Rosana Heinrich conversó con Juan Ignacio Guarino, Alejandra Santucho y Lucas Nigoevic al aire de El Ágora en Radio Nacional sobre su la historia de su padre, Enrique Heinrich, que junto a Miguel Ángel Loyola eran trabajadores gráficos del periódico bahiense La Nueva Provincia y fueron secuestrados, torturados y asesinados por reclamar el cumplimiento del convenio colectivo de trabajo en la empresa de la familia Massot.
Rosana explicó cómo este acto de Terrorismo de Estado marcó su vida, y también se refirió a los juicios de lesa humanidad que se han desarrollado en Bahía Blanca, al cambio de nombre y venta del periódico bahiense.
"Recién había cumplido siete años un 14 de junio y el 30 de julio lo secuestran" recordó, y agregó que "lo llegue a conocer, tengo recuerdos de él y del día que entraron a mi casa también".
"Recuerdo por ejemplo que entraron, que mi hermano lloraba un montón… Los ruidos, había muchos ruidos antes de que ellos ingresen a la habitación con la linterna… Después mi mamá, que me dijo que me duerma".
Además, se refirió a las repercusiones que el evento tuvo durante el resto de su vida. Explicó que "cuando mamá vino y nos dijo que papá no volvía más éramos dos chicos", sin embargo, "en el transcurso del tiempo nos repercutió". "Nos tuvimos que mudar de la ciudad, en el colegio no podíamos decir nuestro apellido", comentó.
Por otro lado, "cuando nos fuimos a un pueblo, por suerte más chico y donde era todo un poco más familiero", continuó, "como que fue más fácil". "En bahía blanca era mucho más terrible", narró, "me acuerdo que siempre hablaban todos a escondidas".
"Cuando empecé a ser más grande, tipo quince años, me entero de la verdad", manifestó, y explicó que "cuando volví a Bahía Blanca" a los 15 años de edad, "todavía al tiempo que había pasado, el apellido Heinrich era un apellido mala palabra… como si tuvieras lepra".
Luego de escuchar su relato, Guarino le preguntó si alguna vez el diario se comunicó con ella para pedir disculpas u ofrecer explicaciones, a lo que Heinrich contestó: "No, jamás".
El juicio de lesa humanidad
Durante la entrevista, Santucho le preguntó cuáles fueron las sensaciones que tuvo luego de las jornadas del juicio de lesa humanidad, en el que el caso de su padre y de Loyola fueron tomados en consideración, y su madre pudo declarar y contar ante el tribunal su historia y sus padecimientos.
"Por parte de mamá, muy aliviada. Fue alivio de poder hablar, de haberlo callado tanto tiempo" explicó al respecto, y comentó que:
"Cuando fui a Saldungaray la última vez, me acuerdo que ella y la gente que estaba ahí nos decían que ninguno sabía lo que había pasado con mi viejo, que no conocían la historia, y te estoy hablando de familiares directos".
"Solamente la conocían los hermanos de mi abuelo, que nosotros fuimos a la casa de ellos, pero no los otros familiares" detalló, y agregó que "no lo podían creer".
Lavado de cara
Por otro lado, se refirió al cambio de nombre del diario de la familia Massot, que pasó a llamarse simplemente "La Nueva", y su posterior venta. "Me dio mucha bronca, me agarró impotencia, me agarró bronca porque es algo que no está saldado, algo que no está cerrado" manifestó Rosana.
Además, explicó que hay "mucho ocultamiento e inclusive hicieron allanamientos que encontraron pruebas". Además, opinó que "no tendrían que haber vendido" y que "no tendrían que haber dejado que lo vendan".
"Eso tendría que haber quedado así como estaba hasta que, por lo menos, se esclarezca todo" concluyó, y agregó: "Es un lavado de cara".