Ni siquiera en el Día de la Mujer se detienen los femicidios. Una noticia opacó toda conmemoración y demostró que las demandas del movimiento feminista argentino no son exageradas, sino que requieren una respuesta urgente: se trató de la aparición del cuerpo sin vida de Fátima Acevedo dentro de un aljibe.
A Fátima la buscaban desde hace más de una semana, y había denunciado graves hechos de violencia de género. Nunca la encontrarán, al menos no con vida.
El 31 de enero, Fátima le contó a una amiga que su esposo, Jorge Martínez, le intentó arrojar ácido en la cara al tiempo que la amenazó con un cuchillo. La Justicia fijó una medida de restricción pero a Martínez poco le importó.
El 11 de febrero, Fátima se presentó ante el Poder Judicial para denunciar que su esposo acechaba cerca de la casa de la Casa de la Mujer. Fátima vivía allí, en el hospedaje que pertenece a la Municipalidad de Paraná.
El 2 de marzo, una amiga de Fátima denunció que había desaparecido. El 3 de marzo, la Policía allanó la casa de Martínez, lo detuvo y secuestró elementos como pruebas.
Martínez se encuentra preso con prisión preventiva, pero aunque sea condenado, es otra vida de una mujer que se arranca de cuajo y que no volverá.
