Buscando a Marie Anne

Producto del país unitario, o acaso por alguna estrategia deliberada del relato encubridor posterior, en la narrativa de los pequeños pueblos y ciudades del interior la acción del terrorismo de Estado solía (o suele) aparecer como algo lejano, un riesgo genocida reservado a las madrugadas de las grandes metrópolis.

Ernesto Malisia, Eduardo Hidalgo y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca estuvieron entre los principales deconstructores de ese mensaje, aunque por entonces aún no se utilizaba ese neologismo. La APDH recopiló material y lo volcó a una recordada muestra, de título elocuente: “Aquí también pasaron cosas”. En los años siguientes a la muerte de Malisia, Hidalgo continuó su tarea visitando pueblos del sudoeste bonaerense, donde se derramaba el aquí no ha pasado nada.

En rigor, en muchos pueblos de la región pasaron cosas. Secuestros, operativos, asesinatos y centros clandestinos de detención se distribuían por el mapa de acuerdo a la lógica operacional del aparato criminal, cuidadosamente segmentado en zonas, subzonas y áreas. Algunos de esos tranquilos poblados fueron también cunas de represores o víctimas.

Voces de la tierra

Marie Anne Erize permanece desaparecida desde su secuestro en San Juan, en octubre de 1976. Había nacido veinticuatro años antes en Espartillar, una localidad de menos de mil habitantes, en la punta norte del distrito de Saavedra y a 162 kilómetros de Bahía Blanca.

Su familia, que trabajaba un almacén de ramos generales, había llegado desde el sur francés a una zona que ya desde fines del siglo XIX venía recibiendo oleadas inmigratorias galas. Fue así que el nombre de la actual cabecera distrital fue afrancesándose, del original Pi-Hué a Pigüé.

Ese encuentro de pueblos, desde los Originarios masacrados a los que escapaban de las hambrunas o guerras europeas, no pasó desapercibido para la familia Erize. Esteban, abuelo de Marie Anne, publicó en 1960 el primer diccionario español-mapuche, en los Cuadernos del Sur que ya por entonces editaba el Instituto de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur.

Modelo de militancia

Los testimonios coinciden en que lo que más llamaba la atención en Marie Anne Erize no eran sus facciones, que la habían llevado a ser una reconocida modelo profesional, sino su compromiso con el peronismo revolucionario y una singular capacidad para ser aceptada rápidamente como una más en las villas de Bajo Belgrano y Retiro, donde militaba. En la última, colaboró con el padre Carlos Mugica, asesinado por la autodenominada Alianza Anticomunista Argentina en mayo de 1974.

Tanto sus sueños colectivos como los personales, que incluían a sus estudios en Antropología en la Universidad de Buenos Aires, fueron cercenados el 15 de octubre de 1976, cuando una patota militar la secuestró en San Juan. Pocos días después, un grupo de represores vestidos de civil irrumpió en el departamento de su familia en Buenos Aires, de donde robaron documentación. Nunca volvió a saberse de Marie Anne, pero los reclamos de justicia por el caso trascendieron las fronteras del país. Sin embargo, ello no alcanzó todavía para lograr que Italia extradite al represor argentino Carlos Malatto, señalado como partícipe de los delitos que sufrió la militante nacida en Espartillar.

En nuestro país, la acción de la Justicia demoró más de tres décadas y media, y el caso recién se incluyó en un juicio que se concretó entre 2011 y 2013, concluyendo con condenas a militares y policías retirados.

Uno de ellos fue el oficial de Inteligencia Jorge Olivera, que acumula dos condenas a prisión perpetua pero gozaba del beneficio de cumplirlas desde la comodidad del hogar. Como no le alcanzaba, recurrentemente solicitaba permisos para salir a hacer ejercicios físicos o concurrir a misa. La última semana se supo que el Tribunal interviniente decidió devolverlo al régimen carcelario tras detectar que había adulterado certificados médicos en sus solicitudes. Argumentando razones de salud, Olivera también había eludido presenciar los testimonios de Yolanda y Esteban Erize, hermana y hermano de Marie Anne, que declararon en San Juan durante el juicio.

La canción como refugio

Una versión errónea indica que Joan Manuel Serrat aludió a Marie Anne Erize en su canción “La montonera”. No es así, aunque Serrat y la militante argentina se conocieron. Un vínculo mayor existió con el guitarrista Paco de Lucía, que en su desembarco neoyorquino de comienzos de los 70 contó con la promoción de Marie Anne. Fue una publicidad directa y artesanal: en la vereda de la sala, la modelo argentina relataba a los transeúntes el talento del músico.

Quien sí dedicó a Marie Anne una canción fue Nico Favio, que supo de su historia al coincidir con uno de sus hermanos en la villa de Retiro en que ella militaba. Por razones generacionales, le resultaba imposible no asociar a Marie Anne con el recuerdo de sus padres, el cineasta y cantante Leonardo Favio y la modelo Carola Leyton, quienes debieron exiliarse en Colombia durante la dictadura.

“Canción para Marie Anne Erize” se incluyó en el disco Vuelo nocturno, de 2018. Pero Nico está trabajando ahora en una nueva versión, que es la que quiso compartir con lectoras y lectores de El Ágora. “Lo que van a escuchar es una maqueta, faltan incorporar algunos instrumentos, pero ya es audible”, explicó, como si este trabajo en proceso no fuera ya un registro extraordinario.

Hasta que concurrió a acompañar una de las recientes jornadas de ayuno del Grupo de Curas en Opción por los Pobres frente a los tribunales de Buenos Aires, Nico estuvo acompañado por su guitarra Marianne, a la que bautizó así en homenaje a la vida militante que contó en su canción.

“La encontré en la calle, y sonaba mejor que muchas de las mejores y más caras guitarras. Entonces comenzó a ser mi guitarra”, contó a El Ágora. Desde su visita al ayuno iniciado el 24 de marzo, quedó en custodia del padre Pancho, y sus cuerdas llevarán música a los oídos de las capillas villeras.

¿Dónde está Marie Anne?

En 2022 llegó a Bahía Blanca el Festival Internacional de Cine Documental. En una tarde de sábado se proyectó el corto documental ¿Dónde está Marie Anne?, de la joven realizadora peruana Yaela Gottlieb, que había llegado al tema a partir de un curioso cruce de compromiso y azar.

Todo comenzó cuando el Museo del Cine encargó a un grupo de cineastas trabajar sobre cintas que recopilaban spots publicitarios audiovisuales de las décadas del 60, 70 y 80. El plazo era exiguo: tres semanas. El material, muchísimo. Más de un cuarto de siglo de historia.

En un trabajo febril, Yaela comenzó a revisar las latas que le habían tocado a ella y a una de sus compañeras. Como no nació ni se crió en Argentina, explicó a El Ágora, con cada uno debía investigar a qué producto, servicio o marca hacían referencia. Cuando buscó “publicidad Jockey Club de 1972”, dio con el dato: es la única imagen en movimiento que se conserva de Marie Anne Erize. Corresponde a los tiempos en que trabajaba como modelo y comenzaba a intensificar su militancia. El año del regreso de Juan Domingo Perón, nada menos.

A partir de ese descubrimiento, decidió trabajar su futuro corto en torno a Marie Anne, que viene recogiendo reconocimiento internacional y espera su inclusión en la plataforma gratuita CINE.AR. La dinámica de imágenes y la temática la acercan a ser el revés del guante de La hora de los hornos, que Octavio Getino y Pino Solanas estrenaron en 1968. No es extraño, porque si aquel film quería mostrar -entre otras cosas- la frivolidad capitalista, el de Gottlieb refleja la vida de quien se alejó de aquel universo que comenzaba a ponerse a los pies de su belleza, para abrazar en cambio la militancia por la justicia social.

Como parte de las actividades por un nuevo 24 de marzo, Yaela fue invitada a proyectar y comentar su producción en una institución de Villa Crespo. Con la llamada de El Ágora se percató de que había sido el martes 28. El día del cumpleaños 71 de Marie Anne.

 

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