De un lado, el intendente de Córdoba, Ramón Mestre, continúa a pleno en su campaña a pesar de que la interna prevista para el 17 de marzo se ve cada vez más improbable. Del otro lado, el elegido de Casa Rosada, Mario Negri, gasta sus energías en gestiones para que la mesa nacional de Cambiemos anule la interna para definir el candidato del partido oficialista.
El sector que lidera Negri junto al el Frente Cívico de Luis Juez y el PRO, presentará en la Junta Electoral la impugnación global del proceso electoral, buscando que la interna se torne abstracta, ya que dos de las tres fuerzas políticas que participan consideran que no están dadas las garantías mínimas para la transparencia del proceso.
Ese planteo ingresaría en el octavo día hábil previo a la supuesta interna, cuya postergación es imposible ya que el 23 de marzo se deben presentar las listas para las elecciones provinciales generales a realizarse el 12 de mayo. Por tanto, tampoco habrá tiempo para desplegar estrategias judiciales.
Ramón Mestre por su parte, elabora la defensa legal de la votación, al tiempo que dedica sus mayores esfuerzos en diseñar una estrategia discursiva y mediática que de cuenta de la ruptura y que supondría la aparición del intendente radical en la televisión porteña.
“Si Mario Negri y Luis Juez no quieren internas, que se bajen”, dicen los mestristas con sorna y advierten que si la orden de la Casa Rosada es dinamitar la interna, Mestre hará estallar Cambiemos, algo que impactará a nivel nacional en la alianza oficialista.
La postura cerrada de Mestre se fundamenta en movimientos impulsados por el macrismo para sacarlo de juego. En principio, la posibilidad de una intervención al radicalismo cordobés es casi inexistente, pero, con un par de renuncias, eso podría cambiar. Con un radicalismo provincial intervenido, Mestre perdería su único sostén político y tampoco podría competir con la tradicional lista 3.
Paradójicamente, el entorno de Negri también considera la ruptura como el escenario más probable y por estas horas analiza posibilidades para la conformación de una nueva alianza provincial que lo tenga como principal candidato, excluyendo a los radicales orgánicos. De manera contrapuesta, Mestre está confiado en que conservará el manejo del centenario partido y ya planea la expulsión de los radicales que apoyen a Negri.
Ninguno de los dirigentes analiza las consecuencias posteriores ni el poder de daño que tendría la ruptura para el armado político que sostiene a Mauricio Macri en la presidencia.
Tampoco avisoran que separarse significaría una garantía de continuidad para el espacio oficialista Unión por Córdoba: con la principal oposición partida en dos, la reelección de Juan Schiaretti sería casi un hecho.