Bastó que Horacio Rodríguez Larreta se corriera un milímetro de la línea que plantea Mauricio Macri y el ala dura del PRO, comandada por Patricia Bullrich, para que al jefe de gobierno porteño le lloviera fuego amigo. Larreta no oculta su malestar por estas horas con Bullrich por los ataques que recibe de la presidenta del PRO y ya hizo saber que no soportará otra.
El jefe de gobierno porteño había dejado pasar la marcha que encabezó Bullrich al ministerio de Educación nacional en febrero en la que le reclamó tanto al Gobierno nacional como el de la Ciudad que abrieran las escuelas, cuando el propio gobierno porteño había asegurado la presencialidad a partir del 17 de febrero.
También soportó las críticas de Bullrich cuando pidió un plan “urgente” para gastronómicos y comerciantes de La Boca afectados por la pandemia.
“No podemos dejar morir a un icono de nuestra ciudad“, cuestionó públicamente Patricia. Larreta instruyó a sus funcionarios a que idearan un proyecto para que los locales gastronómicos de la Ciudad no paguen Ingresos Brutos por 3 meses.
Pero el jefe de gobierno enfureció cuando Bullrich lo criticó abiertamente por cerrar las secundarias, justo cuando mantiene una disputa en la Corte Suprema contra el Gobierno nacional por haberlas dejado abiertas pese al DNU de Alberto Fernández que lo prohibía.
Ni siquiera Mauricio Macri, que suele acompañar la línea discursiva de Bullrich, se sumó esta vez a la proclama de su ex ministra.
Larreta se cansó de ser el blanco de la presidente de su propio partido mientras al mismo tiempo tiene un frente abierto con el Gobierno nacional. En un sector del larretismo acusan a Patricia de ser “funcional al kirchnerismo” con sus embates al mandatario porteño que no hacen más que agitar las aguas del propio frente opositor.
“Es fácil tirar piedras cuando no se tiene una responsabilidad de gestión“, dicen en el larretismo.
Después de que Larreta desoyó un DNU, un fallo judicial y continuó con las clases presenciales, es dificil seguir hablando de una ala dura y una “moderada” en el PRO. Lo cierto es que las acciones drásticas del jefe de gobierno -que está a la espera de que la Corte le dé la razón- desdibujaron al sector que existe en la medida que se muestra radicalizado. Quizás con algo de eso tuvo que ver la repentina necesidad de Bullrich de salir a criticar a, y diferenciarse de, Larreta.
Cuando Larreta dio sus conferencias de prensa asegurando que desobedecería el DNU nacional y, luego, un fallo federal, Bullrich se había alineado con el gobierno porteño al punto de que parecía que todas las diferencias se habían extinguido.
A algunos funcionarios porteños les llamaba la atención el repentivo interés de la presidenta el PRO por defender la gestión local. Lo mismo hizo Macri, aunque sus mensajes se podían leer como un respaldo o como un condicionamiento para que Larreta entrara en una línea de mayor confrontación.
Pese a que la disputa por las clases presenciales no se resolvió la semana pasada, lo cierto es que ambos gobiernos, el nacional y el porteño, tendieron a bajar la tensión, volvió a haber reuniones entre las distintas áreas y se llegaron a acuerdos de cómo implementar algunas medidas de la nueva etapa. Y Larreta hizo su anuncio de que los secundarios pasaban a la bimodalidad. Esto hizo salir a Bullrich a diferenciarse.
La otra explicación puede venir por las listas porteñas: Bullrich quiere encabezar, pero Larreta intenta convencer a María Eugenia Vidal para que sea la figura taquillera en la boleta de su distrito. Además, Bullrich pide más lugares de los que en el larretismo está dispuestos a darle.
En ese escenario, tras las críticas de Bullrich, hubo quien vio la mano del Calabrés: “Es Macri. Esas críticas son de él. Ella siempre fue su vocera“, decían en uno de los despachos políticos del gobierno porteño. En las oficinas del ex presidente se atajaron de inmediato: “Lo que dijo Patricia responde a una opinión personal de ella. Macri no coincide“, dijeron allegados.
Quienes manejan la estrategia electoral de Larreta estiman que puede ser cierto que se haya mandado sola. “Lo que deja en claro que Macri no la conduce ni a ella”, acotaron. “Está mal que se critique públicamente a alguien de tu mismo espacio y más siendo presidenta del PRO. Pero si le contestamos, le subimos el precio“, advirtieron. Así las cosas, no habrá respuesta del gobierno porteño.
Pero sí seguirán las críticas de Bullrich, según prometen a su lado.
Esta semana volverá a la carga: además de cuestionar las decisiones educativas, Bullrich pedirá que quiten impuestos a comercios gastronómicos y otros afectados por las restricciones que sí aceptó Larreta. Faltan meses para las PASO de septiembre (que Bullrich se encargó de que sigan existiendo, para poder competir si el larretismo la deja afuera de las listas).
Llegado el caso, el jefe de gobierno todavía aceptaría que Bullrich encabece la lista de diputados de Juntos por el Cambio por la Capital, aunque ya dejó entrever su preocupación por las posibilidades de que fracase la unidad si sigue siendo atacado por la ex ministra de Seguridad.