“No hay un modelo único que funcione para todos los países, exactamente lo que hace el Estado, depende de las condiciones que enfrenta el país, de las metas que persigue. Pero, lo que puedo decir es que en ningún caso, un país puede alcanzar un alto nivel de vida sin que el Estado juegue un papel activo.” La frase es de Ha-Joon Chan quien, dicen los que saben, es el economista heterodoxo mas destacado a nivel global especialmente por sus aportes respecto de la llamada “economía del desarrollo”.
De paso por Argentina el sur-coreano fue entrevistado por el sinuoso Jorge Fontevecchia para Perfil. A lo citado en el párrafo precedente, el economista agrega ejemplos como sostén de su aseveración: En Corea del Sur en los años sesenta, setenta y ochenta, durante el período del milagro económico, el gobierno tenía un plan de desarrollo económico de cinco años e intervino fuertemente en el desarrollo de la industria, asignando recursos, según el plan nacional, era dueño de todos los bancos, fue una intervención muy contundente. En el otro extremo podemos ver casos como Singapur, que buscaba el libre comercio dando la bienvenida a los inversores extranjeros. Pero, la gente no se da cuenta de que también tuvo una intervención muy fuerte en otras áreas.
En cuanto a Singapur suma un dato por demás interesante desde la perspectiva de un país, el nuestro, en el que el acceso a la tierra y a la vivienda es una misión cada vez mas complicada para mayoritarias porciones de la población. Indica que en el país del sudeste asiático “casi el 90% de la tierra en Singapur es propiedad del gobierno, más del 80% de la vivienda es proporcionada por la Corporación de Vivienda de propiedad del gobierno, y más del 20% del PIB es producido por empresas estatales.” Entonces, administrando el recurso tierra el Estado es el encargado de proveer vivienda a sus ciudadanos y las empresas estatales son protagonistas en el despegue y desarrollo económico del país.
Para no dar rodeos, es menester decir lo que todes sabemos, y eso es que en Argentina la apropiación de la tierra por parte del sector inmobiliario propicia la especulación con el consiguiente crecimiento del precio del suelo y la vivienda, otro tanto con los alquileres, volviendo prácticamente imposible el acceso a la vivienda propia a millones de ciudadanes.
Respecto de las empresas estatales, solo recordar el tendal de privatizadas durante los 90´ (trenes, correo, telecomunicaciones, canales de TV, radios, agua, gas, Aerolíneas e incluso la explotación del espacio radioeléctrico) nos permite comprender que entre los que nos vendieron al peor postor y quienes compraron a precio de remate, la destrucción de las empresas estatales no trajo otra cosa que desempleo y pobreza vía concentración del capital.
Analizando a Argentina
Consultado sobre su opinión sobre la situación de nuestro país, Ha-Joon Chan aseguró que “el principal problema de Argentina es la capacidad de exportar, siguen teniendo estos problemas macroeconómicos porque no está generando suficientes exportaciones. Ahora, el problema es que la gente piensa que los países proteccionistas respecto a la política industrial no pueden exportar mucho. Pero si miras a países como Corea, el secreto del éxito estuvo en combinar protección y promoción de exportaciones. Entonces, lo que haces es proteger inicialmente a las industrias jóvenes por un período, luego las empujas hacia el mercado de exportación para que puedan generar las divisas que necesitas para desarrollar la próxima generación de industria.”
Ciertamente, no necesitamos, para decirlo coloquialmente, que venga un economista extranjero para enterarnos que buena parte del problema argentino es es el insuficiente desarrollo de una economía exportadora sobre la base de agregado de valor. Ya lo dijo (por vez dos millones) Cristina Kirchner en el acto del 25 de mayo en la Plaza de Mayo al referirse al acuerdo de nuestro país con el FMI, indicando que no podemos ser solo exportadores de materias primas, “somos 46 millones y con eso solo no alcanza”. Antes, y después, explicó que debemos como país asegurarnos la posibilidad de desarrollar industria de manera estratégica para mover la economía por la vía del trabajo de calidad que consolide al mercado interno en un proceso que se complementa con la exportación de valor agregado.
Another BRICS in the wall
Parece por estos días un hecho que Argentina ingresará al bloque de países en desarrollo integrado por Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica y al que ya manifestó intención de pertenecer en el 2014. Gestiones avanzaron, pero pasaron cosas… Macri presidiendo acá, y Bolsonaro en Brasil diluyeron el proceso a la nada y el alineamiento de nuestro país con Estados Unidos volvió a dominar sin resquicio de posibilidad disonante las relaciones internacionales del gobierno cambiemita.
En el camino, los mencionados, junto con Lenin Moreno en Ecuador aniquilaron la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), un proyecto de integración regional pensado en pos del desarrollo económico, educativo, cultural y económico de nuestro continente en un marco de apoyo mutuo y complementariedad que tuvo como primer gran hito evitar una güera entre Venezuela y Colombia cuando en la nación bolivariana gobernaba Hugo Chávez y en la cafetera cerraba su ciclo el belicoso Álvaro Uribe.
El hito faltante, algo por lo que se lo escucha hoy a Lula Da Silva lamentarse, fue la creación del Banco del Sur.
Ambos bloques, BRICS y UNASUR fueron/son proyectos/procesos de integración contrahegemónica, entendiendo que la hegemonía es la ejercida por Estados Unidos con Europa como vagón de cola.
En la gira de la pasada semana por China encabezada por el Ministro de Economía Sergio Massa y el Diputado Nacional Máximo Kirchner, se escuchó decir a este último que el gigante asiático es un socio que no te condiciona, señalando sin explicitarlo que el del norte de América es un socio que exige y condiciona.
Siendo esto una nota periodística sin los alcances de un paper académico, la pretensión antes que llenar la hoja (pantalla) de datos económicos que están por todas partes disponibles, es analizar algunos conceptos aunque el ejercicio parezca (y de seguro lo es) rudimentario. Y el concepto central en este desarrollo es del de integración para el desarrollo.
No hay posibilidades de desarrollo inclusivo, en el marco del sistema capitalista, sin una fuerte participación del Estado no solo en materia regulatoria, sino como actor tanto a través de la creación de empresas estatales como de programas de incentivo de industrias estratégicas, de pequeñas y medianas empresas y estableciendo esquemas de protección de áreas también estratégicas. La inversión en educación, ciencia y tecnología en este caso son los pilares para ese desarrollo en el largo plazo y este país lo sabe: mas allá de los procesos de industrialización por sustitución de importaciones fundamentalmente durante las guerras mundiales, el desarrollo de la industria pesada, de la ciencia y tecnología, la administración de puertos, nacionalización de ferrocarriles, creación de la marina mercante durante los primeros gobiernos de Juan Perón fueron los hechos (mencionados aleatoriamente y a grosso-modo) que permitieron que Argentina incluyera a millones de personas.
Como contrapartida, el modelo agroexportador sostenido en, apenas, la producción primaria exportada y la importación de valor agregado extranjero postergó a las mayorías porque si, somos millones y con eso solo, no alcanza.
Muchas, y justas, son las críticas que desde el campo nacional-popular se le formulan al presidente Alberto Fernández y de muchas de ellas hablamos en notas anteriores. No obstante, es imprescindible reconocer que en materia de relaciones exteriores (considerando algunos tropiezos, otras tantas torpezas y el infame acuerdo con el FMI) ha dado pasos que de concretarse serán beneficiosas para la Argentina de los años por venir. El pedido formal de ingreso al BRICS, que pasaría a llamarse BRICSA marca una dirección clara en un escenario que, por sus propias razones, e bloque ha puesto manos a la obra en su reactivación y consolidación.
Sin dudas Rusia, embarcada en una aventura bélica que no va a terminar pronto, necesita de socios en un momento en que el llamado “mundo central” hace todo lo posible por aislarla, mientras que China se encuentra en abierta guerra comercial y diplomática con Estados Unidos. Esta breve mención solo viene a cuento de la consideración de algunos aspectos de un contexto en el que por su lado Brasil intenta de la mano de Lula recuperar protagonismo regional y global en pos de retomar la senda del desarrollo por vía de la industria y el comercio alejado de la pesada tutela estadounidense.
En este marco, las propuestas para la implementación de una moneda que sirva para el intercambio entre las naciones sudamericanas es tanto un ítem en el proceso siempre falto de certidumbre de emancipación continental, como una necesidad estructural y coyuntural para nuestro país, escaso de dólares por causa de la sequía y asfixiado por las obligaciones contraídas por el FMI.
Lula convocó y todos fueron a Brasilia, y si bien la prensa hegemónica se encargó de destacar los roces entre los presidentes de distintos países (Chile, Uruguay) por la presencia del primer mandatario venezolano Nicolás Maduro, también es en si misma una novedad positiva la realización de la cumbre que pretende hacer resurgir a la Unión de Naciones del Sur con la vuelta por todo lo alto de Brasil y Argentina y el anuncio de Colombia, en voz de su Presidente Gustavo Petro de su intención formal de ingresar al bloque.
Con todo y finalmente (o casi), que Argentina no vuelva a ser gobernada por la extrema derecha, habiéndose demostrado como fallida la hipótesis del periodista José Natanson de la existencia de una derecha moderna y democrática, es una necesidad que adquiere estatus de fundamental para no detener, una vez mas, el proceso de integración regional-global de nuestro país en la pretensión de integrar un mundo multipolar y al menos en su intención menos inequitativo que aquel dominado por un solo bloque que solo ha exportado “democracia” a fuerza de un intervencionismo descarado.
La libertad
Vuelvo al economista heterodoxo Ha-Joon Chan, mencionando lo que en esta época se reitera desde algunas usinas, y es aquello de achicar el Estado para que la libertad, la del mercado sea la que regule las relaciones sociales. La cita es extensa, pero valiosa y cada quien hará el ejercicio de relacionarla con todo lo anterior de la manera que crea pertinente.
Dice Chan que “el libre comercio ha sido sinónimo de libertad, pero ¿libertad para quién? ¿Libertad para hacer qué? Porque ese libre comercio simplemente significa que eso no es una barrera para el comercio internacional. Nada más y nada menos. Entonces en las décadas de 1830 cuando los países latinoamericanos se independizaron, se vieron obligados a firmar estos tratados, que luego se conocieron como tratados desiguales, en los que todos se privaban del derecho a establecer sus propias tarifas. Entonces, estos países que, incluida Argentina, se vieron obligados a tener una tasa arancelaria muy baja para los propósitos de ingresos, 1%, 3%, 5%, y no tenían derecho a fijar sus tarifas. Entonces, paradójicamente, en ese momento, debido a que nadie más practicaba el libre comercio, los países latinoamericanos eran los únicos que lo hacían, pero practicaban el libre comercio debido a esta compulsión política y falta de libertad política. Por lo tanto, debemos tener cuidado al decidir de qué libertad estamos hablando cuando decimos libre comercio. Crecí en Corea del Sur en los años sesenta, setenta y ochenta. Durante los primeros 24 años de mi vida, viví bajo una dictadura militar, entonces la libertad es muy valiosa para mí. Pienso que tenemos que darnos cuenta de que hay diferentes tipos de libertades, libertad económica, libertad política, libertad social, y cada tipo de libertad tiene implicaciones diferentes para cosas diferentes. Necesitamos equilibrar estos diferentes tipos de libertad. Por ejemplo, en la década de 1970, personas como Milton Friedman, Friedrich Von Hayek, estos gurúes de la economía de libre mercado, apoyaran abiertamente la dictadura militar en Chile porque para ellos, la libertad económica era más importante que la libertad política. ¿Pero es esa la respuesta correcta? No lo creo. Así que es necesario equilibrar estos diferentes tipos de libertad y libertad para quién.”