Quienes frecuentan la Gobernación Bonaerense de calle 6 en La Plata dan cuenta del mal humor creciente de la gobernadora María Eugenia Vidal, que se disparó con la negativa del presidente Mauricio Macri al pedido de desdoblar y adelantar las elecciones presidenciales, pero que en el último tiempo alcanzó un pico.
Desde su equipo político la excusan y dicen que es “habitual” en tiempos de elecciones y más porque “no le sale una”. Sin embargo, la raíz de su enojo tiene con la angustia generada por no poder gobernar sin obedecer a rajatabla a Macri.
Más recientemente, recibió una nueva prohibición por parte del presidente, esta vez de criticar a EDELAP, la empresa de un amigo de Mauricio Macri, que lleva varios días con un fuerte apagón en las afueras de La Plata, en un sector de clase media y alta, tradicional apoyo de Cambiemos.
Tampoco ayudó que al visitar Villa Itatí, en Quilmes, las y los vecinos la hayan escrachado al grito de “nos estamos cagando de hambre Vidal”. La gobernadora siente que es el paragolpes entre la pésima gestión de Macri y una ciudadanía que ya no come vidrio y cada vez que intenta realizar un planteo al presidente la cruza Marcos Peña repitiendo como mantra de que “está todo bien”.
La gobernadora y su equipo creen que podrían ganarle un mano a mano a Kicillof, pero ir colgada del peso muerto de Mauricio Macri sólo permite que sea reelecta si los cielos se apiadan y sucede un milagro.
Por más que desde Casa Rosada le digan que “no pasa nada” porque es “de La Cámpora” y “la orga no genera candidatos”, Vidal sabe que no hay que despreciar a Axel, que en sus recorridas demuestra que reune las mismas adhesiones que Cristina y que además llega a sectores independientes de clase media que no lo ven con malos ojos ya que tiene una gestión intachable y no se le conoce una denuncia por corrupción.
“Lo de Kicillof fue un fenómeno pocas veces vistas en el interior bonaerense” –cuenta off the record un legislador de Cambiemos– dando como ejemplo que en Tres Lomas viven unas 7.000 personas y 800 personas se reunieron para escucharlo “a partir de la convocatoria en redes sociales y sin utilización del aparato”.
Además, la otra preocupación que inquieta a María Eugenia Vidal es la presencia de Sergio Massa en como cabeza de la boleta de diputados nacionales, lo que significará que caminará intensamente la provincia y le restará el voto peronista que en algún momento le fue cercano.
Para colmo de males, su gran apuesta en las elecciones era promover a su amigo íntimo, el ministro de Seguridad de provincia, Cristian Ritondo, como primer candidato a diputado nacional. La estrategia ahora resulta problemática tras la masacre de cuatro adolescentes en San Miguel del Monte por parte de la policía Bonaerense.
Sin capacidad de salir a territorio sin que la insulten de arriba abajo, ve como Axel no se queda quieto un segundo, y en un autito recorre la provincia, incluyendo los pueblos más pequeños, realizando propuestas concretas para mejorar la salud y la educación, reabrir las PyMEs e industrias, entre otras propuestas.
Encima ahora la acompaña Verónica Magario con lo que la hipótesis de que los intendentes jugarían en contra de su candidatura se despeja y demuestra que la realidad política se impone a las campañas de márketing electoral.
