Cambiemos pone el eje en la "seguridad" para evitar hablar del desastre económico

Cambiemos dio el primer golpe de campaña. En la primera semana del año, el Gobierno propuso la creación de un ejército de reservistas civiles, reincorporó a once policías exonerados, confirmó la compra de pistolas Taser para fuerzas de seguridad, adelantó la deportación de mil extranjeros y retomó el debate en torno a la baja de la edad de imputabilidad, para lo cual anticipó que recurrirá a la convocatoria a sesiones extraordinarias. Mientras la oposición insiste en priorizar la danza de candidaturas, el Gobierno no perdió tiempo: en apenas siete días, hizo sus primeros movimientos para instalar a la seguridad como principal tema de campaña.

La intención tiene lógica: la seguridad es, junto a la economía, una de las principales preocupaciones de la población. Una encuesta reciente de D’Alessio IROL – Berensztein muestra que el 95% de los argentinos y las argentinas considera uno de los dos temas como la prioridad a resolver por el Gobierno Nacional que se desprenda de las próximas elecciones.

Pero a diferencia de la cuestión económica, donde el Gobierno tiene más errores que aciertos para mostrar, la seguridad es una temática que lo beneficia. En la misma encuesta de D’Alessio IROL – Berensztein, Cambiemos aparece ante los y las votantes como la fuerza que puede garantizar una mejora en la seguridad, aunque es superado por el kirchnerismo como opción para mejorar la coyuntura económica. La gestión del Gobierno en seguridad es mejor valorada que en economía y su imagen crece entre los y las votantes más preocupados por la inseguridad, según estudios de Synopsis y la Universidad de San Andrés.

Iniciativas recientes del oficialismo como el nuevo protocolo para el uso de armas de fuego por parte de las fuerzas de seguridad recibieron un apoyo ampliamente mayoritario de seis de cada diez votantes, según sondeos de Poliarquía, Management & Fit y D’Alessio IROL – Berensztein. Hablar de seguridad es moverse en el terreno donde Cambiemos tiene más para ganar.

La estrategia destaca por su efectividad, no por su originalidad; es la base de cualquier campaña profesional. Lo explicaba ya en 1999 el consultor político norteamericano Dick Morris, en su libro El nuevo príncipe: “Manejar el diálogo de una campaña política es la tarea más importante que se plantea (…). La batalla para controlar una elección es una batalla entre los temas entre sí a fin de destacarse“. No se trata de decirle al electorado qué votar –cosa que intentarán todos los partidos– sino en base a qué deben decidir su voto.

“Cada lado tiene temas que le importan al público en los cuales probablemente haría el mejor trabajo. La clave es hacer que sus puntos fuertes sean más relevantes para los votantes que los de su oponente”, escribe Morris. En palabras del sociólogo argentino Manuel Mora y Araujo, la clave está en manejar “el poder de la conversación” sabiendo que al lograr esto, la balanza se inclinará a en favor propio.

Jaime Durán Barba también lo cree así. El consultor de Mauricio Macri conoció a los dos autores: fue alumno, discípulo y admirador de Manolo durante más de cuatro décadas, y colega, seguidor de la misma corriente profesional y competidor de Morris durante las últimas dos.

Es la estrategia, no la táctica, lo que gana elecciones. La estrategia debe implicar un enfoque y un tema básico, que tomen en cuenta el estado de ánimo público, la debilidad del oponente y las propias fuerzas”, advierte Morris. “Una vez que se ha elegido el tema sobre el cual basará su campaña, nunca lo pierda de vista (…). La clave es machacar con el mensaje y el tema de la campaña y usar todo tema, acontecimiento, ataque y repudio para repetir la postura básica una y otra vez y no dejar que la táctica o los blancos de la oportunidad lo aparten de su mensaje”, recomienda.

Lo mejor que puede pasarle a Cambiemos en este escenario es que la oposición acepte estas reglas de juego e intente debatir el debate en torno a la seguridad para ganarle en ese terreno.

Lo mejor que puede hacer la oposición es intentar la estrategia inversa a Cambiemos: correr de la agenda de campaña a la seguridad y desviar la atención hacia otro tema menos favorable al oficialismo, como la cuestión económica o la agenda del feminismo. De lo contrario, corre el riesgo de perder control de las elecciones mucho antes de la campaña oficial.

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