La estrella de Sergio Massa sigue sin prisa ni pausa en su declive político. Tras irrumpir en la escena política en 2013 y superar al candidato del oficialismo, entonces kirchnerista, Massa obtuvo un respetable caudal de votos en 2015 -casi el 20%-, para caer al 11% en la última elección.
Hoy por hoy las encuestas le dan entre un 5 y un 8% de intención de voto y muchos de los dirigentes de su espacio le piden que de un paso al costado para que su tropa pueda negociar con el peronismo y Cristina, especialmente en la Provincia de Buenos Aires, donde los jefes comunales de su espacio temen perder las elecciones municipales de sus propios distritos.
La “Alternativa Federal” que integra poco tiene de federal e incluso de alternativa. La mayoría de los gobernadores ya acordó con la senadora Cristina Kirchner y el tridente Pichetto-Massa-Urtubey sólo logró hacer pie en un par de provincias. Paralelamente, los gremios, incluyendo la CGT, y los movimientos sociales muestran voluntad de participar en el Gran Frente Patriótico referenciado en la dos veces presidenta.
En Santa Fe, el massismo cerró en un frente electoral con el peronismo partidario y el kirchnerismo y sólo le queda decidir si va a una PASO con Bielsa o Perotti. La idea que comparten todos los sectores es sumar fuerzas y recuperar la gobernación santafesina para el peronismo, luego de que el Partido Socialista se mantuviera en el poder desde 2007, en el marco del Frente Progresista Cívico y Social junto a parte de la UCR, que en estas elecciones va con el PRO.
La madre de todas las batallas está en la provincia de Buenos Aires, territorio que fue desde el año 2013 la base del Frente Renovador. De aquel 42% de lo votos y una veintena de intendentes en la última elección solo llegó al 11% de los votos. Como si fuera poco, desde esa elección dirigentes de peso como Felipe Solá, Facundo Moyano o Daniel Arroyo han dejado el espacio referenciado en el tigrense.
Julio Zamora, el intendente de Tigre y una de las figuras más destacadas del massismo ya acordó participar de un espacio electoral conjunto con el PJ y Unidad Ciudadana. Participó en el Congreso del PJ de La Matanza y confirmó que su lugar será ahí. No solo eso, está muy crítico con la gobernadora María Eugenia Vidal y en especial por su constante agresión a los docentes. “Vidal quiere provocar un enfrentamiento con los docentes dejando a la deriva la educación de nuestros hijos”, expresó Zamora.
Massa llama a los intendentes peronistas y les dice que “esperen”, que arreglará con Cristina, pero luego sale en los medios en forma muy crítica con la ex presidenta. Clarín, que apoya al tigrense como tercera pata para restarle votos a la oposición, lanza propuestas como que la próxima fórmula en la provincia será Martín Insaurralde-Malena Galmarini.
Se trata de poco más que publicidad y operaciones mediáticas. La fórmula se consensuará entre los intendentes y Cristina y es poco probable que la integre Malena, una dirigente que tiene un odio visceral hacia la ex presidenta, odio que expresa mejor a Cambiemos que las críticas de los “renovadores” al estilo que la expresidenta mantuvo durante su último mandato.
Cristina ya desconfía y con razón que Massa negocie con el peronismo. Los intendentes y legisladores del Frente Renovador también desconfían y no quieren llegar a junio y que Massa los invite al cementerio. “Hay que arreglar ahora, sino vamos a ir a la cola del tren”, dice un legislador massista que aspira a renovar su banca.
Por ahora hay tiempo para que Massa se decida, pero el tiempo se acaba y su buena estrella también.