El Coronavirus ya contabiliza más de 390.000 casos y supera los 16.000 muertos en 185 países. El brote pandémico sorprendió a gobiernos y civiles por la rapidez de la expansión, teniendo en cuenta que los primeros casos se localizaron en la ciudad china de Wuhan a principios de diciembre de 2019. Sin embargo, para muchos científicos esta pandemia era previsible.
Los antecedentes
Sandra Goñi es la directora del Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes. Siendo entrevistada, la investigadora explicó que los coronavirus “son pseudoespecies que buscan reproducirse, crecer indefinidamente. Cuando se encuentran alojadas en sus hospedadores principales procuran la manera de escaparse a través de salvoconductos como la saliva o la materia fecal”.
Además, tienen la capacidad de expandirse entre otras especies genéticamente cercanas, como es el caso de los murciélagos y los seres humanos, siendo que los dos pertenecen al grupo de los mamíferos.
Los murciélagos suelen albergar miles de coronavirus distintos, pero sólo en muy pocos casos uno de ellos logra realizar un salto a la especie humana.
Este salto ya tiene dos antecedentes en la historia reciente. Se trata del brote de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) que surgió también en China en el año 2002, y cuya pandemia dejó el saldo de 8.422 casos y 916 defunciones en 29 países.
Posteriormente el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) entre 2012 y 2013 contagió a 157 personas en 10 países, de las cuales 66 fallecieron.
Las investigaciones científicas
A partir de la pandemia de 2002, muchos investigadores en todo el mundo se ocuparon de ahondar en los aspectos epidemiológicos, clínicos, patológicos, inmunológicos y virológicos del virus y la enfermedad.
En particular, un grupo de científicos de Hong Kong -Vincent Cheng, Susanna Lau, Parrick Woo y Kwok Yung Yuen- en un trabajo publicado en la revista Clinical Microbiology Reviews en el año 2007 llegaron a conclusiones que hacen pensar que esta pandemia era perfectamente predecible.
Explican que “los coronavirus son bien conocidos por sufrir recombinación genética, lo que puede conducir a nuevos genotipos y brotes. La presencia de una gran reserva de virus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo.”
Agregan que “el SARS-CoV es altamente capaz de saltar barreras entre especies y es un excelente candidato como patógeno emergente o reemergente”. Finalizan su exposición indicando que existe “la posibilidad de la reaparición del SARS y otros virus nuevos de animales o laboratorios y por lo tanto, la necesidad de preparación no debe ignorarse”.
La evidencia científica nos indica que la microbiología del coronavirus, en conjunción con aspectos de tipo cultural –no sólo los hábitos alimentarios chinos sino también la alta movilidad de las personas entre países de todos los continentes- hace prever que éste tampoco será el último brote pandémico.