¿Cómo será la nueva metodología del INDEC para medir la inflación?

El Gobierno de Javier Milei confirmó que modificará la forma en la que se mide la inflación para actualizar la canasta de consumos y aumentar la cantidad de precios que se evalúan, aunque no aclaró cuando comenzará a utilizarse el nuevo índice.

Durante su más reciente informe de gestión, el Jefe de Gabinete Guillermo Francos adelantó que el Gobierno de Javier Milei tiene previsto modificar la metodología utilizada por el INDEC para medir el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Si bien el titular del organismo, Marco Lavagna, había hablado de esta posibilidad el año pasado, la actualización del medidor nunca se llevó adelante, según confesó Francos, por una decisión política del Presidente.

Ahora, a 7 meses de la última vez que un funcionario del Gobierno se expresara al respecto y con una aceleración de la inflación, Casa Rosada reactivó el tema, aunque desde INDEC aclararon que no tenían precisiones sobre la fecha en la que se comenzarían a difundir los resultados.

Por lo pronto, Francos explicó que “el Ministerio de Economía informa que el INDEC finalizó en el mes de marzo de 2025 todos los desarrollos técnicos y metodológicos del nuevo IPC”, así como las consultas y testeos técnicos para implementarlo.

“Actualmente se encuentra a la espera de los avales institucionales para realizar la campaña de sensibilización y alfabetización del nuevo IPC”. “El Instituto continúa realizando los análisis técnicos en torno a la estabilidad de los precios para asegurar el cumplimiento de las recomendaciones internacionales“, agregó.

Finalmente, explicó que se busca “garantizar que las modificaciones no se introduzcan en períodos atípicos“. El eje de las críticas a la medición actual es la desactualización de la canasta de productos utilizada para elaborar el índice, que corresponde a 2004 y ya no refleja los consumos actuales de los argentinos.

¿Cómo será la nueva metodología?

Según lo que había adelantado Lavagna, el nuevo índice comenzaría a realizarse en base a la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) 2017-2018, que reemplazaría al listado de gastos que se viene utilizando desde hace 2 décadas.

Así, se proyecta una mayor incidencia de los servicios en el IPC, debido a la ponderación de gastos relacionados con las plataformas (aunque aun así quedaría desactualizado si se considera que luego de la pandemia el fenómeno se aceleró) y los nuevos elementos tecnológicos.

Actualmente, viviendas y servicios tienen una ponderación del 9,44% en el índice nacional, mientras que con la nueva metodología su incidencia aumentaría al 14,5%. El lugar de la vivienda no es menor, ya que en octubre duplicó el promedio de inflación (mientras la general era del 2,7%, vivienda medía 5,4%).

Por otro lado, el segmento de alimentos y bebidas no alcohólicas pasaría de tener una ponderación de 26,96% a una del 22,7%. Es decir que tendrá menos impacto en el promedio general de inflación.

Otra novedad que había adelantado Lavagna es un aumento en la cantidad de productos que se miden. En 2011 se había regionalizado la canasta, lo que llevó al INDEC de relevar 92 mil precios a 320 mil. Ahora se quieren agregar 500 mil precios más, al tiempo que se pretende aumentar la cantidad de informantes de casi 17 mil a alrededor de 24 mil.

Para poner en perspectiva estos cambios, cabe señalar que actualmente la metodología contempla la evolución de precios solo en las zonas urbanas, por lo que quedan fuera de la medición las zonas rurales.

Desde el organismo remarcaron que “los resultados se publican para el total del país como índice nacional y para Cuyo, GBA, Noreste, Noroeste, Pampeana y Patagonia como índices regionales“. En este contexto, detallaron que:

“La estructura de ponderaciones para las canastas ha sido determinada de manera tal que refleje las proporciones de gasto de consumo de los hogares que pertenecen a cada región con base en la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares 2004/05“.

Hasta 2015, los gastos se actualizaron por relativos de productos y, desde entonces, comenzaron a actualizarse por precios de manera mensual. Luego de que se obtienen los índices regionales, se calcula el promedio nacional.

En otras palabras, lo que se hace es comparar precios actuales con los del período base, manteniendo fijas las cantidades y calculando un promedio ponderado de los precios de los productos incluidos en la canasta, que consta de 12 divisiones:

  • Alimentos y bebidas no alcohólicas
  • Bebidas alcohólicas y tabaco
  • Prendas de vestir y calzado
  • Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles
  • Equipamiento y mantenimiento del hogar
  • Salud
  • Transporte
  • Comunicación
  • Recreación y cultura
  • Educación
  • Restaurantes y hoteles
  • Bienes y servicios varios

Actualmente, el INDEC otorga una ponderación de 23,4% al rubro de alimentos y bebidas, siendo este el más importante de la medición. Le siguen en importancia el transporte (11,6%), el rubro de restaurantes y hoteles (10,8%) y el ítem de “vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” (10,5%).

¿Por qué importa el cambio en la metodología?

La actualización del índice no es menor, ya que no solo sirve para caracterizar las condiciones de vida de los hogares, sino que sirve para elaborar las líneas de pobreza e indigencia, al tiempo que se utiliza como referencia para las estimaciones de las cuentas nacionales y el diseño de políticas públicas.

Varias provincias (y la Ciudad de Buenos Aires) ya actualizaron sus índices regionales y en sus mediciones suelen detectar aumentos mayores a los del dato de INDEC. En ese sentido, la medición de CABA es un buen ejemplo para la comparación, ya que utiliza la canasta elaborada en 2018.

Esta diferencia entre la realidad del impacto de los precios y la medición oficial llevó a 36 sindicatos agrupados en las principales centrarles obreras a reclamar en febrero que se actualice el índice, y calificaron como “un dibujo” la publicación de INDEC.

Según los sindicalistas, las cifras “no reflejan el aumento efectivo de los bienes y servicios que afrontamos todos los meses”. “Los datos de inflación no coinciden con el impacto en nuestros bolsillos”, agregaron.

En este contexto, puntualizaron que “la mayoría de los especialistas coinciden en que existió un desfasaje cercano al 15 por ciento (en contra de los salarios) entre los datos oficiales y la inflación sufrida en 2024”.

Cabe preguntarse por qué entonces el Gobierno reactiva el tema en medio de una escalada inflacionaria. Para entender esto, se debe señalar que el impacto de las subas en los servicios (uno de los sectores de mayor ajuste) fue subestimada en el índice oficial durante 2024.

Sin embargo, la dinámica inflacionaria cambió en los últimos meses. Educación, Alimentos y bebidas, prendas de vestir, y restaurantes y hoteles registraron subas mayores al promedio (con un 21,6%, un 5,9%, un 4,6% y un 3,9%, respectivamente).

En comparación, en febrero (cuando el dato de inflación era de 2,7%) habían sido los servicios del hogar los que se habían ubicado por encima del promedio, con un aumento del 3,7%.

Este desplazamiento de los aumentos llevó a que la brecha entre la medición realizada a partir de la canasta de 2004 y la de 2018 se acortara y en este último mes, se ubicara incluso por debajo de la medición oficial.

Según explicó el investigador de la Universidad Torcuato Di Tella, Martín Rozada-González, la “inflación latente” (elaborada con la ENGHo de 2017-2018) fue “en marzo de 2025 de 3,6% impulsada por Alimentos y Bebidas no Alcohólicas. Este es el primer mes desde enero de 2024 en el que la inflación latente es menor a la medición oficial (3,7%)”.

Esto explicaría por qué el Presidente decidió dar marcha atrás con las modificaciones en el índice hasta ahora que la medición le da un resultado más favorable en pleno año electoral. Cabe preguntarse cuándo se actualizará la metodología.

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