Macri no pudo dar la cara para informar que 14 millones de argentinos son pobres. Además, la mitad de los niños son pobres

La vocera de Macri en conferencia de prensa, fue la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, junto a su par de producción, Dante Sica. Desde Casa Rosada dieron la fatídica cifra: 14 millones de argentinos son pobres. La ministra dejó en claro que “el Presidente está representado por nosotros acá”, aseguró, pero no pudo explicar su ausencia. “No conozco su agenda” manifestó.

Stanley remarcó que “pobreza cero, más allá de haberlo mencionado en la campaña, tiene que ver con un objetivo, un horizonte, una forma de trabajar” y quiso poner el foco en que “estamos diciendo la verdad”, aunque el propio instituto de censos estatal la desmiente.

La brutal caída de la economía el año pasado, la recesión, una inflación que rondó el 48% y la megadevaluación del 105% con una pérdida de 18 puntos de los salarios por sobre el costo de vida, fueron los principales factores que condujeron a estas cifras.

Durante todo 2018, en promedio, el PBI cayó 2,5% (en el cuatro trimestre el desplome fue del 6,5%), la inflación llegó al 47,6% y la desocupación subió al 9,1% desde el 7,2% de finales del 2017, según datos del propio INDEC.

Durante el segundo semestre de 2017, el INDEC estableció que en el país había casi diez millones y medio de pobres y 1,9 millones de indigentes. En tan sólo un año la situación económica de los argentinos empeoró casi 7 puntos.

 

Casi el 50% de los niños en Argentina es pobre

El estudio “Efectos de la situación económica en la niñez y la adolescencia” de Unicef busca dar cuenta de aquello que no reflejan las estadísticas. Según Unicef el 42% de los niños, niñas y adolescentes del país vive en la actualidad bajo la línea de pobreza, son 5,5 millones, y un 8,6% de ellos vive en hogares que no llegan a cubrir la Canasta Básica de Alimentos por lo que se encuentran en la indigencia, la expresión más extrema de la pobreza.

De los datos oficiales, se desprende que casi la mitad de los niños, niñas y adolescentes de la Argentina (48%) sufre al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales.

Se incrementó la cantidad de familias que van a buscar comida a los basureros municipales. Ellos saben el horario en el que va el camión a desechar los productos vencidos de los supermercados” al tiempo que, según advirtió la presidenta de una asociación de recicladores urbanos, mientras “el año pasado eran 50 familias las que venían al manto (basural) a buscar comida, ahora hay cerca de 150.

Unicef advirtió que en el último año aumentaron las enfermedades transmitidas por los alimentos, principalmente la gastroenteritis y diarreas “posiblemente asociadas a las prácticas de búsqueda y recolección de desperdicios en basurales”.

Asimismo el informe señala que en el último año aumentaron las restricciones en el consumo de alimentos tanto en su cantidad como en su calidad.

Algunas familias saltean comidas, se suprimen comidas grupales de fin de semana, se cocina una única vez por día, los adultos a veces no comen por dejarle el alimento a los niños, niñas y adolescentes, y cambia la composición de la cena. También se señaló una reducción del consumo de alimentos con proteínas de origen animal, sobre todo carne vacuna y lácteos, cuyo consumo es desincentivado por el aumento de precios.

Hoy “la canasta de alimentos disponible en los hogares de las comunidades que participaron del estudio depende en gran medida del acceso a bolsones, cajas de alimentos y apoyos alimentarios gubernamentales”. Aún así, la ayuda del Estado es insuficiente:

La provisión de alimentos resulta insatisfactoria y de mala calidad nutricional. Funcionarios locales resaltaron que los apoyos que los gobiernos reciben desde organizaciones de la sociedad civil y empresas han disminuido en cantidad y variedad, lo que se traduce en menos alimentos entregados.

Los comedores reflejan el faltante de alimentos en los hogares: “Lo que se ve desde el año pasado, es que volvieron a aparecer familias enteras en los comedores, algo que hace mucho no se veía”, explicaron.

Las medidas de ajuste del gobierno no impactan sólo en el aspecto nutricional:

Se identificó el aumento del malestar psicológico expresado en problemas de conducta, manifestaciones de ansiedad y déficit de atención en niños y niñas. Mientras que en los y las adolescentes se observó un mayor estrés y alteraciones del estado de ánimo. En esta línea, los actores clave en el territorio confirmaron un incremento en el último tiempo de manifestaciones de violencia en adolescentes, cuadros de alcoholismo y depresión.

Desde Unicef, aseguraron además “sentirse colapsados por el aumento de la demanda y desprovistos de herramientas de intervención por el recorte en la cantidad de medicamentos, provisión de vacunas gratuitas, mantenimiento de los equipos e instrumental médico”.

De acuerdo con el informe el último año también aumentó la deserción escolar entre los niños, niñas y adolescentes, en especial en la transición entre el nivel primario y secundario, por la necesidad de incorporarse lo antes posible al mercado de trabajo o bien sumarse a la mendicidad como medio de aportar dinero a sus hogares.

Al respecto del trabajo infantil, se evidenció que, en mayor medida, las niñas y adolescentes suelen colaborar con el trabajo doméstico y tareas de cuidado, y los niños y adolescentes acompañan tareas de venta callejera y trabajo en oficios, principalmente albañilería. Esta situación se ha acentuado en el último tiempo y se indica la mendicidad y la venta callejera por parte de niñas y niños como una estrategia para aportar ingresos económicos en sus hogares.

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