Los motivos por los que Lavagna bajaría su candidatura en las próximas semanas

El ex ministro de economía, Roberto Lavagna, hizo una desacertada lectura de la política nacional que lo terminó dejando aislado e incapaz de construir los consensos necesarios para, mínimamente, llegar con chances a las elecciones.  En breve no, sólo no pudo entender ni al kirchnerismo, al radicalismo y a Alternativa Federal, sino que fue en contra del reclamo ciudadano que pide la unidad de la oposición y un proyecto de gobierno antagónico al de Cambiemos.

El cuestionamiento a la senadora Cristina Fernández de Kirchner, considerandola la responsable inicial del desmadre económico generado con Mauricio Macri fue su primer error. De esta formas más de un tercio del electorado argentino se paró de manos para resistir su candidatura.

También compró “pescado podrido” al leer las críticas de la UCR a Macri literalmente, como si los radicales hubieran tenido una verdadera intención de romper con Casa Rosada y sellar una nueva Alianza que el encabezaría. Para contenerlos, Macri no necesitó mucho más que ofrecerles la vicepresidencia, algunos cargos legislativos y quizá algún ministerio.

Por último, también ninguneó a quienes podrían haber sido sus principales aliados, integrantes de Alternativa Federal como Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa. Ambos son políticos de carrera que, si bien no logran hoy por hoy romper el techo de los 10 puntos, consideran su magra cosecha como propia por lo que no regalarían lo suyo. Tampoco es que Lavagna los superara ampliamente en intención de voto.

En su momento de mayor desesperación, no tuvo reparos en criticar a Massa por su “acercamiento” al peronismo y al kirchnerismo, cuando el renovador compartió mesa con un intendente cercano a Cristina (Ariel Sujarchuk) y un economista de La Cámpora (Santiago Fraschina). Como si no fuera obvio para entonces, dejó en claro que no tenía voluntad de liderar a la oposición, sino simplemente, de capitalizar por defecto la caída del gobierno y aparecer como el nuevo salvador con la ayuda de los medios hegemónicos.

Parrafo aparte, Sergio Massa se vió reflejado en la figura de Lavagna cuál sería su destino de persistir en su cerrazón y negarse a “jugar por dentro” de la alianza entre el PJ y Unidad Ciudadana. “Lavagna se cae en 30 días, luego de eso, voy a negociar con Cristina”, le manifestó a un grupo de intendentes afines, fervientemente convencido CFK finalmente no será candidata y habrá una interna en la que competirá contra Rossi, Scioli y Solá, con Kicillof como candidato de unidad en la provincia de Buenos Aires. En 2017 también proyecto que la expresidenta no jugaría, y la pifió feo.

Volviendo a Lavagna, hoy por hoy, le queda poco margen para sellar alianzas: el socialismo santafecimo, la alicaída Margarita Stolbizer, y alguna patrulla perdida del peronismo. Marcelo Tinelli declinó su convite de ir por la gobernación y dicen que el mismo Duhalde, su padrino político, “lo cagó a pedos” por no aceptar ir a las PASO y expulsar a Massa del armado, regalándole a CFK una figurita clave, difícil, pero por sobre todo, esquiva.

En breve, Lavagna quiso ser el candidato de la unidad pero rechazó las PASO, principal herramienta de la vida electoral para alcanzar dicho objetivo. Quiso ser el candidato del consenso y pero cuestionó al peronismo, al kirchnerismo, a Alternativa Federal. Quiso ser la respuesta al desmadre de Cambiemos y se pronunció por la necesidad de aprobar una ley de flexibilización laboral.

Lavagna es un salvador a destiempo, que desoyó la demanda ciudadana de soluciones concretas aturdido por los cantos de sirena del poder económico y mediático. Quizá se pueda entender su obrar como la contraposición más clara con el silencioso trabajo político que viene realizando Cristina, para alcanzar la unidad de la oposición, no dudando en bajar sus propios candidatos para lograr la unidad necesaria para dar vuelta las páginas de la historia.

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