Por la falta de papel higiénico, los estadounidenses descubren el bidet

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La escasez de papel higiénico ya no es un problema exclusivo de la economía venezolana sino que por el contrario, en Estados Unidos forzó incluso cambios en los hábitos. Con la llegada de la pandemia del coronavirus y el temor al desabastecimiento, se disparó la venta de bidets en el país norteamericano.

Ante la falta de papel higiénico en las góndolas de los supermercados, una gran cantidad de estadounidenses eligieron comprar un bidet a través de plataformas de ventas online como Amazon.

No se trata sin embargo del clásico bidet argentino sino de un dispositivo que se adosa al inodoro y que permite el lavado sin moverse. Los más modernos tienen botones, aunque también hay algunos con canillas para agua fría y caliente, que no pierden la practicidad y la utilidad.

En sólo días, la empresa Bio Bidet vendió casi 300 mil dólares a través de Amazon. También en Australia, The Bidet Shop acusa un importante incremento en las ventas de este dispositivo higiénico tan tradicional para las y los argentinos.

¿Cómo llegó el bidet a la Argentina?

En 1880, cuando la oligarquía argentina todavía no había iniciado su lento proceso de decadenacia, Paris era la meca cultural de las y los argentinos más pudientes que conocieron el bidet en París y lo trajeron al país.

Desde entonces se popularizó en los hogares de las clases altas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las grandes urbes. Tener un bidet era sinómino de ascenso social y filiación burguesa. 

No obstante, el bidet se masificó a mediados del Siglo XX, durante el gobierno de Juan Domingo Perón y más precisamente, la gestión de Ramón Carrillo al frente del Ministerio de Salud. En el Segundo Plan Quinquenal aparece el objetivo de la higiene de la vivienda como rama fundamental de la medicina social y como una herramienta necesaria en la erradicación y profilaxis de las epidemias.

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