Nicolás Dujovne promete que habrá “mejoras económicas” (en abstracto) recién a mediados de julio o agosto, demasiado tarde como para que influya en las elecciones. Más allá de que el FMI apuesta por la reelección de Macri, desde el organismo internacional consideran que ya han sido “generosos” y no permitirá que se “despilfarre” un sólo peso para ganar votos.
Por su parte, tampoco la gobernadora María Eugenia Vidal logra despejar sus preocupaciones. Las encuestas que encargó sugieren que Macri pierde ante Cristina Fernández de Kirchner por entre 10 y 15 puntos. En algunos municipios del conurbano, la senadora de Unidad Ciudadana aventaja por más de 30 puntos al empresario presidente.
Repasando los números de la elección de 2015, que la consagró como gobernadora, recuerdan que en la provincia de Buenos Aires Macri perdió ante Scioli por 428.000 votos, mientras que Vidal obtuvo 370.000 sufragios a su favor que Aníbal Fernández. De allí que la estrategia estival de la gobernadora, descartada de plano por el círculo íntimo de Macri, era la de adelantar las elecciones provinciales para deshacerse del lastre de la imagen negativa de Mauricio Macri.
Con estos números, Vidal es plenamente consciente de que su reelección peligra, en especial teniendo en cuenta 4 años de desgaste y que su principal contendiente no será el ex Jefe de Gabinete, sino posiblemente Axel Kicillof, el economista sobre el que no pesa una sola causa de corrupción y que despierta el furor a su paso, casi como la misma Cristina Fernádez de Kirchner.
Frente a este oscuro panorama electoral, la mesa política de Cambiemos analiza dos posibles estrategias. La primera sería que Vidal acompañe a Macri como candidata a vicepresidenta. La jugada en teoría compensaría la mala imagen del presidente, pero podría resultar desastroso si, por el contrario, Macri ejerciera un efecto “salvavidas de plomo” y dilapidara la imagen positiva que aún le queda a la gobernadora.
La candidatura para gobernadora de la provincia de Buenos Aires sería para Carolina Stanley, que cultiva un estilo similar al de “Mariu” o eventualmente para Cristian Ritondo, si la sopa se pone espesa y se necesita aún más “mano dura” para revolverla.
Por otra parte, a la misma Vidal no le gusta la idea de pasar de ser ejercer el Poder Ejecutivo unipersonalmente, a ser quien toque la campañilla en el Senado, sin voz ni voto. La gobernadora se resistirá con todas sus fuerzas a ser “michetizada”.
Otra posible táctica, impulsada más desde el círculo rojo que de la mesa chica de Cambiemos, implica que Mauricio Macri haga un renunciamiento histórico y se baje de la candidatura en pos de Vidal. Esta jugada seguramente sea fuertemente fogoneada por los medios hegemónicos con el visto bueno del poder económico, pero supone un escollo difícil de superar. Difícilmente Macri tome la decisión de dar un paso al costado, sea por su narcisismo o por el miedo a desfilar por Comodoro Py.
Los gritos de Macri en el Congreso fueron leídos por muchos como una “marcada de cancha” interna, en el sentido que busco renovar su liderazgo dentro de la alianza de gobierno. En ese sentido, el otro gran problema que enfrenta Macri es el lento pero sostenido despertar del centenario partido radical. Después del holgado triunfo de la UCR sobre el PRO en La Pampa comenzó una seguidilla de avances de los radicales por sobre los designios de Casa Rosada, y hay quienes creen que luego de los feriados de Carnaval podría quebrarse Cambiemos en Córdoba.
Si la UCR continúa creciendo hacia el interior de Cambiemos, Macri deberá enfrentar al difícil elección de habilitar las PASO presidenciales o perder el apoyo de su principal sostén electoral. Cabe recordar que sólo Larreta y Vidal pertenecen son amarillos puros, mientras que el resto de los gobernadores oficialistas son de extracción radical.
En todo caso, sería la primera vez en la historia que un presidente que va por la reelección debe primero sortear un interna en su propio espacio, una interna que podría encarnizarse y herir de muerte toda ambición electoral del primer mandatario.