Lucas Nigoevic integró el Comité Central de la Federación Juvenil Comunista (FJC), organización política en la que David “Watu” Cilleruelo formaba parte hasta el día que fue asesinado en el ala de ingeniería de la Universidad Nacional del Sur.
“A Watu se lo recuerda por su calidad humana y por ser un estudiante ejemplar” y “le dedicaba muchísimo esfuerzo a su militancia” señaló. “Fue electo como Secretario General de la Federación Universitaria del Sur (FUS), que nucleaba a nuestra universidad y la del Comahue“.
En las elecciones la Federación Juvenil Comunista había superado por 0,5% a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y el comité ejecutivo quedo conformado por 3 miembros de la FJC, 3 de la JUP, 2 de la Juventud Radical y 1 del Partido Comunista Revolucionario.
La asamblea de asunción del comité ejecutivo de la FUS iba realizarse el 4 de abril y por motivos de seguridad se le recomendó a Watu que no asistiera a la universidad porque ese entonces patotas armadas del rector-interventor Remus Tetu estaban circulando por la universidad.
“Remus Tetu fue un rumano colaborador de la Alemania Nazi” que con un “título trucho de docente ejerció cargos de docencia en nuestro país“, explicó Nigoevic. Había armado una “patota de matones que portaban” armas. que estaban liderados por “el Moncho Argibay” y circulaban por la universidad generando un clima de tensión.
No obstante, el 3 de abril Watu en un descuido asistió a la universidad durante un día de inscripciones para ir a una clase de consulta, y se encontró con compañeros de militancia que estaban repartiendo folletos. Entonces llegó la patota de Argibay, con su hijo y Aceituno. Al encontrarlo lo encaran y le preguntan si era él. Watu no contesta, les da la espalda y le disparan en la nuca, matándolo.
También encañonaron a un compañero de Watu y le dicen, con total tranquilidad, “pobrecito se dio la cabeza contra el piso” para luego retirarse en el auto del rectorado con una “paz sepulcral”.

Nigoevic explicó que esto se dio en un contexto en que las juventudes políticas militaban por transformar la realidad del país, con distintos matices pero con un “consenso de la necesidad de lograr la unidad programatica y estratégica que permitiera cambios estructurales en Argentina”. Argibay era parte de la patota paraestatal conocida como “Triple A”, que generó un “genocidio quirúrgico”, asesinando militantes elegidos con precisión para desmovilizar al pueblo argentino durante el gobierno de Isabel de Perón, que hoy permanece impune.
También rememoró la aparición de un ex Triple A, Héctor Forcelli, en el acto realizado el año pasado por el día de la Lealtad, cuya denuncia generó que subterráneamente sectores identificados con el PJ cuestionaran su señalamiento. Sobre esto señaló que “Watu y sus compañeros creían en la unidad” pero que “no hay unidad posible sin derechos humanos”. “Es perverso” pensar la unidad en términos de impunidad, remarcó.