Tras la reunión con el Papa Francisco en el Vaticano, el presidente Alberto Fernández había manifestado que no había dialogado sobre la cuestión del aborto con el Sumo Pontífice. No obstante, un comunicado del Vaticano informó que se había tocado el tema de la “protección integral de la vida desde la concepción”, dejando en ridículo al mandatario argentino, que rápido de reflejos, diplomáticamente y con un argumento filosófico sorteó la intentona clerical.
Medios como Clarín y La Nación se hicieron un festín por el supuesto conflicto entre el papado y el gobierno argentino a raíz de la cuestión de la legalización o no de la interrupción voluntaria del embarazo. Concretamente, salieron a magnificar una supuesta desmentida del Vaticano a los dichos del presidente, en relación a que no le había consultado a Francisco sobre el aborto.
Tras sus dichos, un comunicado del Vaticano mencionó como uno de los temas tratados las “protección de la vida desde la concepción”, el caballito de batalla del movimiento autoproclamado “provida” para negar el derecho de interrupción de embarazo a las mujeres. Sin embargo, Alberto comunicó su molestia al Papa y la Santa Sede tuvo que hacer una importante salvedad.
Concretamente, lo que sucedió que es Alberto y Francisco no hablaron sobre la cuestión del aborto, sino que la doctrina de la “protección de la vida desde la concepción” fue mencionada po el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, y no por el Papa.
“Tienen una enorme necesidad de mostrar discrepancias, de hacer parecer que nos estamos peleando con la Iglesia. Los únicos que pelean son ellos, los que escriben los artículos” manifestó sobre el tema Fernández en declaraciones a la prensa y agregó: “No entiendo por qué se esmeran en tratar de hacer parecer un conflicto donde no existe. La única explicación que hay es que muchos necesitan que la discrepancia impere en Argentina”.
El argumento de Alberto para refutar la ideología provida o antiabortista
Ante el cuestionamiento del Secretario de Estado papal, Alberto lo miró, sonrió y recordó que San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino pensaban diferente.
Agustín es considerado el “Padre de la Iglesia” por haber sintetizado el pensamiento neoplatónico y el cristianismo primitivo y es el inventor, por ejemplo, de la doctrina del pecado original y la de la inmaculada concepción. Efectivamente, para el Santo de Hipona, el Espíritu Santo atravesó el hímen de la Vírgen María sin desgarrarlo, como la luz atraviesa el vidrio.
Siglos más tarde, Santo Tomás aparece como máximo exponente de la escolástica, una corriente teológico-filosófica que sintetiza los principios de la Patrística (es decir, de los Padres de la Iglesia) con la filosofía aristotélica.
Según Santo Tomás, durante la concepción se crea un embrión, pero Dios infunde el alma posteriormente, cuando su desarrollo llega a ser el de un feto, con la forma de cuerpo humano y por tanto, capacitado para recibir el alma humana.