En 2019 María Eugenia Vidal tendrá que dedicarse a algo más que a la rosca política y las triquiñuelas electorales. En tan sólo dos semanas comenzará a sentirse el estrangulamiento financiero producto del irresponsable y creciente endeudamiento en moneda extranjera de las provincia más grande del país.
Será el 20 de enero el primer vencimiento del bono en euros a 15 años que tanto enorgullecía al gobierno de “Mariu” al comienzo de su gestión como Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires.
Durante el año, deberá pagar unos 256 millones de euros y 1.624 millones de dólares, tan sólo en concepto de intereses de deuda contraída en 2016 y 2017. Para devolver sólo una pequeña parte de lo prestado por los organismos multilaterales de crédito, la Provincia deberá poner unos 80.000 millones de pesos, monto muy por encima de lo presupuestado para Salud (51 mil millones) y Desarrollo Social (23 mil millones).
Durante el año pasado, los montos en conceptos de servicio de deuda fueron sensiblemente inferiores, lo que no evitó que Vidal tuviera que pegar un manotazo de ahogado y tomar 28.400 millones de pesos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la AnSes.
Como si el panorama no fuera complicado, la gobernación deberá gatillar unos 25.000 millones para solventar parte del costo del traspaso de Nación a las provincias de los subsidios al transporte impulsado por el gobierno nacional por orden del FMI. De este monto, alrededor de 23.000 millones son para susbidiar las líneas interurbanas del Conurbano, territorio donde Vidal no se anima a meter la mano con tanta ligereza, y unos 2.000 millones para bancar a intendentes adictos del interior como el mimado Héctor Gay.
Esta situación forzará el paulatino aumento del boleto de colectivo urbano en tanto Vidal retacea los fondos necesarios para mantener congelados los precios en el caso de los distritos que aún mantienen este privilegio, como el mentado caso de Bahía Blanca donde Gay intenta deseperadamente conseguir los votos que el Concejo Deliberante sancione el 33% de aumento proyectado para el primer semestre.
En el caso de Municipios sin subsidios, resta ver la capacidad de cada uno de ellos para poder inicialmente cubrir el monto y evitar un salto en los precios y posteriormente, la factibilidad de no se generen aumentos por encima de la media y que lentamente -o no tanto- licuen los esfuerzos de los jefes comunales por mantener un precio racional para el transporte.