El 8 de julio de 1989, hace exactamente 32 años, Carlos Saúl Menem se convertía anticipadamente en el segundo presidente de la Nación desde el retorno de la democracia. Su gobierno se marcó por las “relaciones carnales” con EEUU, la privatización masiva de empresas estatales y la así llamada “convertibilidad“. Un proceso neoliberal que culminaría su ciclo con una inédita elevación de la pobreza y destrucción de las fuerzas estatales.
“No aspiro a ser el presidente de una fracción, de un grupo, de un sector, de una expresión política. No deseo ser el presidente de una nueva frustración. Yo quiero ser el presidente de una Argentina unida, que avance a pesar de las discrepancias”, expresaba en parte de su discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa.
“Toda la ciudadanía sabe que no miento, si afirmo que estamos viviendo una crisis dolorosa y larga. La peor. La más profunda. La más terminal. La más terrible de todas las crisis de las cuales tengamos memoria. Por eso, esta crisis no es una excusa. Esta crisis es una oportunidad. Esta crisis es un desafío”, decía esperanzado antes de serle entregado el bastón de mando y la banda presidencial de la mano del expresidente Raúl Ricardo Alfonsín.
La llegada de Menem a la Rosada
Un años antes, Carlos Menem, que había sido tres veces gobernador de La Rioja, se erigió como el candidato del peronismo en las internas desarrolladas en julio de 1988 al imponerse al favorito Antonio Cafiero.
Mientras se definían las formulas presidenciales, la situación económica del país se deterioraba y la inflación parecía descontrolada; los reclamos de la CGT y las medidas de fuerza se multiplicaron (hubo 13 huelgas generales durante la gestión de Alfonsín). En diciembre sucedió el levantamiento de los “Carapintadas” y en enero siguiente el acuartelamiento del III Regimiento de Infantería Mecanizada en La Tablada.
Entrado 1989 el panorama argentino empeoró, hubo un estallido hiperinflacionario y el mercado cambiario se tornó incontrolable.
“La economía nos explotó en la manos”, confesó Alfonsín según el doctor en Historia, Mario Rapoport. Los cambios de hombres en el ministerio de Economía (hubo 4 en su gestión, 3 compartieron ese ´89) no surtieron efecto. Argentina estaba sumergida en una profunda crisis social, económica y política. Ese año hubo saqueos y muertes provocadas por la intervención de las fuerzas de seguridad.
Las elecciones presidenciales (todavía por sistema indirecto, con Colegio Electoral) fueron adelantadas (en abril) por decisión del entonces presindente radical, forzado por la mencionada situación y la crisis institucional, para el 14 de Mayo. Ocho fueron las formulas que se presentaron en todos los distritos.
La lista del Frente Justicialista de Unidad Popular (FREJUPO) fue encabezada por Carlos Menem y Eduardo Duhalde (presidente y vice, respectivamente). El riojano desarrolló una campaña que se cimentó sobre la promesa de un “salariazo” y la puesta en marcha de una “revolución productiva”.
También fue contundente su slogan “Siganme, no los voy a defraudar”. En la escudería radical, el candidato Eduardo Angeloz se vio perjudicado por el contexto del país, producto de la administración de su correligionario al mando de la primera magistratura.
El justicialismo logró una importante victoria superando al radicalismo (37%) por más de 10 puntos. En tercer lugar (con un 7%) se ubico Álvaro Alsogaray de la Alianza del Centro; ningún otro candidato presidencial superó el 3% de los sufragios.
Finalmente, el pase de mando entre el presidente saliente y entrante, del “padre de la democracia” a Carlos Saúl Menem, se concretó el 8 de julio de 1989 (con 5 meses de antelación). En medio del funesto contexto Argentina lograba una transición democrática después de muchas décadas.
Menem volvería a ganar la elección presidencial de 1995 (esta vez acompañado de Carlos Ruckauf) por lo que se instaló por más de 10 años en la Casa Rosada, hasta entregar el poder a Fernando de la Rúa en 1999.
De la Rúa no podría terminar su mandato pues la continuación de las políticas neoliberales de Menem culminaron con el estallido social del 2001: un país con más del 50% de pobreza, una desocupación que no quedaba muy atrás y la mayor crisis de representación política de nuestra historia.
En 2003 Menem ganaría ajustadamente la elección general pero desistió de presentarse a la segunda vuelta contra Néstor Kirchner y este fue consagrado presidente. Desde 2005 hasta su muerte el pasado 4 de febrero fue senador Nacional por La Rioja.