad toda, encabezada por el Estado Municipal, con participación colectiva. Nos cuidamos entre todos, o no nos cuida nadie.

P.D.II

Algo lindo: Anahí Junquera, abogada, integrante histórica de H.I.J.O.S. Bahía Blanca es la Directora General de Derechos Humanos de la ciudad.

Con perdón por la informalidad, quise dejar esta mención para el final. En una Bahía Blanca con una historia represiva como la nuestra pero que a la vez tiene también una gran historia de lucha y resistencia, es un orgullo que una militante de los derechos humanos ocupe un lugar de semejante relevancia.

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