En plena pandemia del coronavirus y con más de 500 muertos, el presidente brasileño echó al Ministro de Salud Luiz Henrique Mandetta. De este modo, Bolsonaro se empecina en su negacionismo sanitario y resiste la avanzada del jefe de gabinete, Walter Braga Netto, quien fue nombrado “presidente operacional” por una coalicion cívíco-militar de centroderecha, que se muestra preocupada por la falta de una política sanitaria en el vecino país.
Después de que empresarios, políticos y sectores mediáticos que allanaron el camino de Bolsonaro a la presidencia impusieran a su jefe de gabinete, el general Walter Braga Netto como “presidente operacional”, el ministro de salud defendió la política de aislamiento social y comenzó a reunirse con los gobernadores de los estados brasileños para fortalecer la cuarentena que los mandatarios habían ordenado.
En total, en Brasil el COVID-19 se cobró 553 vidas y ya hay más de 12 mil infectados por el coronavirus. En el epicentro de la pandemia, el Estado de Sao Paulo, seguidores de Bolsonaro incluso marcharon en rechazo a la cuarentena ordenada por el gobernador.
Este inesperado e irresponsable gesto de apoyo se produjo luego de que se conociera una encuesta que expresa que a pesar de la caída de la imagen presidencial, 6 de cada 10 brasileños rechaza la idea una salida anticipada de Jair Bolsonaro del gobierno.
En ese contexto, Bolsonaro intenta recuperar la iniciativa política y resistir su relegamiento en la conducción de la República Federativa de Brasil.