Investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional de San Martín dispondrán de un presupuesto de 100 mil dólares para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. De este modo, Argentina también participará de esta carrera global que ya tiene unos 155 proyectos a lo largo y a lo ancho del mundo.
Argentina es el primer país de Latinoamérica que intentará desarrollar una vacuna contra el COVID-19. Con el subsidio de la Unidad Coronavirus del Ministerio de Ciencia, Tecnolología e Innovación, y la coordinación de la doctora y profesora de la UNSAM Juliana Cassataro, este importante monto se utilizará para desarrollar una vacuna para la pandemia quien explicó:
“La nuestra sería la primera iniciativa para desarrollar una vacuna de este tipo en toda América Latina. Y avanzamos con un concepto nuevo, por ahora completando la fase de estudios preclínicos”.
En el grupo de Cassataro también participan otros 10 científicos: las y los investigadores Karina Pasquevich, Lorena Coria, Diego Álvarez, Eliana Castro, Claudia Filomatori y Lucía Chemes y las becarias Celeste Pueblas, Laura Darriba, Laura Bruno y Eugenia Bardossay.
“Estamos recién empezando, es un proyecto que nos financió la Unidad Coronavirus del MINCyT hace 15 días, somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos, que ya veníamos trabajando en vacunas, virólogos y expertos en estructura de proteínas”.
¿Cómo es el proyecto argentino para desarrollar una vacuna contra el COVID-19?
La iniciativa del equipo de científicos argentinos consiste en la combinación de proteínas y antígenos del coronavirus con otros compuestos desarrollados en su laboratorio y que están patentados internacionalmente.
“Ya probamos con éxito en formulaciones orales contra otros patógenos en ratones y en aves de corral” narró Cassataro.
“Por lo que sabemos hasta ahora nuestros productos logran una combinación que puede desatar un tipo de inmunidad efectiva para el coronavirus, ya que provoca en el sistema inmune la creación de anticuerpos IgA, que, además, se generan en el mejor lugar del cuerpo: las mucosas respiratorias. Estas moléculas también lograron generar linfocitos T-helper 1 y T CD8”.
Además explicó que piensan “utilizar antígenos de las cepas y de linajes virales específicos del SARS-CoV-2 que circulan en Argentina y que fueron secuenciados en el Malbrán”
Según explicó “si la vacuna resultante, además de ser efectiva, pudiera suministrarse en forma oral, sería un bonus track, porque eso facilitaría la distribución y el proceso de vacunación”.
“En el mundo hay cien grupos como el nuestro que recién empiezan a probar, y si efectivamente logran resultados exitosos habría que ver lo que sucede con la distribución de las vacunas, para que efectivamente lleguen a nuestro país y a todo el mundo, por eso nuestro proyecto es para probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”.
No obstante, la científica alertó contra la ansiedad y la impaciencia:
“Es increíble todo lo que avanzamos en muy poco tiempo. Pero no podemos afirmar categóricamente que en 12 o 18 meses tendremos una vacuna. Me encantaría, pero la ciencia avanza de otra manera”.
“Vacunas vamos a tener. Pero no antes de probarlas en miles de personas, de estar seguros que no causan más daños que los que previenen y que son efectivas para protegernos”, explicó y concluyó: “¿Cuándo llegará? Todavía no podemos saberlo con certeza”.