Milei mandó a Pettovello a respaldar a un adolescente que defendió al Presidente en su colegio

La ministra de Capital Humano intervino personalmente en el caso de Santiago, el alumno que dejó de ir a su escuela tras apoyar la condena a CFK durante una asamblea de alumnos, mientras el gobierno desfinancia educación y salud.

En una movida que confirma las prioridades distorsionadas del gobierno libertario, el presidente Javier Milei decidió que era urgente que su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, se meta de lleno en el conflicto de un estudiante secundario que lo defendió en su colegio.

El Caso que Movilizó al Gobierno

Santiago, un estudiante del Colegio Primera Junta en Caballito, se animó a levantar la mano en una asamblea escolar organizada para cuestionar la condena de Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad.

Durante su intervención, el chico defendió la decisión judicial y expresó su apoyo al presidente Milei, un hecho por el que recibió mensajes con insultos y burlas por parte de varios de sus compañeros, y que llevó a su madre Jaquelin a la decisión de dejar de enviarlo a la escuela.

El hostigamiento entre estudiantes de colegios secundarios es un hecho tristemente común en varias instituciones, aunque lo llamativo de este caso es que llegó al programa de Esteban Trebucq por La Nación+, donde Santiago y su madre se expresaron sobre la situación.

En lo que parece más una operación mediática que una genuina preocupación por el bienestar educativo, el medio presentó la situación con la expresión “lo echaron del colegio por apoyar a Milei“, dando a entender que las autoridades de la institución habían expulsado al joven.

El caso se convirtió en la munición perfecta para el relato libertario sobre “adoctrinamiento” en las escuelas públicas, y derivó en una respuesta tan inmediata como desproporcionada por parte del gobierno.

Milei ordenó a Pettovello que intervenga personalmente en este conflicto escolar. La ministra, que debería estar gestionando los comedores escolares que quedaron sin financiamiento o las universidades públicas atacadas por el ajuste, ahora dedica su tiempo a un caso que cualquier equipo directivo podría resolver.

La intervención estatal a favor de Santiago contrasta brutalmente con el trato que Milei le dio a Ian Moche, el niño de 12 años con autismo que denunció los recortes en discapacidad. Cuando Ian reveló que un funcionario de la ANDIS le había dicho que “si había tenido un hijo con discapacidad era un problema familiar pero no del Estado”, la respuesta presidencial fue atacarlo en redes sociales.

En aquella oportunidad, Milei reposteó agresiones contra Ian, tildándolo de “operador kirchnerista” y exponiendo públicamente a un menor con discapacidad. La familia tuvo que demandarlo judicialmente para que elimine las publicaciones agresivas. Mientras tanto, Santiago recibe protección ministerial completa.

Las Prioridades del gobierno

Mientras Pettovello gestiona conflictos adolescentes, la realidad educativa se desploma. Los comedores escolares perdieron financiamiento, miles de docentes cobran sueldos que no alcanzan para vivir, las universidades públicas sufren un ahogo presupuestario histórico y las políticas de inclusión para personas con discapacidad fueron desmanteladas.

La condena a CFK que motivó la asamblea escolar está siendo cuestionada por juristas y gran parte de la sociedad por sus fundamentos endebles, pero eso no importa cuando hay un caso que alimenta la polarización y distrae de los problemas estructurales.

El gobierno de Milei establece un precedente claro: los pibes que lo defienden merecen la protección del Estado, mientras que los menores vulnerables que reclaman por sus derechos se convierten en blancos de ataques presidenciales. Santiago recibe ministros corriendo a salvarlo, Ian Moche recibió agresiones desde Casa Rosada.

Esta diferencia de trato no es casual. Forma parte de una estrategia política que usa a los menores como herramientas de comunicación, protegiendo a los aliados y atacando a quienes evidencian las consecuencias del ajuste.

La historia de Santiago seguirá siendo funcional al gobierno, pero la doble vara quedó expuesta: en la Argentina libertaria hay pibes de primera y pibes de segunda, según su utilidad política para el relato presidencial.

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