En agosto las tarifas de luz y gas aumentarán un 4%, mientras que los combustibles registrarán un incremento del 2,5%. Esta determinación responde a la estrategia del gobierno de Javier Milei de dosificar los aumentos tarifarios con el fin de no perjudicar la incipiente recuperación del poder adquisitivo de los salarios, que luego de la llegada del libertario a Casa Rosada se desplomaron fuertemente.
Según las mediciones del INDEC, en los últimos meses se ha evidenciado una recomposición del salario real. Sin embargo, en la comparación interanual, los salarios aún registran una caída de alrededor del 16% en términos reales. En este contexto, el Gobierno considera fundamental sostener el poder adquisitivo de los ingresos para impulsar el consumo y la reactivación de una economía que sigue teniendo altos niveles de inflación y ahora entró en recesión.
Por otra parte, los indicadores preliminares sugieren que el proceso de desaceleración inflacionaria se ha visto recientemente tensionado, entre otros factores, por el aumento de los dólares financieros. Mediante los ajustes moderados de tarifas, el Ejecutivo busca mantener el objetivo de convergencia hacia una inflación mensual del 2%.
Cabe destacar que, según estudios privados, las tarifas vigentes aún se encuentrarían por debajo de los costos reales de provisión de los servicios públicos. Esta brecha es mayor en los segmentos de menores ingresos, que abonan valores sustancialmente inferiores a la tarifa plena.
En ese contexto, el ministro de Economía Luis Caputo se ve en la diatriba de intentar propiciar la recuperación del consumo popular como motor de la economía, o continuar en una senda de inflación decreciente que ha hecho menguar la misma actividad económica.
