El gobierno argentino continua transitando su confuso camino en materia geopolítica. En las últimas horas, Oscar Laborde, embajador argentino en Venezuela, acusó a la Justicia de “secuestrar” el avión venezolano que está retenido en Ezeiza. Visibilizando así diferencias internas en el seno del oficialismo en materia internacional, como pasó también durante el fin de semana respecto a la posición de nuestro país respecto a la situación en Nicaragua.
La novela del avión
Laborde consideró este martes que el avión iraní-venezolano “está secuestrado” en Ezeiza y cuestionó la resolución del juez federal Federico Villena de incautarlo, al afirmar que hay una “sensación de injusticia para el pueblo venezolano” por el caso.
En declaraciones públicas, el diplomático con misión en Caracas afirmó que el avión “está secuestrado porque el juez lo ha determinado”, a pesar de la situación de los 19 tripulantes de la aeronave que siguen en el país “sin que aparentemente haya algo para reprocharles”, consideró.
“Hay una sensación del pueblo venezolano de injusticia. Queda claro que hay una intención de la Justicia y que muchos la padecen”, sostuvo en una entrevista a AM 750.
A su vez, Laborde sostuvo que hay una decisión de “perjudicar” las relaciones bilaterales entre Argentina y Venezuela y de atentar contra la integridad de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que preside de forma pro tempore Alberto Fernández.
“Esto hay que transitarlo con inteligencia, porque son muchos los intereses que pretenden que esto sea una pelea que perjudique más a Venezuela y al proceso de la CELAC”, planteó.
Además, el representante argentino descartó que la relación bilateral con Venezuela esté dañada por el incidente, a pesar de las críticas recientes que le hicieran al Gobierno algunos dirigentes venezolano. “Sabemos que tenemos esta dificultad con los amigos venezolanos. No hay ninguna protesta del gobierno venezolano a Cancillería”, aseguró.
El diplomático, así, cuestionó la resolución de Villena de hacer lugar al pedido de la Justicia de Estados Unidos para incautar el avión iraní-venezolano, retenido en el aeropuerto de Ezeiza desde el 8 de junio.
En la resolución, el magistrado autorizó “una evaluación inicial, la cual incluirá la inspección mecánica, la inspección del lugar de depósito y la subscripción de contratos de depósito y mantenimiento por parte del personal del USMS (Servicio de Alguaciles de los Estados Unidos) y la empresa contratada al efecto”.
Por su parte, el Subsecretario de Asuntos de América Latina y el Caribe de la Cancillería argentina, Embajador Gustavo Martínez Pandiani, aseguró que “el tema del avión no altera en nada el vínculo con Venezuela, es un tema judicial y el Poder Ejecutivo no tiene mucho para hacer. No nos vamos a meter”.
“El vínculo con Venezuela está normalizado, tomamos la decisión de elevar la relación a nivel de embajadores, lo que se dice corre por cuenta de quien lo dice”, expresó Martínez Pandiani, dejando entrever las rispideces dentro del propio gobierno argentino, aunque también refiriéndose a los funcionarios venezolanos y su discursiva contra el gobierno del FdT.
La indefinida postura sobre Nicaragua
Las implicancias del caso del avión ya tiene repercusiones regionales y se suma al sinuoso y confuso camino de política exterior que trazó el gobierno de Alberto Fernández.
El viernes pasado, el presidente nicaragüense Daniel Ortega criticó duramente Alberto Fernández por el caso del avión. El líder sandinista reprochó al presidente argentino por el hecho que investiga presuntos vínculos de la aeronave con el terrorismo internacional y cuestionó su rol en la CELAC.
Durante un acto en ocasión del 42 aniversario de la Fuerza Naval de Nicaragua, Daniel Ortega dijo que Fernández “está haciendo un papel más vergonzoso, más triste, más degradante que el que hace” el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, “que abiertamente es instrumento de los gringos”.
“¿Desde cuándo Argentina dejó de ser independiente y ahora responde a las leyes norteamericanas, a los jueces norteamericanos, y a las persecuciones de los Estados Unidos?, ¿desde cuándo?”, preguntó el Jefe de Estado de Nicaragua, quien tildó el momento de “doloroso”.
“No sé qué fin irá a tener la Celac si Argentina no tiene la decencia y el honor de no someterse al imperio”, concluyó Ortega.
“Tienen secuestrado un avión de Venezuela por orden del imperio yankee, siguiendo los pasos del imperio británico que tiene retenido el oro del pueblo venezolano (…) Argentina sigue los pasos de EE.UU. que se apropió de empresas venezolanas, se las están robando”, denunció el presidente Ortega.
Los cuestionamientos a Fernández desde Nicaragüa coinciden en una semana compleja para la Celac. El próximo jueves, el Presidente argentino será anfitrión ante un grupo de líderes latinoamericanos que se reunirán en Buenos Aires para discutir cómo profundizar la integración regional.
Pero además, las críticas de Ortega se dieron el mismo día que la representación argentina ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), liderada por el embajador Carlos Raimundi, votó favor de una resolución del organismo multilateral que condenó “enérgicamente” al gobierno nicaragüense por supuestas violaciones a los derechos humanos. Lo curioso, es que Raimundi, vinculado al sector más cercano al kirchnerismo, estuvo ausente y delegó el voto.
De esta manera, Argentina dejó de lado las diferencias políticas que mantiene con el secretario general de la OEA, Luis Almagro (uno de los responsables del golpe de Estado y posterior dictadura en Bolivia de Jeanine Áñez), y apoyó la resolución titulada “la situación en Nicaragua”.
Al igual que una serie de debates que marcan la interna oficialista, la diplomacia no es la excepción y este voto amenaza con desatar nuevas disputas. El dato central de la jornada fue que Raimundi se ausentó de la votación (de forma unilateral) y delegó el voto argentino en la representante alterna ante la OEA, María Cecilia Villagra. El voto positivo fue una decisión del canciller argentino Santiago Cafiero, por orden del presidente Fernández. Raimundi no estaba de acuerdo, y por ello se ausentó sin avisar al Ministerio de Relaciones Exteriores.
Como si fuera poca la confusión, tan sólo un día después, Martínez Pandiani -el mencionado funcionario diplomático argentino-, defendió la pertenencia de Nicaragua (como también de Cuba y Venezuela) en la Celac.
“Todos los países de la Celac son democráticos, es justamente democrático aceptar todos los sistemas de gobierno. No hay aquí una mirada ideológica, sino unidad en la diversidad”
“Cuando hay violaciones de derechos humanos, Argentina los señala, como ha hecho en la ONU en Ginebra. Pero nos parece una mala idea excluir”, afirmó Martínez Pandiani, enunciando un juego a dos puntas: el gobierno argentino denuncia a Nicaragua por “violaciones a los derechos humanos” al tiempo que cataloga al país de “democrático“. Dos conceptos difíciles de conciliar, mostrando las rispideces internas y la falta de un rumbo claro.