La inflación en alimentos registró un 2,4% semanal en la tercera semana de marzo, su nivel más alto en más de un año, según un informe de la consultora LCG. El dato fractura el relato oficial que presenta la baja de la inflación como -virtualmente el único- logro del gobierno de Javier Milei, en un contexto de volatilidad cambiaria y caída de reservas que ya impacta en góndolas.
Siguiendo la metodología libertaria, si se mensualizaran estos guarismos dan un 9.95% y en un año significarían 243%.
Bebidas (5%), azúcar (4,2%) y carnes (3,5%) lideraron los aumentos, seguidos por lácteos (2,5%) y aceites (1,3%). Solo las verduras mostraron una leve baja (-0,4%). El reporte detalla que el 10% de los productos registraron incrementos, aunque el 70% mantuvo precios estables.
Fernando Savore, vicepresidente de la Confederación General Almacenera Nacional, advirtió en diálogo con este medio: “Estamos hablando de un 2%, un 3%, con algunas salvedades, como el aceite, que hace un mes atrás subió entre un 8% y un 9%, que el café también subió eso”. Y agregó: “Si el dólar empieza a cambiar, va a ser la excusa perfecta para que todos le den un golpazo”.
La suba coincide con la inyección de US$7.000 millones que el Gobierno destinó este año para contener el dólar, incluyendo intervenciones del BCRA y el esquema “blend” para exportadores. Economistas anticipan que la devaluación de diciembre de 2023 podría repetir su efecto cascada: cada salto cambiario se traslada a precios en un país con historial de crisis inflacionarias.
Detalles del informe LCG:
- Rubros con mayores alzas:
- Bebidas e infusiones: 5%
- Azúcar, miel y dulces: 4,2%
- Carnes: 3,5%
- Condimentos: 3,1%
- Variación interanual: La última vez que se registró un pico similar fue en marzo de 2023 (3,6%).
Mientras el oficialismo insiste en celebrar una desaceleración inflacionaria, el 2,4% semanal en alimentos —rubro que representa el 25% del índice general— anticipa nuevos choques para los sectores populares, donde ya se reporta “consumo deprimido” según el informe. La tercera semana de marzo no fue un dato aislado: fue la señal de que la calma prometida podría evaporarse tan rápido como sube el dólar.