Este viernes se cumplirán ya dos semanas del anuncio de la dimisión del Ministro de Infraestructura de la Nación, pero Guillermo Ferraro se niega a presentar la renuncia antes de que lo designen en una embajada clave, hoy en manos de un macrista de talla.
Cuando se conoció la salida de Ferraro del gabinete de Javier Milei, la versión que explicaba su cese al frente del Ministerio era que el empresario había filtrado a la prensa dichos que el presidente había expresado en una reunión de gabinete.
Lo cierto es que detrás de la justificación que buscaba mostrar a un Presidente con autoridad, se escondía la realidad de una interna descarnada en un gabinete loteado por distintos sectores.
Como sea, Ferraro desafía abiertamente al presidente y Nicolás Posse, el silente jefe de gabinete, y este viernes se cumplirán dos semanas de anunciada su renuncia.
La razón es que el aún hoy ministro (al menos en los papeles) no firmó la renuncia ni lo piensa hacer hasta que no le garanticen la Embajada argentina en Chile. Éste es el precio que pidió a cambio de hacer una salida ordenada del gabinete -sin patear el tablero públicamente, algo que todavía no sucedió.
Sin embargo, el anhelo de Ferraro se da contra el hecho de que Jorge Faurie asumió justamente como Embajador en Chile, país que ya le aceptó las credenciales como tal.
Se trata del ex canciller de Macri, el que desempolvó en la campaña 2019 con un audio de Whatsapp en el que lloraba de emoción al anunciarle un acuerdo con la Unión Europea que nunca se efectivizó.
Faurie intentó ser Canciller del gobierno de Milei pero finalmente optó por armarle el equipo a Diana Mondino, ubicando a diplomáticos en embajadas clave y quedándose para sí una embajada cercana e importante.
Ferraro ahora quiere hacerse de este cargo, que como toda embajada goza de sueldo en dólares, pero en el oficialismo no quieren hacer otro enchastre forzando la salida de Faurie a tan poco de asumido.
En ese marco creen que podrían cerrar con Ferraro si acepta el Consulado Chileno, algo que sólo necesita una resolución de Cancillería.
Quizá este pensamiento tenga que ver con el nivel de amateurismo diplomático con el que se pavonea la ministra Mondino.
Es que un consulado no sólo tiene rango menor que la embajada, de la que depende, sino que se trata de un rol que poco tiene que ver más allá de las coincidencias como residir en el exterior y cobrar en divisa.
Mientras que hay un sólo un Embajador por país y éste se encarga de la representación diplomática del país en el exterior, un Consulado es poco más que una oficina administrativa de un Estado en el exterior y tiene como tal funciones que tienen que ver con la burocracia y el asesoramiento de los ciudadanos argentinos en el mundo
O quizá, a Ferraro con el salario en dólares y la posiblidad de residir fuera del país le alcance. El tiempo dirá.