Una prueba comparativa que llevó a cabo la Unesco probó que antes de la pandemia ya había deficiencias severas de aprendizajes en la Argentina. Los alumnos de tercer y sexto grado rindieron por debajo del promedio de América Latina y el Caribe en cuatro de las cinco materias evaluadas, lo que refleja la mayor caída histórica registrada en los resultados de aprendizajes. Además, señalan la responsabilidad de la desinversión educativa entre 2016 y 2019.
Los datos son realmente preocupantes, especialmente si se toma la serie completa del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE).
En 2006, la primera edición de la prueba, Argentina quedó por encima del promedio en las cuatro áreas que se midieron por entonces.
Seis años después, en 2013, ya se observaba una caída en el rendimiento comparado a la región. Ahora, en el estudio revelado hoy, los jóvenes argentinos muestran peores resultados que sus pares en matemática, lengua y ciencias naturales.
El ERCE es una prueba representativa que lleva adelante el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la UNESCO.
En su última versión, cubrió a más de 4.500 escuelas y 202.000 jóvenes, que representan a casi 20 millones de estudiantes en sistemas educativos que albergan un universo total de 150 millones. Además de Argentina, participaron Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
Los malos resultados de Argentina en pruebas internacionales no son una novedad. Cada edición de PISA refleja un atraso profundo comparado a países del así llamado “primer mundo”. Lo que sí llama la atención es que en ERCE también “pierde” en la comparativa con países vecinos, a los que hasta hace 15 años superaba.
Más aún: ERCE, a diferencia de PISA, no toma las mismas preguntas para todos los países. Elabora el cuestionario en base a las currículas locales. Es decir, pregunta por los contenidos que los chicos deberían saber.
“Desde el 93, cuando Argentina empezó a tomar pruebas estandarizadas, es la mayor caída con respecto a otros países, pero sobre todo con respecto a nosotros mismos. En 2013, si bien hubo una pequeña caída respecto a los demás, Argentina subió sus puntajes en las áreas evaluadas. Ahora nos encontramos con un panorama muy adverso, que buscaremos revertir”, señaló el ministro de Educación Jaime Perczyk durante la presentación de los resultados.
Si bien el informe no genera rankings, el ministro nacional deslizó que la posición relativa de Argentina es muy mala. En Sudamérica se ubicaría en el anteúltimo lugar, solo por encima de Paraguay y por debajo de Brasil, Uruguay, Colombia, Perú y Ecuador.
En las dos áreas evaluadas en tercer grado, los chicos argentinos quedaron 8 puntos por debajo del promedio, una diferencia “estadísticamente significativa” según la UNESCO.
Obtuvieron 689 puntos de promedio en lectura y 690 en matemática. En lengua, el 46% de los chicos rindió en el nivel 1, el más bajo, mientras que en matemática el 48,9% registró los desempeños más básicos.
Por su parte, en sexto grado, los alumnos se ubicaron en el promedio regional en lectura, con 698 puntos, pero mostraron deficiencias serias en matemática (690 puntos, 7 abajo de la región) y, sobre todo, en ciencias naturales (682 puntos, 20 abajo de la región). En estas dos últimas materias, el resultado más frecuente también fue el nivel 1.
Hasta el momento había consenso en que los mayores problemas del sistema educativo radicaban en la secundaria. Las pruebas nacionales respaldaban esa afirmación, con números aceptables para sexto grado y muy flojos para el último año de la educación obligatoria.
Pero los resultados de ERCE echaron por tierra esa idea. “Tenemos problemas muy grandes también en primaria”, aceptó Perczyk.
Responsabilidad del ajuste macrista
La cartera que conduce Perczyk responsabilizó a la gestión de Mauricio Macri por los malos resultados. Remarcaron una “caída abrupta” de la inversión por parte del Estado Nacional entre 2015 y 2019, año en que se tomó la evaluación.
“La inversión educativa del Estado Nacional en Argentina experimentó un notable retroceso en ese periodo reciente. Mientras que entre 2003 y 2015 el gasto consolidado del Estado Nacional en educación aumentó en promedio un 2,7% del PBI, pasando del 3,4% al 6,1% del producto, entre 2015 y 2019 cayó en más de 1,3 puntos del PBI cerrando en 4,8%”, explicaron.
El otro factor que los funcionarios asociaron a la caída respecto a Latinoamérica fueron los altos índices de cobertura que tiene la Argentina.
Es uno de los sistemas educativos de mayor tasa de inclusión en la región: en la primaria, antes de la pandemia, casi el 100% de los chicos estaban en la escuela. “Tenemos que lograr que esa inclusión se traduzca también en calidad”, subrayaron.